El Cardenal australiano deberá enfrentar a la justicia por los «múltiples casos» de los que se le acusa. Siempre ha asegurado ser inocente
Foto: Referencial
Australia- El cardenal australiano George Pell, número tres en la jerarquía del Vaticano, será juzgado por cargos de agresión sexual, decidió este martes un tribunal de Melbourne.
El prelado de 76 años, uno de los consejeros más cercanos del papa Francisco, es el más alto representante de la Iglesia católica juzgado por agresiones sexuales hasta la fecha.
En un comunicado, el Vaticano se limitó a decir que tomaba nota «de la decisión anunciada por las autoridades judiciales en Australia».
El tribunal dio cuenta de «múltiples denunciantes» sin dar precisiones sobre la naturaleza exacta de los hechos que se le reprochan al prelado.
Pell permaneció impasible este martes cuando el tribunal comunicó su decisión de juzgarlo por «múltiples» cargos, tras abandonar más de la mitad de las acusaciones, entre ellas algunas de las más graves.
El clérigo se declaró «no culpable» de los hechos que se le imputan, reafirmando así la postura que siempre ha mantenido desde que estalló el escándalo.
En la lectura de su dictamen, la jueza Belinda Wallington se declaró «convencida» de la existencia de suficientes pruebas para que Pell pudiera ser inculpado.
El cardenal, que había llegado al tribunal rodeado por un importante dispositivo policial, salió en libertad bajo fianza. Tiene prohibido salir de Australia y ya ha entregado su pasaporte a las autoridades, según el tribunal.
Pell había pedido una excedencia de su cargo como jefe de Finanzas del Vaticano para volver a su país y defenderse ante esas acusaciones, que según ha trascendido se remiten a hechos ocurridos hace muchos años.
Nadie por encima de la ley
«El cardenal George Pell colaboró siempre plenamente con la policía de Victoria y clamó siempre firmemente su inocencia», indicó un comunicado atribuido al prelado y difundido por la arquidiócesis de Sidney.
«Regresó voluntariamente a Australia para enfrentar las acusaciones. Se defenderá de los cargos aún pendientes», agregó el comunicado.
El cardenal logró que algunas de las acusaciones más graves fueran descartadas, especialmente una relativa a hechos ocurridos en una sala de cine en los años sesenta.
La abogada Lisa Flynn, que representa a cientos de víctimas de agresiones sexuales en otros casos de denuncias por lo civil en Australia, consideró que la decisión del tribunal demostraba que nadie estaba por encima de la ley.
«La inculpación de Pell por sus presuntos delitos refuerzan la idea de que las personas deben ser y son iguales ante la ley», dijo. «Es una etapa prometedora para las víctimas de agresiones sexuales».
El anuncio de la inculpación de Pell coincidió con el final de una larga investigación nacional sobre la respuesta institucional en Australia a los abusos sexuales cometidos contra niños, solicitada por el gobierno en 2012 tras una década de protestas por parte de las víctimas.
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El cardenal Pell, que declaró tres veces en el marco de esa investigación, reconoció ante los investigadores que había «fallado» en su gestión de los curas pederastas en el estado de Victoria en los años 1970.
En diciembre, la comisión de investigación dictaminó que las instituciones australianas habían «faltado gravemente a su deber» hacia los niños durante décadas.
Pell fue ordenado cura en 1966 en Roma, antes de volver a Australia en 1971 donde fue ascendiendo en la jerarquía católica.
Tras ser nombrado arzobispo de Melbourne en 1996 y de Sídney, en 2001, el papa Francisco lo eligió en 2014 para aportar más transparencia a las finanzas del Vaticano.
El cardenal es el clérigo católico de más alto rango en ser acusado de delitos relacionados con el escándalo de abusos sexuales que desde hace años sacude a la iglesia católica.
La Iglesia católica se ha visto envuelta en escándalos de agresiones sexuales en varios países, a menudo contra menores de edad.
El mes pasado, el pontífice reconoció haber cometido «graves errores» de apreciación de la situación en Chile. En enero, había defendido con vigor al obispo chileno Juan Barros, sospechoso de haber tapado los crímenes de un anciano cura pederasta.
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