Cuento el sofá mágico

cri cri
16 de julio, 2017 - 7:04 pm
Herwin Godoy / [email protected]

La luz del sol se colaba por la ventana del cuarto, Jorge y Alicia salieron disparados hacia el cuarto de sus padres para despertarlos, pues querían celebrar desde temprano su día, tenían esperando todo el año para que volviera a ocurrir.

Marilyn y Guillermo se levantaron espelucados, la melena negra con canas de su padre parecía el nido de un ave, mientras su mamá trataba de arreglar su cabello marrón recién teñido, a ella no le pasaría lo mismo del año pasado.

Sin más se lanzaron al sofá a las 7:00 en punto como cada año, al sentir el repique del reloj que daba la hora en punto el sofá comenzó a dar vueltas y zas, se paró de repente cuando sintieron el olor a grama recién mojada por la lluvia matutina propio de aquella tierra, poco a poco volvieron sus ojos y miraron que esta vez los cuatro pares de pie colgaban del sofá, sus cuerpos y corazones reflejaban la misma edad, la familia era toda niña y podían escuchar en el fondo: Allá en la fuente había un chorrito, se hacía grandote, se hacía chiquito; allá en la fuente había un chorrito, estaba de mal humor, pobre chorrito tenía calor estaba de mal humor, pobre chorrito tenía calor.

Que cantaba el grillo crí, crí subido en su flor, mientras que los cochinitos jugaban con sus pijamas a ser reyes, marineros y trabajadores.

Más allá estaba la cucaracha Martínez corriendo por la que se acercaba la hora del festín, a la gala llegaban el chorrito de la fuente haciéndose grande y chiquito en medio su alegría, a su lado corrían la pulga y el piojo acompañados del gorgojo, la vaca, la rana, el zamuro, la pereza, el cocuyo, el mapurite, el ratón y de última la gata sobándose la barriga por el futuro festín que tomaría.

De inmediato los cuatro niños se pusieron en pie y se fueron hacia las sillas que le correspondían en primera fila por ser los invitados especiales del baile de todos los niños, este año se presentarían las vocales que fueron bailando de la siguiente manera: «Primero verás, que pasa la A, con sus dos patitas muy abiertas al marchar.

Ahí viene la E, alzando los pies, el palo del medio es más chico como vez, aquí está la I, la sigue la O, una es flaca y otra gorda porque ya comió, y luego hasta atrás llegó la U, como la cuerda con que siempre saltas tú».

Mientras que Jorge, Alicia, Marilyn y Guillermo abrían sus ojos y aplaudían llenos de la emoción viendo cómo en medio de la comida de la fiesta y los dulces que le daban jugaban y cantaban junto el ratón vaquero que dirigía al gatito que tocaba el arpa, el mono del organillo, al zorro saxofonista, el león saxofonista,  el osito violinista y la rana trompetista.

Al finalizar el día, cansados de tanto jugar y soñar volvieron a caer en el sofá, sus piernas volvieron a crecer y aunque no dejaron de reír volvieron a ser padres e hijos, los mismos que el año que vienen volverían al sofá a ser todos juntos niños en el Día del Niño.

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