Todavía resuenan las palabras del pirata Uribe, cuando descaradamente declara: «Voy a acabar con el castro-chavismo en Venezuela». La insólita declaración la hace, justo en la primera ocasión de presentar al país, que tuvo la desgracia de verlo nacer, sus impresiones y propuestas, luego de resultar elegido como senador vitalicio al Congreso Nacional. Se suponía que el filibustero, narcotraficante, paramilitar y genocida, ahora lavado por una supuesta elección popular, iba a declarar sobre la realidad colombiana con sus dolores de parturienta pobre, en parte por responsabilidad suya. El pirata se nos viene con una amenaza que está cumpliendo.
Primero es falso que en Venezuela haya lo que él llama un castro-chavismo. El pirata Uribe es un furibundo enemigo del legado por la cancelación de la deuda social y el antiimperialismo que el comandante Hugo Chávez encabezó para Latinoamérica y el Caribe a partir de su llegada al poder por la vía electoral del modelo democrático.
El narcotraficante Uribe, con su actitud frente a Venezuela y su proceso de liberación nacional, lo que está exteriorizando, es su resabio anticomunista. Son sus delirios con Fidel Castro, el invicto comandante que al frente del heroico pueblo de Cuba, derrotó al imperialismo en la Sierra Maestra, en Girón y en varias regiones de África, donde alcanzó el honor de combatir al lado de los que Fidel llamó «los incomparables soldados etíopes, y los valerosos hijos de Namibia», pudiendo libertar a Angola del yugo opresor del Apartheid. (Castro, 1989).
El genocida Uribe está declarado como el pirata que conduce las acciones complejas y variopintas del contrabando de combustible, de medicinas, de libros viejos, de alimentos, de pañales desechables, de toallas sanitarias, el «bachaqueo» de cualquier producto, que como sea es vendido en Colombia por lo menos 20 veces más de lo que fue comprado en Venezuela.
Ahora ¿cómo es que los empresarios colombianos no han chillado como chilla la burguesía cada vez que medio rozan sus intereses? Un chillido muy fuerte, al sentir que sus productos no se venden porque toda Colombia está invadida de los alimentos y productos venezolanos que son de mejor calidad y más baratos, y que al mismo tiempo son necesarios para la vida y su funcionamiento, aquí en esta patria de Bolívar, que el genocida Uribe quiere someter por hambre y desesperación.
Los paramilitares y piratas dirigidos por el genocida Uribe, actúan dentro de Venezuela, y tienen sitiada sus fronteras con su declarado propósito de acabar con nuestra soberanía y con nuestra independencia. Es el plan imperialista para apoderarse de nuestro país, y de sus cuantiosos recursos energéticos. Hace falta acciones más radicales para frenar, esto que ya no es una amenaza, sino una realidad de invasión.
Uribe, es el infeliz artífice de haberle entregado a los gringos la soberanía de Colombia, es el más grande genocida de América Latina; es el repugnante narcotraficante que por medio del corrompido sistema electoral neogranadino llegó a la presidencia, donde se alió con el Mossad israelí y su vieja CIA, para bombardear a la resistencia armada de la FARC-EP, hasta aniquilar a sus cuadros de máxima dirigencia.
El pirata Uribe, le ha prometido al imperialismo, entregarle a Venezuela. Bueno, Los Cuentos de la Cripta pues, es lo que el pirata mayor ejecuta. Pensamos que hace falta algo más que las consignas y los discursos huracanados, para conjurar este gran peligro que ya nos tiene francamente fastidiados.
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