Propicia es la ocasión para reivindicar el trabajo de los comunicadores y hacer señalamientos sobre el gran desafío que existe. Si bien, hace 30 años atrás los medios de comunicación en la Cuarta República tenían secuestrada la opinión pública, vetada la participación popular, congelada la imagen social de una Venezuela codificada como una mercancía a la que solo accedían aquellos miembros de una tribu, que se hacían llamar los amos del valle y que se repartían todo. Incluso, emisoras de radio a través de los circuitos donde por supuesto los artistas nacionales eran vetados por no contar con los recursos para que fueran promocionados, las directivas se acostumbraron a la payola, nuestros talentos estaban a merced de estos señores que tenían y tienen un imperio comunicacional que funciona solo para favorecer intereses personales.
Hoy la realidad es distinta, en Venezuela funcionan 111 televisoras de las cuales 61 pertenecen al sector privado (55%), 13 son de servicio público (12%) y 37 se califican de comunitarias (33%). En radio, en la frecuencia Amplitud Modulada (AM) operan 172 emisoras privadas (87%) frente a 25 públicas (13%) en Frecuencia Modulada (FM), hay 446 privadas (58%), 82 públicas (11%) y 243 comunitarias (31%). Tanto las televisoras como emisoras de radio calificadas como «comunitarias», cuentan con el apoyo de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) adscrita al Minci.
La libertad informativa, la democratización de los medios y la pluralidad llegó también con la Revolución Bolivariana como única vía para hacer posible el debate de las ideas. En decenas de ocasiones los sectores de la oposición han querido manipular la opinión pública nacional e internacional sobre la libertad de prensa, pero quien conozca este país rápidamente entiende la falacia que existe en tan menguada afirmación .
Sin embargo y pese a los más de 100 periódicos que circulan a diario, el esfuerzo comunicacional exige además un compromiso con la verdad, una verdad sin prurito, sin complejo, sólida y sin vacilaciones.
Veraz y oportuna, es una cualidad a demandar en los diarios de nuestros fablistanes, de los heraldos, de nuestros escritores de historia y reporteros. La batalla comunicacional inclinada a un sector es permanente, el asedio viene acompañado del terrible poder de la industria cultural del norte, no podemos olvidar el comportamiento del circo de Hollywood frente a la «guarimba», CNN y su macabro plan de desestabilización, así como el afán miserable de los operadores y dueños de la internet —negocio en Venezuela— que se han dedicado a sembrar a través de las web y link, el odio y manipulación en el país.
Nuestra realidad ha cambiado, ellos, los de la otra acera, temen al poder de la veracidad y oportunidad. Por ello los periodistas populares y la sociedad crítica venezolana deben seguir haciendo un esfuerzo para levantar la voz, para informar y desmontar las cortinas de mezquindad, los laboratorios de angustia preparados por los cuadros de los grupos desestabilizadores.
En celebración al Día Nacional del Periodista, miremos el camino recorrido, aún quedan importantes aspectos a resolver, la construcción de debate público pasa por reconocer el esfuerzo y la tenacidad de los comunicadores.
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