Crisis democrática y prejuicios políticos

31 de enero, 2016 - 3:07 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Es innegable en el plano político-democrático la existencia de grupos de poder que se alternan en el ejercicio gubernamental mediante el sistema de elecciones, originando en el plano de la praxis verdaderas desfiguraciones, conduciendo esto no solo a deformar la democracia y enfrentamientos entre los sujetos políticos de acuerdo a su particular manera de analizar sus intereses deberes y derechos.

Es evidente que los desniveles económicos existentes entre los grupos del poder del sistema democrático desvirtúan los principios de libertad, igualdad y justicia.

En tal sentido visto los hechos desde esa perspectiva desigual, podemos hablar de una «crisis» a raíz del avance de la representación de la ultra-derecha-neoliberal que maneja una visión diferente de los principios democráticos, creando de esta manera una degradación de lo que es una verdadera democracia con beneficios para todo el pueblo.

En democracia (en teoría) las leyes obligan tanto a gobernantes como a gobernados reposando la concepción de la democracia en una doctrina social contraria al individualismo, pero con interpretes que privilegian los principios y derechos individuales lo que hace descender la democracia del cielo de los principios a la tierra donde los intereses chocan y sus conductores se enfrentan por imponer cada uno su hegemonía. Los proyectos democráticos que están al margen de los principios de libertad, igualdad y justicia están condenados a fracasar y no serán viables en ningún tipo de sociedad.

El sistema democrático tiene cuantiosos enemigos, destacándose la derecha reaccionaria y poderosa económicamente, que perenne en su accionar continuo esta empeñada, con sus políticas antimayoría, en destruir la democracia, desdeñando y oponiéndose a gobiernos progresistas de orientación democráticas haciéndolos ver ante el colectivo como el gobierno de los malogrados, ineptos e incapaces.

Llegado a este punto preguntamos: Deformada, frágil, vulnerable, corrompible y casi siempre corrupta, ¿tiene todavía la democracia algún sentido?

La respuesta es sencilla y concluyente: si tiene verdadero sentido la democracia, debido a que esta conectada  con la libertad como sentido de fin para la política. «La Libertad es el fin de la política, no su sentido».

Un problema que se presenta en forma frecuente en política es la existencia de prejuicios y tal posición genera en el político prejuiciado la sustitución del juicio, resultando sumamente peligrosa en cuanto afecta la capacidad de juzgar y por ende la voluntad de cambio haciendo lo nuevo raro y lo viejo predominante ¿Qué hacer frente a la crisis y los prejuicios políticos que agotan la democracia?.

El pluralismo democrático presenta y permite el consenso político como vía para la solución de problemas y destrancar el juego democrático. Recurramos a la cohabitación política mediante el diálogo  esta vía es posible y ha sido ensayada en  muchos países del orbe, recordemos a Lenin que cohabito con los enemigos de la revolución bolchevique mediante la aceptación de los fundamentos de la NEP retrocediendo ideológicamente como estrategia.

Si la cohabitación política no es segura implementemos acuerdos legales entre oposición y gobierno sobre la base de la solución de los problemas económicos en interés de el país. Despejemos de esta manera la demagogia y el sectarismo, ya sea en su versión revolucionaria, o en la versión mayoritaria, o en ambas a la vez.

«Todo pasa por una nueva interpretación (Juicio Político) de la relación entre igualdad y libertad donde no se incurra ni en el error de confundir la igualdad con la pasión igualitaria o igualitarismo, ni en la falaz identificación de libertad con la independencia privada»,  o el «laissez passer» economicista del neoliberalismo.

Con esto demostraremos que queremos para nuestro país una sociedad altamente democrática con libertad, orden, moralidad, cultura y educación en lugar de una sociedad supuestamente democrática (por que se celebran elecciones y se eligen gobernantes) entregadas a dogmas, miedos, ignorancia, soberbia, hegemonía, improvisación, intransigencia e irrespeto, todas peores que los yugos mas pesados  que se han sucedido sobre los hombres desde la caída del imperio Romano.

Una cosa si es cierta en un sistema democrático, ni la renuncia del presidente de la república, ni el adelanto de las elecciones, ni el golpe de estado, ni el referéndum revocatorio presidencial, solucionan los problemas existentes por cuanto ellos obstaculizan los acuerdos y favorecen el conflicto, y lo que se busca en la hora actual es dirimirlos y resolverlos dentro de el respeto institucional que debe privar por encima de cualquier situación.

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