¡Contrabando de extracción!

18 de febrero, 2015 - 12:28 pm
Redacción Diario Qué Pasa

La inteligencia, correspondida por la razón y como consecuencia inevitable del binomio: la reacción, conducen a la opinión pública a formarse un juicio de valor, tomar posiciones como resultado de ello y asumir conductas frente al flagelo social que nos infama, nos golpea económicamente y nos deja desamparados por la ley: El contrabando de extracción de alimentos, medicinas, bienes esenciales y todo tipo de productos saliendo por las fronteras causa escases y por momentos carencia absoluta, desabastecimiento y superinflación que ya, transcurrido el tiempo y desde que la realidad se nos mostró en carne viva, va para tres años y se convirtió en sacrificio, penurias y sufrimientos que el pueblo vive y tendrá que padecer, sabe Dios por cuánto tiempo más.

Hablamos de un asunto de orden público e interés general que afecta a la población y los ciudadanos rechazan, con toda la fuerza de su ser, la pasión de su alma y su capacidad para razonar: «Quien tenga ojos que vea y oídos que oiga».

Que un reducido número de personas, todas al margen de la ley, convertidos por fuerza de los hechos en delincuentes natos, reincidentes y contumaces, sigan enfrentados a las potestades, obligaciones y poderes de un Estado que enarbola la bandera de las leyes y cuenta con la fortaleza de los recursos humanos y la fuerza de las armas, es llegar al final del camino y no saber que hacer.

Estamos frente a una agresión brutal: Las autoridades militares fueron desbordadas por los contrabandistas en medio de la comisión continuada de los delitos en que incurren: Extracción dolosa de todo tipo de mercancías, especialmente de alimentos de primera necesidad, corrupción del funcionario público, daño grave intencional causado a la población en general, evasión de impuestos e incitación a delinquir.

Producto de tan agobiante práctica, el pueblo está convencido de que vencieron los wayúu y los alijunas. Quienes contrabandean personalmente, como cuantos los financian ganaron la guerra y contra ellos nadie pudo, ni podrán; Peor, los ciudadanos de bien, esos millones que no delinquen, contra los pocos miles que si lo hacen, quedaron sometidos a sufrir condiciones y trato humillante, haciéndolos sentir como si de delincuentes se tratara, cuando en realidad son víctimas de los bandoleros de cada día.

La Gobernación del Zulia, la del Táchira y otras gobernaciones fronterizas poco pueden hacer para impedir el contrabando de extracción y su secuela de consecuencias. A los gobernadores, por ser la cabeza visible del Gobierno en su ámbito local, toca dar la cara ante un público que ni un plato de la vajilla destruida rompió.

En las cadenas de supermercados, mercados, abastos, bodegas y tienditas, así como en calles y avenidas, se adquieren los alimentos y cuanto se necesita para uso personal y del hogar, pero viéndose obligados los consumidores a padecer largas colas u aceptar normas de condicionamiento que los obliga a comprar lo que no necesitan para adquirir lo que sí necesitan, gastando 500 bolívares mínimos para acceder a los productos regulados —los que encuentre—, someterse al sistema biométrico de control y a la guerra económica, en medio de la cual están los dueños de las grandes cadenas de venta de alimentos.

En todos los expendios, con ladina intención política dicen, que cuanto imponen a los compradores es por mandato del  gobernador o que así lo ordenó el Presidente.

Que quede claro: La única solución, al gravísimo problema del bachaqueo, la tiene la Guardia Nacional, la cual, como Autoridad de Resguardo que es, está en la obligación de impedir la salida de todo tipo de productos por nuestras fronteras, aplicando el peso de la ley a los contrabandistas infractores con quienes ningún arreglo puede hacerse: La cárcel, el decomiso de la mercancía y la confiscación de todos los bienes de los contrabandistas, tanto a los actores  materiales, como a los intelectuales, son las sanciones que aflojarán los calzones al más pinta’o.

Solo el poder militar, nadie más, puede actuar dada la dimensión y alcances del gravísimo, delicado y trascendente asunto, que a su vez lleva ínsita una connotación política de primerísimo nivel y que no podemos perder de vista ni un segundo: Ganar la Asamblea Nacional con, al menos, 110 diputados, a cuyo efecto tenemos que apartar todos las piedras sembradas en el camino. 

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