Padecer el bachaqueo como forma de vida

3 de febrero, 2014 - 6:49 pm
Redacción Diario Qué Pasa

La investigación de la fundación Arco Iris de Colombia “La frontera caliente entre Colombia y Venezuela” (2012) es una radiografía de la transformación y reconfiguración del crimen en la zona de frontera, de como funcionan las estructuras criminales de la zona, de los mercados legales e ilegales en los que participan y los grados de penetración institucional por parte de estas estructuras que han mutado de redes de delincuencia común a verdaderas mafias que controlan el estado de vida de los pueblos que la habitan y las ciudades cercanas.

Tiene un capítulo referido a la frontera entre los departamentos Guajira y Cesar y nuestro estado Zulia. Más específicamente referido al contrabando y a las dinámicas criminales que alrededor de este se mueven.Habla sobre todo del contrabando de combustible, pero bienpodemos extender su análisis sobre las cooperativas de alimentos, carga y encomienda que trabajan para la nación guajira.

Muchas de ellas –igual que las cooperativas de combustible– han sido infiltradas por grupos irregulares de los reductos de las AUC, por las llamadas BACRIM, surgidas de estas, por la guerrilla que también tiene presencia activa en el corredor del contrabando, y la corrupción de algunos efectivos militares y policiales de allá y de aquí.Todo esto ha terminado generando una combinación fataly hasta siniestra sobre el bienestar de la ciudadaníazuliana pero sobre todo de Maracaibo.

Varias parroquias nuestras salen a relucir en el estudio: Idelfonso Vázquez, Venancio Pulgar, Antonio Borjas Romero, San Isidro. Lo que pone en evidencia también la relación estrecha que hay entre pobreza y desarraigo y prácticas de sobrevivencia que rayan con la ilegalidad.

No es nuestro ánimo ayudar a forjar estereotipos; más bien hay que adentrarse en estas realidades y comprenderlas en su complejidad para transformarlas. Porque hay que cambiar las cosas que nos suceden allí y las prácticas de comercio ilegal que hoy día nos gobiernan. No se está en la política para ser permeado por la realidad sino para transformarla.

En estas parroquias, por ejemplo, ahora que arrecia la intervención pública para detener este trasvase masivo y nunca visto de bienes y mercancías, hay que hacer mayor presencia y acción de gobierno, fortalecer la organización popular y aprender de sus logros y limitaciones. Hasta ellas llegan las perversas ramificaciones de las mafias mencionadas que con mucho poder en sus relaciones políticas y militares, controlan todo tipo de negocios ilegales, desde el narcotráfico hasta el contrabando de combustible y alimentos, utilizan todo tipo de recursos desde el pago de altísimas comisiones y sobornos y prebendas, hasta la manipulación de la condición étnica y la penetración de las instituciones del estado. A este monstruo nos enfrentamos.

Nos corresponde desarrollar verdaderas estrategias y acciones institucionales de estado, de la dimensión del problema que amenaza con disolvernos como sociedad y como pueblo.

En lo inmediato, con toda nuestra disposición parlamentaria y ciudadana, no queda sino ponerse del lado de las autoridades nacionales y del Gobernador del estado que valientemente han decidido enfrentar con todas las armas de la República y del estado de derecho esta lacra que nos ha alterado la tranquilidad cotidiana.

No es sencilla su intervención; pero no se puede seguir tolerando y dejar de manera resignada que siga el bachaqueo afectando seriamente nuestro estado de vida y de relaciones sociales. El Zulia entero debe alzarse contra semejante estado de cosas.

Ésta es una tierra de trabajadores, productores e innovadores de primer orden. No una sociedad de maulas y revendedores. Trabajo y bienestar; no bachaqueo y desidia.

En estos momentos la patria se juega en el Zulia. Esta cultura del contrabando que ha mutado a lo que tenemos ahora, no puede derrotar a la sociedad más productiva del país.

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