Por Luis Fuenmayor Toro
No me cansaré de repetir que la mejor defensa de los derechos es el ejercicio intransigente de los mismos. Tampoco me cansaré de enfrentar esa perversión de algunos de insultar, ofender y condenar, a quienes ejercen sus derechos. Si alguien no quiere defender su derecho al voto y decide que no votará mientras el CNE siga en manos del gobierno, pues ése es su derecho, independientemente de que esté equivocado. Si en cambio, otra persona decide votar, pues ése también es su derecho y debe ser respetado. Los tribunales en Venezuela no son imparciales, están controlados por el gobierno al igual que el CNE, sin embargo, no abandonamos a los presos políticos a su suerte por este hecho, sino que los seguimos defendiendo en esos tribunales parcializados, que posiblemente los condenarán, aunque no hayan pruebas de haberse cometido ningún delito.
La policía tampoco es imparcial. Obedece directamente al gobierno, lo cual no nos hace dejar de manifestar en las calles, pese al peligro de recibir un planazo, un disparo de perdigones u otro proyectil más peligroso, ser asfixiado por las bombas lacrimógenas, mojado con agua a presión o incluso ser detenido y acusado de instigación al odio, terrorismo y asociación para delinquir, que son las calumnias con las cuales el gobierno delictivamente pretende que la gente no resista, se rinda y deje de luchar. Votar en las próximas elecciones y en las que vengan después es continuar la lucha en defensa del voto, de la democracia, del respeto de los derechos ciudadanos y de la voluntad soberana del pueblo. No votar es rendirse y favorecer al gobierno, que no necesitará hacer trampas para imponerse.
Nada ha logrado la abstención impulsada por algunos líderes opositores, entre ellos María Corina, en estos últimos 25 años. Los únicos triunfos de ese sector violento, voluntarista, sectario y aventurero, se han producido sólo cuando han participado en elecciones. Así, derrotaron a Chávez en 2007 en el referéndum para la reforma constitucional; así han logrado victorias en gobernaciones importantes, en numerosas alcaldías y en la Asamblea Nacional. Incluso hoy, el reforzamiento de su posición beligerante es producto de haber participado en las elecciones presidenciales pasadas. Si no lo hubieran hecho, hoy no podrían andar por ahí diciendo que su candidato ganó, que es el verdadero Presidente electo, que les hicieron fraude, etc., etc. Inaudito entonces que hoy vuelvan con la cantaleta de que con este CNE no se debe participar en ninguna elección.
Los otros métodos usados por esa oposición abstencionista han sido un total fracaso. La invasión desde Cúcuta, a principios de ese siglo, dizque para hacer entrar al país la llamada “ayuda humanitaria”, todos sabemos cómo terminó. Los ruegos y presiones a los gobiernos gringos, ayudados por el exilio cubano en Miami, para que invadiera a nuestro país no han sido atendidos, pese a los esfuerzos hechos con narco gobernantes colombianos como Uribe y Duque y las acciones del traidor Almagro en la OEA. El “solos no podemos” fue una consigna totalmente fracasada. La contratación de mercenarios gringos, como los que invadieron por el litoral central, también terminaron en rotundo fracaso. Sólo electoralmente han sido exitosos, pero los muy brutos desechan el método que les ha dado resultados.
Por lo expresado, es que he aceptado la postulación que me ha hecho la Alianza por el Lápiz, de ir como candidato en el segundo puesto de la lista de Caracas y como candidato principal en el circuito 3 caraqueño, que incluye las parroquias San Pedro, San José, San Bernardino, El Recreo, San Agustín y Candelaria. He vivido en ese circuito desde hace muchísimos años, tanto en San Bernardino como actualmente en San Pedro. No soy un extraño traído de otra parte. He trabajado por años en ese circuito, en San José, como profesor de la Escuela de Medicina José M. Vargas, y en San Pedro como académico de la UCV, de la cual fui su Rector entre 1988 y 1992, período muy movido políticamente, recordemos el Caracazo en 1989 y el golpe de Chávez en 1992.
Lápiz presenta una opción claramente opositora, sin devaneos violentos, sin relación con las acciones de la Coordinadora Democrática (golpe de Estado 2002, huelga general 2001 y 2002, sabotaje petrolero de 2002-2003, abstención electoral en 2005), ni de la Mesa de la Unidad Democrática y sus herederos (manifestantes con escudos de cartón, acciones de la Plaza Altamira, interinato de Guaidó, golpe de los plátanos del distribuidor Altamira, acciones violentas ya reseñadas, abstenciones electorales, asamblea en el exilio). Una oposición sensata, cerebral, sin sectarismos, que defiende la Constitución y la democracia y el voto directo, universal y secreto, que llama a detener el enfrentamiento polarizador y la división del país, para trabajar por Venezuela y las necesidades de su gente.
Comente