Violencia de género

Así afecta la violencia de género a niños, niñas y adolescentes

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25 de noviembre, 2020 - 11:02 pm
Agencia

Para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer

Los golpes, las actitudes y las palabras no solo dejan huella en la víctima directa de la violencia de género, también en los pequeños de la casa; sobre todo en sus relaciones futuras y autoestima.

Para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, este miércoles 25 de noviembre, se conversó con una psicóloga, una gestora de casos y militante feminista y una trabajadora social para conocer los efectos a corto, mediano y largo de la violencia de género en los más pequeños.

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Normalización
Para la psicóloga de la organización Cecodap, Mariana Misticoni, crecer en un ambiente donde la violencia de género es parte del día a día implica varios riesgos a mediano y largo plazo para los niños, niñas y adolescentes. Uno de los peligros más importantes es la normalización de la violencia como herramienta para relacionarse con otras personas, especialmente en el caso de los adolescentes.

“No es que lo validen a propósito, pero lo ven como práctica normal. Estos celos, control, hacen esas cosas porque lo ven en el hogar, es algo que se traslada a las relaciones personales de ellos y es algo muy difícil para esos adolescentes decir que esto no es así. Es un círculo donde se normalizan estas formas de control y dominación“, detalló.

En el caso de las niñas y adolescentes, cuando aprenden en casa que deben cumplir determinados roles o que deben relacionarse desde la dependencia, se enfrentan a la posibilidad de que su autoestima se vea afectada en el futuro. Incluso pueden llegar a relacionarse con otras personas, en distintos contextos, desde la desigualdad de poder que está presente en la violencia de género. Puede aceptar ciertas formas de violencia al asumir que es una actitud o comportamiento que se permite o se espera de hombres y mujeres.

Impacto
Según la psicóloga de la organización defensora de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, los varones suelen responder de dos maneras: algunos se distancian de esas formas de relacionarse, otros sí repiten el ejemplo de sus cuidadores. En el primer caso, es posible que, a pesar del maltrato, el muchacho empieza a asumir que es “protector” de su mamá o de las mujeres de la casa. Misticoni considera que este comportamiento puede ser negativo porque se pueden distorsionar los roles al colocar a la mujer en un lugar inferior.

La gestora de casos y activista del colectivo feminista En Tinta Violeta, Orlanis Barrera, señaló que los niños, niñas o adolescentes que ven o viven situaciones de violencia de género en casa pueden convertirse en personas retraídas, calladas, presentar problemas de atención o agresividad.

“Tenemos estadísticas de niños de 8, 10, 15 años que ya quieren salirse de ese hogar porque están hartos de ver permanentemente a una mamá y un papá peleando. Ellos quieren romper, entonces se van a la calle. Allí es mucho más peligroso porque estamos hablando de que un niño, niña, adolescente que puede llegar a tener otros vicios como el tema de las drogas”, comentó.

Primero los cuidadores
La terapia psicológica puede mitigar impacto de la violencia de género en los niños, niñas y adolescentes, ya sea que hayan sido testigos o víctimas de las agresiones. Sin embargo, Misticoni y Barrera coinciden en que la ayuda también debe pasar por los padres, cuidadores o representantes de los pequeños.

Para la militante de En Tinta Violeta, la persona encargada del niño, niña o adolescente debe estar consciente de que está dentro de un ciclo de violencia para poder ayudar de manera efectiva a los pequeños a su cuidado. Para ello, debe reconocer que tiene un problema con su agresor y, luego, buscar alternativas que le permitan enfrentar esta dificultad.

“Si yo como representante como madre, padre de mi hijo, no somos conscientes de que tenemos una situación de violencia en nuestro hogar, cómo vamos a tratar de dar con el ejemplo algo que no sabemos hacer nosotros mismos”, acotó Barrera.

La psicóloga de Cecodap señaló que esa persona o ese otro papá tiene que activarse y acudir a los servicios de atención para fortalecer sus propios recursos, para ayudar a sus hijos. Sobre todo es importante entender que si la víctima principal no se atiende, la situación va a continuar en el entorno familiar.

Abuso y violencia simbólica
Si los niños, niñas o adolescentes son víctimas de abuso por parte de un familiar o figura cercana, el abordaje psicológico y la respuesta familiar es muy importante para evitar trastornos en el futuro. La especialista explicó que la depresión y la ansiedad están relacionados con los abusos si no se atiende a la persona. También pueden desarrollar dificultades para relacionarse, tener intimidad y no sentir culpa.

Para Barrera, un especialista puede ayudar a los afectados a buscar alternativas para sanar, como la meditación, el coaching o la consulta con otros expertos.

La trabajadora social y profesora de la Universidad Central de Venezuela, Angeyeimar Gil, explicó que los programas de fortalecimiento familiar y atención psicológica son los mecanismos que pueden ayudar a las víctimas a entender que la situación que vivió es equivocada, que lo comprenda para que no lo repita en el futuro.

“Necesitamos programas en todas partes y para atender muchas personas, porque vivimos en una sociedad adultocéntrica. En Venezuela la crianza es dictadura, eso supone situaciones de violencia recurrente en el plano familiar y que varían en intensidad, de formas”, comentó.

Una de las formas más recurrentes es la violencia simbólica, es decir, establecer en la crianza roles establecidos que si no se cumplen, evidencian que el niño, niña o adolescente es “extraño”. Por ejemplo, no permitir que los niños hagan tareas del hogar o que lloren es limitarlo, lo que se traduce en un tipo de violencia basada en género. Estos estereotipos pueden causar estragos en el desarrollo de la personalidad y afectar el autoestima.

Prevención
Estas situaciones pueden prevenirse. La psicóloga de Cecodap recomendó conversar con los niños sobre qué puede esperar y qué no de un adulto. Por ejemplo, no está permitido que le pidan desvestirse, guardar secretos o que toquen sus partes íntimas. Además, no se puede subestimar la supervisión de los padres, hasta en los entornos familiares.

“A veces dejamos a los niños jugando en lugares donde no hay nada de vigilancia, hay que estar pendiente dónde estamos dejando y a cargo de quien”, comentó.

Con los adolescentes hay que hablar sobre qué permitir y qué no en una amistad o en determinados entornos: advertirlos sobre la exposición que tienen en redes sociales o plataformas de mensajería, estar atentos a lo que consumen cuando van a reuniones y otras actividades.

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