Enrique Parra
El avance de la democracia en su evolución institucional contemporánea ha sido determinado por los partidos políticos, fundamentalmente en la construcción de la socialización política, propiciadora de la participación ciudadana en la relación dialéctica: demandas sociales y respuestas estadales.
En la progresiva transformación del Estado democrático, los partidos políticos en gran medida han organizado y dinamizado la lucha constitucional por el poder, con clara opción de alternabilidad democrática y pacífica desterrando la histórica violencia militarista en Latinoamérica.
Desde dicha perspectiva democrática, en Venezuela uno de los países con democratización temprana en América Latina (a mediados del S.XX) y de partidos políticos consolidados y de fuertes apoyos populares, se observa como en los últimos veinte años esos partidos tradicionales ( AD, COPEI y el MAS entre otros), han experimentado un incontrastable deterioro político organizativo.
Tal desvencijamiento político de la partidocracia tradicional, se profundiza con la aparición de nuevas organizaciones con fines políticos engendradas en sus propias entrañas (unt, pj, vp, etc) y representadas por nuevas generaciones de dirigentes, que hipotecan su destino político al tutelaje del hegemón norteamericano. Sumiéndose en la estrategia imperialista, de derribar al democrático Gobierno Bolivariano.
Ese comportamiento político les conduce a desatender a la militancia y al activismo político desde sus enarboladas tesis programática, antecedentes históricos, estructuras organizativas, símbolos, colores, tarjetas electorales e ideologías en aras de una unidad partidista en el desconcierto ante la nueva realidad política (coordinadora democrática, mesa de la unidad, pupu, etc.), cómo única probabilidad de derrotar electoralmente al insurgente liderazgo revolucionario (Hugo Chávez), amalgamado con las mayorías populares demandantes de cambio y transformación de la democracia representativa cuartorepublicana.
Tal unidad estratégica opositora incoherente y compelida es derrotada electoralmente, razón por la cuál recurren a la violencia golpista, en su misión de derrocar a la Revolución Bolivariana.
Frente a la también fracasada arremetida fascistoide, el gobierno norteamericano y sus adláteres de la UE optan por sancionar y bloquear criminalmente al pueblo venezolano, con la complicidad de una claque dirigencial criolla refugiada en el celestinaje occidental.
En este contexto histórico político victorioso de la democracia participativa y protagónica, a las élites tradicionales de la anquilosada democracia representativa, no les importó traicionar a los partidos políticos que habían apuntalado en la cuarta república y carcomer a sus engendros. Ya la democracia poco importa, se trata de hacerse del poder sin escatimar medios a su alcance, para ponerlo al servicio de intereses antinacionalista y medrar de sus migajas.
En conclusión, la democratización del Estado se soporta en los partidos políticos, en tanto que, promueven e impulsan la participación política y procesos electorales para dirimir el poder, Constitucionalmente y en Paz.
ENTREVEO N° 96
Maracaibo, 24/04/2022.
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