Basura, «guarimba» y desorden público

24 de febrero, 2014 - 3:34 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Llevamos diez días con dos realidades evidentes y contrapuestas. La que viven los barrios populares o municipios como San Francisco o Mara o los sectores populares del oeste de Maracaibo, en los que si hubo algún foco de disturbio no pasó de lo anecdótico; y la que viven los sectores de la llamada clase media hacia el norte y el este, en donde ha reinado la tranca, el humo, el caucho quemado, la barricada, las aceras destrozadas, la basura desperdigada por obra y gracia de violentos, y donde las plazas fueron tomadas como trincheras de lo que se decía iba a ser la avanzada de un levantamiento popular.

Zozobra y caos, sobresalto y tensión nerviosa que quiebra cualquier posibilidad de acuerdo y desarregla la convivencia vecinal y social. ¿Por qué si muchas de las «guarimbas» se montaron al lado de las colas de los súper o de los bancos repletos de gente cobrando pensiones y/o misiones, no hubo pueblo llano en apoyo de las manifestaciones? Es para reflexionar. Se vive envenenado con lo que se cree es la realidad, siendo que no pasa de ser «mi realidad».

La mayoría social se mueve en otro plano de intereses y motivaciones, de allí que Barrio Adentro de la Maracaibo popular la cosa nunca prendió, aunque las urbanizaciones de pedigrí estuvieran entre cercos y humo afectando especialmente a la misma vecindad. La historia de los últimos años en el país, es que la «guarimba» no construye mayoría, ni da votos.

Tips

√ El director de la Policía Municipal anunció públicamente que tenía identificado al grupo de vándalos (entre 12 y 15) que comenzaron con la «guarimba» y los desmanes públicos de quemas, barricadas y reguero de basura. Luego se calló. ¿Qué pasó? ¿Serían los mismos que le recibieron a tiros en la sede del Imtcuma y que además quemaron tres carros? O se llevó la sorpresa de qué, al indagar sobre su identidad. Un dato señor director, para que lo sume al grupo de los 12 o 15: en la parroquia Caracciolo Parra Pérez los que se ocuparon de alzar fogatas, el cierre de calles y cercar el libre tránsito, incluso de manera insólita frente a la sede del mismo 171, fueron miembros del aparato administrativo de la Alcaldía y la dirigencia reconocida del partido de la Alcaldesa.

√ Las cuatro unidades de recolección de basura que el Gobierno nacional entregó a la Alcaldesa ya fueron puestas al servicio de la empresa Statistics C.A., una de las tantas operadoras que bajo condiciones desconocidas hacen de la basura su negocio. Mucho malestar en los trabajadores del Imau, por el desmantelamiento del instituto para favorecer intereses particulares.

√ Muchos se refugian en la vocación pacífica de las manifestaciones. Lo que se escuchaba a través de la aplicación Zello de comunicación a distancia (walkietalkie) no eran precisamente loas a la «no-violencia». Allí se exponía la coordinación de los cierres de calles, la disposición de material «guarimbero» y el lenguaje soez y virulento contra cualquier simbología chavista. Y, no faltaba más, de vez en cuando se dejaban oír las evidencias del apoyo de la Alcaldesa.

√ La Alcaldesa dice ahora ser la madre de los estudiantes. ¿De cuáles? De los que espontáneamente se movilizaron en favor de una idea u objetivo, o los que andaban en otros planes. Todos estos días guabineó entre el espacio de diálogo que el Gobierno nacional viene construyendo para la pacificación y la «guarimba» con la que sueñan sus aliados, como salida a los problemas nacionales.

Las motos y patrullas que se le entregaron bien pudieron servir para devolver el orden público perdido; ojalá no sirvan luego para reprimir a los trabajadores del ayuntamiento que reclaman sus derechos, como los bomberos. Nada dijo de las plazas quemadas, del destrozo de oficinas públicas y de la afectación de la propiedad privada de pequeños y medianos comercios.

¿En qué quedamos Alcaldesa, con qué lado está? ¿Con la ciudadanía que reclamaba orden y civismo o con su aparato administrativo y la dirigencia de su partido que le pedía fuego? Por lo demás, debería cuidarse, porque la gente de clase media no hacía sino mentar a la madre de los violentos que impedían la entrada y salida de las urbanizaciones.

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