Opinión

Las primarias y la unidad

Luis Fuenmayor Toro
23 de febrero, 2023 - 1:47 pm
Luis Fuenmayor Toro

Por Luis Fuenmayor Toro

 

Las elecciones son una técnica particular que tienen los grupos humanos, unos más y otros menos, para resolver el problema de la toma de decisiones sobre algún aspecto particular de sus vidas. Es una técnica como cualquiera otra, como las que aplican los carpinteros, los electricistas, los computistas, los abogados o los médicos, cuando se enfrentan a las situaciones particulares o colectivas que les son propias y, en general, para realizar el trabajo concreto para el cual han sido formados y están preparados.

Estas observaciones también se aplican a colectivos humanos de distinto tamaño y complejidad, como serían los casos de las industrias, la agro producción, las fábricas de distinta complejidad y la dirección y administración de los estados nacionales.

La efectividad de las técnicas se evalúa en función del logro de los objetivos que se persiguen con su aplicación, lo cual depende de muchos factores. El fracaso se da cuando su aplicación no alcanza los objetivos requeridos, lo cual puede ocurrir porque la técnica aplicada no es la adecuada o no está suficientemente desarrollada para lo que se desea hacer.

Pero también fracasa por el uso de herramientas o insumos inadecuados, el desconocimiento o la impericia de quienes la aplican, los errores que se puedan producir en su utilización y, en ciertos casos, más frecuentes de los que se piensa, el sabotaje de terceros que se benefician con dicho fracaso. No son situaciones hipotéticas las que señalamos, sino casos muy frecuentes en todos los ámbitos de actividad de la sociedad humana.

Las técnicas que se utilizan significan mucho en el logro de los retos que la sociedad se propone, pero no tienen el mismo nivel de importancia que los objetivos que se pretenden alcanzar, ni pueden convertirse en un obstáculo para poder alcanzarlos.

Cuando se esgrimen fallas técnicas para cuestionar unas elecciones, se está renunciando a la posibilidad, que siempre existe, de acercarse a obtener los resultados buscados. Esto ocurre, en el caso de las elecciones primarias planteadas por una parte de la oposición, cuando se cuestiona la ayuda del CNE, la cual puede incluir el suministro del registro electoral existente, las máquinas de votación, el «software» necesario y cualquier otra que se considere importante para el desarrollo exitoso del proceso.

El mayor escollo para el éxito del proceso de primarias es la carencia de un apoyo mayoritario, tanto de los grupos opositores organizados como de los votantes en general. Pensar que el candidato escogido será aceptado como único por el resto es un error mayúsculo. Se ve claramente que no será así. Si en cambio se lo asume como el abanderado de una parte importante de la oposición, se estarían poniendo los pies sobre la tierra, pues eso permitiría buscar maneras de unificarse con los otros grupos opositores, quienes seguramente tendrán otro u otros precandidatos.

Otro elemento importantísimo, que conspira contra el éxito de las primarias es la división severa que existe al interior de quienes las organizan. Es muy difícil, que grupos y líderes enfrentados fuertemente, puedan aceptar un resultado que les sea adverso.

Es claro que María Corina Machado difícilmente apoyará a un candidato distinto de ella. Es que ni siquiera ha dado la seguridad de participar en las elecciones presidenciales si ganara su postulación. Voluntad Popular está en una situación algo parecida, en relación con las precandidaturas del resto de sus antiguos compañeros. Confían en que Guaidó pueda imponerse, pero incluso si así fuera, Guaidó no garantiza alrededor suyo al resto de los participantes. Más clara, en el sentido de la unidad, está la actitud de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y quizás hasta el grupo de Ramos Allup. Además, en unas primarias abiertas, el gobierno podrá infiltrar a su gente como votante y dirigir sus votos para el candidato que más les convenga a sus intereses.

Las primarias también favorecen a los grupos mejor organizados y con mayor disponibilidad financiera, cuyos candidatos no son necesariamente los mejores; la competencia desigual que se genera y los enfrentamientos que se producen dejan heridas importantes en los grupos participantes, las cuales afectan sus conductas unitarias posteriores y el cumplimiento de los acuerdos. Sin embargo, si logran realizarse y triunfa un candidato que realmente desee la unidad con otros sectores de la oposición, sería un avance en el espinoso camino que su logro significa.

Sobre las primarias y el consenso

  • No pienso que de las elecciones primarias pueda salir la solución opositora para las elecciones presidenciales de 2024, que sería tener un único candidato y programa apoyados por todos los participantes en dicho evento. La gran heterogeneidad de los partícipes lo hace imposible. Y con seguridad, el triunfador tampoco tendría el apoyo automático de la oposición que no participa de esta forma de escogencia y que ha señalado al consenso como la fórmula ideal para alcanzar acuerdos.
  • Hay además un enfrentamiento interno adicional entre quienes participan de las primarias, por lo menos de dos grupos importantes: el representado por Capriles y Rosales, por una parte, y el de María Corina Machado y Leopoldo López, por la otra. Es más, no está claro que estos últimos terminen participando en las elecciones de 2024, pues éstas se harán con el CNE actual o uno parecido, con el conteo electrónico de los votos y sin la posibilidad real de que todos los venezolanos que están en el exterior puedan votar
  • Unas primarias entre candidatos tan disímiles, con historias y proyectos tan diferentes, pareciera tener la diversidad y las complejidades de una elección presidencial, en la que compiten proyectos a veces diametralmente opuestos. El triunfo de un candidato se asemejaría entonces a la victoria electoral de un Presidente, la cual puede y debe ser reconocida por los participantes, pero que no significa que quienes lo enfrentaron electoralmente lo consideren uno de los suyos ni que le trasladen las simpatías que tenían por su candidato, por lo que el ganador sigue siendo considerado como un adversario.
  • Sin embargo, parecería que las primarias han levantado cierto entusiasmo en el sector opositor que las impulsa y ha logrado atraer la atención incluso más allá del mismo. A esto ha contribuido la atención prestada por los medios de comunicación, la intensa y costosa propaganda desplegada y el estímulo dado por el mismo gobierno, aparte de que una diferencia con el consenso es que las primarias son un hecho concreto que todos pueden apreciar, imaginar su desarrollo y pensar en sus resultados, mientras que el consenso carece de esta concreción y no es visto con la misma claridad por la población electoral.
  • Las encuestas dan a María Corina Machado y al «Conde del Guácharo», como los favorecidos por quienes votarán en las primarias de la oposición hasta hace nada abstencionista y aventurera. Ya tienen fecha para octubre del año en curso. Pero aun alcanzando las cifras dadas en las consultas, siempre será un apoyo minoritario en relación al padrón electoral y a los votos alcanzados por el PSUV en los últimos procesos. Además, como ya sugerimos, pese a que todos los competidores acepten los resultados, no todos los seguidores de este sector votarán por el ganador, pues sus diferencias son muy grandes.
  • Para que el gobierno de Maduro acepte entregar el poder se deben dar dos condiciones: ganarle por una amplia diferencia de sufragios, digamos un millón de votos, y una negociación que les garantice que no serán perseguidos por razones de retaliación política. Esto desde ya significa que dirigentes como María Corina no podrían asumir el poder, pues han hecho de las amenazas y la persecución, el centro de su política. No es el caso del «Conde del Guácharo», ni de Capriles Radonsky, ni de Manuel Rosales.
  • Si los votantes de las primarias escogieran en forma inteligente el candidato presidencial, tal y como un grupo de venezolanos lo propuso en las elecciones de gobernadores con la consigna del «voto ciudadano inteligente» dirigirían sus preferencias hacia alguno de los tres últimos candidatos señalados. Con ellos, además, se podría buscar el consenso en una segunda etapa de este largo y tedioso proceso de negociaciones. María Corina, además, unificaría al chavecismo «madurista» y, cuidado, a otros no tanto, que podrían sentirse amenazados por su política persecutoria de retaliación. Esto la hace ser adicionalmente una candidata más facilmente derrotable por el PSUV.
  • La salida con este tipo de candidatos y con aquellos que surjan del sector democrático de la oposición sería la de «ponerse de acuerdo por Venezuela». Se complementarían dialécticamente los resultados de las primarias con los de quienes llaman al consenso.
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