Los organizadores no abrirán la taquilla para la venta de entradas. Por el momento, no se ha dado ninguna información sobre los criterios de selección de los espectadores.
«¡Queremos ir al partido!»: este es el grito de estos jóvenes jugadores de hockey que conocimos este martes por la mañana cerca de las instalaciones olímpicas del norte de Pekín. «El problema es que no hay entradas», dice el entrenador de este equipo de hockey. «Tengo un amigo que comparte información en una aplicación de smartphone sobre los billetes. Nos acabamos de enterar de que no podremos comprarlos».
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Los golpes de discos y palos corresponden al nivel de la decepción de los jugadores más jóvenes que han acudido a practicar en el río helado entre el nuevo Museo del Partido Comunista Chino y el Estadio «Nido de Pájaro». Desde hace dos años practican un deporte de invierno que se celebraría en la antigua piscina olímpica de 2008, transformada en pista de hielo para los Juegos de Invierno. Pero ahora está aislada por barreras y vallas, para separar las delegaciones del resto de la población.
Evitar la contaminación lo mejor posible
Es un mal necesario, dice este residente de Pekín que vino a tomarse un selfie frente a las mascotas olímpicas: «Creo que es difícil ver los eventos. Hay atletas extranjeros y con Covid-19 es complicado».
Ante el temor a la contaminación, las autoridades han pedido a los habitantes que eviten cualquier contacto con las delegaciones extranjeras encerradas en su burbuja sanitaria. Y a partir de ahora, los organizadores no abrirán la taquilla. Por el momento, no se ha dado ninguna información sobre los criterios de selección de los espectadores.
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