¡Silencio! ¡Silencio! ¡Qué todos callen! ¡Que nadie hable!

GASTON GUISANDES 2
13 de febrero, 2017 - 10:10 am
Gastón Guisandes López / Editor del Diario QUÉ PASA

La suma de los males públicos, cualesquiera sea su naturaleza, encubiertos ante la ley para que escapen los culpables de la acción reparadora de la justica y, además, hacerlo escondiendo de la vindicta pública a los implicados en los desafueros, para con el ocultamiento proteger a  sus causantes, termina destruyendo la fe y la esperanza, así como el respeto del pueblo, tanto en la ley, como en el sistema político que se invoca para gobernar en nombre y representación de los ciudadanos, quienes convierten, en momentos equivocados y adversos, a funcionarios con mucho poder que,   investidos de autoridad, terminan, para desgracia y mal de todos, en agentes de la corrupción y desastrosos administradores, que  protegidos por la impunidad y en medio de sus desafueros, destruyen las instituciones que se fundamentan en la democracia.

EL Metro de Maracaibo. Por iniciativa del diario Que Pasa y del programa de televisión, Al Derecho y al Revés, pudimos descubrir que, en terrenos escondidos, totalmente apartados de la vista del público, así como en las instalaciones principales de Oficinas, Patios y Talleres del Metro de Maracaibo, habían más de doscientos cincuenta (250), autobuses YOTONG, entre sencillos y dobles o también llamados de acordeón, dañados —no pocos convertidos en chatarra o canibalizados— y que todo, criminalmente, se escondía para que nadie supiera el desastre en que habían convertido el sistema de METROBUS.

En cuanto a los siete (7) trenes que cubren la trayectoria de la Estación Libertador, hasta la Estación Central, uno (1) de ellos está inservible y canibalizado; cuatro (4) se encuentran dañados, fuera de servicio y solo dos (2) funcionan, aunque uno (1) de estos en cualquier momento se para y con ello se paralizaría el servicio completo.

En el colmo de lo absurdo, muchos de esos autobuses, de excelente manufactura, fueron vendidos a empresarios privados que los explotan en su personalísimo beneficio, cobrando el precio que quieren y, ¡oh, sorpresa!, nunca se dañan: Para ellos si hay repuestos que no se consiguen para METROMARA. ¿De dónde salen y cómo salen estos privilegiados del maligno?

Todos esos buses y cientos más, los necesita la ciudad para  atender los sectores  populares y controlar los abusos que, en precios, debida cobertura de las rutas sociales y trato decoroso,  demandan los usuarios de lo que son la ciudad de Maracaibo, la ciudad de San Francisco y el Municipio Mara, amén de lo que es el servicio interurbano entre todos los municipios del Zulia.

Pablo Emilio Colmenares tendrá que informar que pasó en MOTROMARA bajo su administración y porqué esa suerte de «silencio en la noche», que caracterizó su gestión, ejercida como si fuera dueño y no un administrador obrando en representación de los verdaderos dueños: el pueblo, dejando la realidad que nos lleva a la convicción de que imperó aquello de  «tanto callar, por haber tanto que esconder», especialmente porque recibió una empresa en excelentes condiciones, con el reconocimiento popular de todos los marabinos.

Al nuevo presidente del Metro o a quien pueda sucederlo en tan importante cargo, le sugiero que diga lo que encuentren, tanto lo bueno como lo malo, porque pasado un tiempo razonable, se harán cómplices, por encubrimiento, de cuanto estén en la obligación de denunciar.

 

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