Los 11 millones de haitianos están asolados por la pobreza extrema, el caos social y la desigualdad. Esa es la política que el colonialismo siempre aplica a los países pobres para dominarlos, en especial a este nación caribeña –descendiente de esclavos africanos– que resultó ser la primera en América que se liberó de ese lastre.
Ahora, para profundizar el caos, ha sido asesinado su presidente por una banda de mercenarios colombianos, dirigidos por tres estadounidense.
¿Cuál es el objetivo de la CIA y el Comando Sur en Haití?
Establecer una base de operaciones en ese territorio, estratégicó geográficamente, para controlar a los rebeldes del ALBA y fundamentalmente a Cuba, Nicaragua, y Venezuela.
El asesinato de Jovenel Moïse provocó una repulsa en el ámbito mundial, no por lo que significaba el corrupto mandatario, sino porque la operación mercenaria mostró las costuras de la política exterior norteamericana, y descubrió hasta donde puede llegar un títere, como Iván Duque, en el apoyo a las astucias de dominación de Washington.
Fue tan evidente la intención del crimen haitiano que estimuló a los principales medios de comunicación occidentales a callar. Y aquellos que han opinado, como The Washington Post, pidieron la intervención rápida de EE. UU.
Moïse fue una ficha muy corrupta, adherida a la política de la extrema derecha (Donald Trump), que destrozó la tradición haitiana, al romper con Venezuela y Cuba, e iniciar una luna de miel con Taiwán y con los actores lacayos del continente. No obstante, el pueblo de Haití esdtab rebelde contra la incompetencia, honda corrupción y traición de Moïse.
Esto obligó a los halcones demócratas, dirigidos por los Clinton, a «matar 3 pájaros de un tiro»:
1) salir de una ficha de Trump;
2) probar a Iván Duque;
3) establecer una base en Haití para agredir a los países del ALBA.
De las maniobras de la CIA y del Comando Sur de EE. UU., tuvieron conocimiento de primera mano, Iván Duque y Jair Bolsonaro, con la previa visita de los dos jefes de dichas instituciones a Bogotá y Brasilia.
Las declaraciones de prensa –del dueto de fascistas suramericanos– coinciden con la narrativa de la CIA: «Intervención»… La desgracia de Haití es que ha sido siempre, desde sus inicios republicanos, una víctima de la Doctrina Monroe, establecida en 1823.
Así, la actual crisis política se desencadenó en 2019 por el esfuerzo estadounidense de cambio de régimen en la insumisa Venezuela, país que abastecía a Haití de combustible barato (subsidiado) y rápido.
Cuando Washington sancionó a Pdvsa, Haití se encontró sin combustible y sin dinero para adquirirlo a otros proveedores. Esto generó escasez y elevó el precio en más de un 80%.
Además, los impuestos propuestos por Moïse para recuperar el dinero de los hidrocarburos, no hizo sino profundizar la crisis.
Las fuerzas de seguridad haitianas aseguraron que la banda mercenaria, que asesinó a J. Moïse, estaba compuesta por 26 colombianos y dos estadounidenses (algunos señalan a un tercero).
En su cuenta tuiter, la policía confirmó la detención de 15 de los 29 implicados. Es encomiable el rol destacado del pueblo haitiano, similar al interpretado por los pobladores de Chuao en Venezuela, al «ayudar a localizar y detener a los asesinos».
Desvergonzadamente el ministro de defensa colombiano, Diego Molano reveló a los medios que los mercenarios neogranadinos eran «miembros del Ejército en situación de retiro» y… Washington calló
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