Hombres e ideas del petróleo venezolano (I)

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9 de diciembre, 2013 - 2:45 pm
Redacción Diario Qué Pasa

 

Foto: Agencia

El debate petrolero en Venezuela tiene vigencia desde hace 100 años. Después que Juan Vicente Gómez entregara el destino y desarrollo de la explotación y el negocio petrolero a las transnacionales, allá por 1909-1910, hubo siempre venezolanos que incursionaron en la polémica sobre la política petrolera nacional. En lo que a mí respecta, debo señalar a mis lectores que desde abril de 2002 estudio, investigo, analizo, escribo y diserto sistemáticamente, con mucho énfasis, sobre la economía y la política petrolera de Venezuela y el mundo, siempre en una constante búsqueda de la verdad. Desde muchos años antes, porque nací en Cabimas, me crié y estudié primaria en Mene Grande, secundaria en La Concepción, descendiente de un obrero que laboró desde 1924 hasta 1964 en la Venezuelan Oil Company y en la Shell Caribbean Company, me levanté con olor a hidrocarburos. Desde adolescente estudié en el Centro de Entrenamiento Artesanal de la Shell y en la Escuela Técnica Industrial de Lagunillas y Cabimas respectivamente, por lo que era lógico que terminara inclinándome por esta rama de estudios desde las aulas de la Escuela de Economía de LUZ. Y en la medida que más estudio e investigo, mayor es el ansia por descubrir nuevos escenarios en las áreas de economía y política petrolera, cada vez más, para mí, intrincados e indescifrables.

Hoy he querido incursionar en el pensamiento económico venezolano, el cual ha estado fuertemente impregnado en los últimos setenta años por el debate petrolero, mucho antes, sin embargo, el doctor Gumersindo Torres (Coro, 1875-Caracas, 1947), aleccionado y asesorado por el doctor Pedro Manuel Arcaya, tomó iniciativas desde su cargo de Ministro de Fomento para introducir disposiciones legales en torno a la explotación petrolera por parte de las concesionarias transnacionales. El 19 de junio de 1920, el Congreso promulgó, bajo sus instrucciones, la primera Ley de Hidrocarburos que aumentó las rentas superficiales y permitía a los propietarios obtener concesiones, incrementó el área de las reservas nacionales y disminuyó considerablemente la lista de artículos de libre importación por las compañías petroleras, las cuales protestaron dicha medida ante el propio general Gómez. Sus disposiciones, muy avanzadas para la época e inspiradas en las leyes de otros países con mayor desarrollo, no fueron del agrado de esas compañías extranjeras, quejándose ante el mandatario Juan Vicente Gómez, quien ordenó la derogación del instrumento legal que recién había sido sancionado para su ejecución. Por tal motivo, y con base en determinadas inconsistencias en el texto legal, más la negativa a adquirir derechos particulares, las empresas actuaron concertadamente hasta lograr la sanción de una nueva Ley de Hidrocarburos el 2 de junio de 1921 y otra, más condescendiente aún, el 9 de junio de 1922. Luego de esto, Torres fue removido del Ministerio de Fomento.

Pedro Manuel Arcaya (Coro, 1874-Caracas, 1958), cumplió un papel de indudable preeminencia en la redacción de las primeras leyes venezolanas en materia petrolera; así señala que: «…la entrada al país de las compañías explotadoras del petróleo ha sido un grandísimo beneficio a la Nación… no quiero, sin embargo, hacer mío ese mérito y sí exponer mi verdadera actuación en la materia de petróleo, que consistió en elaborar la legislación que ha implantado el desarrollo de esta industria, no en hacer ni refrendar concesiones, pues no he sido nunca presidente de la República ni ministro de Fomento…». Más adelante expresa: «…Mas, cualquiera que sea el concepto que se tenga acerca del modo con que se dieron esas concesiones, de 1918 a 1922, ya he dicho que en lo que a mí respecta ninguna intervención tuve en su otorgamiento… sí la tuve, y grande, en la elaboración de la legislación que las rigió y ha seguido rigiéndolas en beneficio de la Nación; y esto era lo interesante, pues a ella no le importa que sea equis o zeta quien pague la renta petrolera con tal de que se creara, como se creó, esa renta que enriquece el Patrimonio Nacional».

Más adelante, ya en la década de 1930, el doctor Manuel R. Egaña (Zaraza 1900-Caracas 1985) y el doctor  Alberto Adriani (Zea 1898- Caracas 1936), se influyeron mutuamente para la construcción del ideario de febrero de Eleazar López Contreras en 1936. La influencia del merideño, cuya formación económica labrada en Europa y los Estados Unidos tenía la solidez teórica de los mejores  economistas del momento, influyó notablemente en el pensamiento de Egaña, y éste, a su vez, entregó lo mejor de su bagaje jurídico a Adriani, quien entregó al Congreso de 1936 su proyecto de país, donde plasmaba sus ideas con respecto a utilizar la renta petrolera para el desarrollo de la agricultura, única que, según él, podía garantizar en el tiempo la sustentabilidad del desarrollo económico de la Nación.

La fugaz aparición de Alberto Adriani en el escenario político y económico del país estuvo acompañada luminosamente por otro de los economistas (por adopción) más notables del siglo XX venezolano:  Manuel R. Egaña. Entre ambos dieron al país un legado de extraordinarias dimensiones que trataremos brevemente en la próxima entrega.

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