No conocemos esta libertad que no reconoce la libertad del pueblo venezolano. Es rara esta libertad que mata y no respeta a los muertos, cuando los calumnia diciendo que se mataron ellos mismos.
Esta libertad no respeta ni la libertad de los escuálidos.
Ante esta extraña libertad que proclaman los fascistas, sobre todo desde el 12 de febrero pasado, uno siente la necesidad de hacer un urgente registro conceptual de la categoría. La libertad en el esclavismo, era el privilegio que tenían los esclavistas para ser dueños de los seres humanos que esclavizaban. La libertad feudal era la licencia para adueñarse de todas la tierras; para hablar en nombre de Dios y representarlo en los cultos y en el cobro de las bulas. La libertad burguesa es la prerrogativa que tiene el individuo para cometer cualquier fechoría hasta alcanzar sus metas, y este es el punto de arranque de la llamada modernidad.
Esta libertad fascista, extraña a nosotros, puesto que estas prácticas terroristas no habían aparecido en Venezuela, es una derivación burguesa del concepto de libertad.
Es la libertad del facineroso que desconoce la libertad de los otros; esa libertad es una patente para dinamitar preescolares, universidades, hospitales, talar miles de árboles que la ciudad necesita para respirar y vivir.
Esta extraña libertad no conoce la libertad de vivir en paz; libertad de ladrones y de genocidas dirigidos por la mafias del pentágono.
Esta extraña libertad se parece mucho a la mismísima opresión de los tiranos más crueles; con esta libertad no es necesario que aparezca la tiranía para estar preso o muerto; esta es una libertad exclusiva de los que incendian y genocidian a los pueblos; es una libertad para esclavizar a los otros.
De esa libertad fascista que no salve San Topocho, patrono de los locos que no tienen remedio.
Esa libertad es secuestradora de los vecinos en sus apartamentos; esta extraña libertad vive en cada barricada; en cada paramilitar cuidando que nadie levante los altares de la libertad fascista.
En Maracaibo, esa libertad vive en medio de montañas de basura donde se levantan nubarrones de moscas y mosquitos.
Esa libertad fascista no tiene ninguna conexión con la convivencia de un pueblo. Esa libertad es la misma libertad con la cual el imperialismo aterroriza y martiriza a la propia sociedad norteamericana, que se ahoga en su prisión libertaria, y en su estatua de la bahía de Nueva York.
Para ser libres de esa libertad fascista hay que ser Chuky, hay que ser hijo de Plinio Corrêa de Oliveira, Hitler, Franco, Mussolini, Rajoy.
El fascismo sabe que la mayoría del pueblo venezolano lo rechaza, la vocación de paz y de respeto a la vida, choca con este terror del fascismo demencial, que ya llega a niveles intolerables.
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