Democracia, participación y revitalización del chavismo social y político

1 de diciembre, 2014 - 2:05 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Ejercer la política como acto de intervención de la realidad, con el propósito de transformarla atendiendo a las demandas de las mayorías, requiere organización. Es poco, casi nada, lo que se logra desde la desorganización, sino que lo diga la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Las energías humanas, dispuestas al unísono bajo una dirección y unas reglas convenidas, un programa de acción y unos valores, empujan logros imposibles de alcanzar de otra forma.

El proceso de renovación de autoridades que cierra el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en febrero del 2015 es inédito en participación, democracia interna y revitalización de la dinámica social que anima organizativamente a sus cuadros, militantes y liderazgos. Para entonces se habrán electo por la base, la dirección municipal, regional y nacional. Y la organización sociopolítica más amplia, nacional y más representativa del chavismo, afrontará procesos de elecciones legislativas y de alcaldes y gobernadores, renovada y vitalizada por el ejercicio de la democracia entre sus miembros, entre sus liderazgos y entre estos y las autoridades. El virus de la desunión y las amenazas contra la unidad se combaten desde la democracia y la participación de su militancia en el destino del partido y del gobierno.

Se equivocan los pájaros de mal agüero, profetas del desastre, cuando desdeñan el trabajo organizativo que ha significado el movimiento social, que a lo largo de los últimos fines de semana se ha dispuesto para elevar los niveles organizativos y de participación de la militancia a lo largo y ancho del territorio nacional. Insisto: sin organización el poder se diluye y queda a merced del arribista y vividor de siempre.

La cuestión organizativa es la mitad de la política. Ha ocurrido, si hacemos caso de la prensa y los opinadores opositores, la movilización de cerca de un millón de militantes solo en el proceso de elección de los Círculos de Luchas Populares (CLP) el domingo 23 de noviembre. ¡Y lo dicen con desprecio! Ya quisiera la MUD disponer de un censo de al menos una parte de ese millón de militantes que se ha movilizado solo ese día. Pero no, esa chusma es despreciable; la sociedad civil es la que se encadena al obelisco de Plaza Altamira.

Con absoluta responsabilidad y autoridad digo que el proceso ha sido exitoso en todos los sentidos. La participación de la militancia en Maracaibo es muy superior a la que le endilgan. Y en el oeste de la ciudad, especialmente, vive un partido muy vivo organizativamente, sacrificado y militante, con liderazgos que piden atención y recursos.

La revitalización de la vida interna del PSUV se palpa en los debates, en la participación, en la disciplina de la militancia, para formar parte de las instancias de decisión. La militancia opositora se desgañita en cambio para participar en espacios secuestrados por la MUD. Y la organización va así formando liderazgos nuevos que se ven en la obligación de granjearse su espacio en la dinámica social del barrio o comunidad y no a partir de cargarle el maletín al diputado, al concejal, al director de algún despacho o al presidente de alguna empresa pública.

Así pues la democracia, la revitalización de la vida interna, la preocupación por la dimensión organizativa, la participación y la movilización para decidir respecto de los destinos del PSUV y del gobierno, constituyen el balance de todos estos últimos fines de semana de vida intensa de trabajo y activación en la organización del chavismo social y político que es mayoría en el país.

Tendremos un balance definitivo cuando termine el proceso de relegitimación de las estructuras del PSUV el próximo fin de semana, pero solo será el cierre de un proceso desde ya exitoso, con mucha vitalidad y prometedor. Los desafíos y retos del chavismo están en un momento crucial, pero solo desde la democracia y la unidad interna, podemos enfrentarlos y salir victoriosos.

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