Perú lo volvió a hacer. Después de sufrir frente a la poderosa Uruguay para derrotarla en la ruleta de los penaltis, el equipo de Ricardo Gareca mandó a la lona a la bicampeona de América.
Brasil -Perú lo volvió a hacer. Después de sufrir frente a la poderosa Uruguay para derrotarla en la ruleta de los penaltis, el equipo de Ricardo Gareca mandó a la lona a la bicampeona de América. Perú jugó un partido inteligente y goleó a Chile en Porto Alegre (3-0). La selección inca jugará la tercera final de su historia, el domingo ante Brasil en Maracaná. Tiene un antecedente de lujo, sus otros dos partidos decisivos los ganó. Eso sí, hay que rebobinar mucha cinta. Conquistó la Copa en 1939 y en 1975. Chile, por su parte, se enfrentará a Argentina el sábado en Sao Paulo en busca de la medalla de bronce.
Sin la mística ni el pedigrí de la rivalidad del Río de la Plata, entre Uruguay y Argentina, por supuesto sin la repercusión mundial del duelo entre la Albiceleste y la Canarinha, el clásico del Pacífico guarda historias de chamanes, pintadas y autobuses destrozados. Y un aditivo extra: en Chile especulan que peruanos y colombianos pactaron el empate en las últimas eliminatorias para el Mundial, un resultado que dejó fuera de Rusia a la Roja. En el estadio Nacional de Lima un grupo de chamanes se convocaron para realizar “el rito de florecimiento” y así contrarrestar el que ya le habían consumado sus homólogos chilenos. Menos peligroso, en cualquier caso, que cuando en 1998 la hinchada de la Roja recibió a piedrazos el autocar de Perú, vandalismo al que se sumó la afición de la selección inca en 2002. De la agresión a la burla, los jugadores chilenos dejaron un mensaje en el vestuario de Lima en 2018: “Por aquí pasó el campeón de América”.
El pasado reciente revitalizó el duelo entre Chile y Perú, dos selecciones que buscan redefinir su historia en Sudamérica. La Roja llegó a Porto Alegre en busca de su tercera final de América consecutiva, mientras que Perú, que desde que Gareca se sentó en el banquillo anda revitalizada, quería volver a la final después de 44 años. La selección inca, de arranque, se plantó mejor en el campo. Tranquila, como si la presión por llegar a Maracaná fuese solo para Chile, Perú movía el balón con pausa para que el ritmo lo pusiera Advíncula. Tiene un delantero mayúsculo el equipo de Gareca como Paolo Guerrero, capaz de proteger cualquier balón, inteligente para asociarse con Flores, Yotún y Cueva.
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