Análisis comparativo de la devaluación y la inflación en Venezuela (I)

16 de marzo, 2014 - 2:15 pm
Redacción Diario Qué Pasa

La memoria estadística es uno de los más valiosos recursos de los economistas, actuarios, matemáticos, profesionales y técnicos de variadas disciplinas para sus análisis; insistir en ello nunca es suficiente. Las series estadísticas muestran datos matemáticos, económicos en años y/o períodos sucesivos, y en el lenguaje de los economistas se denominan indicadores micro y macroeconómicos. También, como complemento, se manejan en el lenguaje de los investigadores sociales, los términos indicadores sociales.

Hoy queremos insistir en el comportamiento de la devaluación del bolívar y la inflación, dos fenómenos económicos de trascendental importancia y de innegable interés, ya que los mismos preocupan a todos los venezolanos. Para ello acudimos a la información estadística que permanentemente nos suministra el BCV, a la cual todos tenemos acceso. Dilucidemos primero el concepto económico de cada una de estas expresiones.

De acuerdo al Banco Central de Venezuela, la devaluación de una moneda «consiste en la decisión por parte de la autoridad monetaria, de la reducción del valor de la moneda nacional (el bolívar) respecto del valor de las monedas extranjeras. Se manifiesta como un aumento en el tipo de cambio nominal, es decir, se requiere mayor cantidad de unidades monetarias nacionales (bolívares) para una misma cantidad de moneda extranjera».

La inflación, por su parte, es definida como el alza sostenida de los niveles promedios de precios, simples o ponderados de bienes o servicios individuales o colectivos vigentes durante un período y espacio determinado (años, semestres, trimestres, meses, semanas), cálculos que son realizados por órganos e instituciones públicas (BCV e INE) y privados (generalmente universidades y encuestadoras), recabando la información necesaria mediante muestras a lo largo y ancho de todo el territorio nacional de un período a otro; de esta manera, se pueden obtener índices de inflación en una semana, un mes, un trimestre, un semestre, un año, etcétera).

Cuando sucede lo contrario, o sea menor a cero (<0,0) entonces el fenómeno se llama deflación, como ocurrió en Venezuela en los años 1953 (1,7), 1955 (0,8%) y 1962 (0,8%). Los tres índices más altos de inflación en nuestro país se registraron en los años 1996 (103,2%), 1989 (81,0%) y 1994 (70,8%).

En Venezuela, los estudios sobre la inflación son relativamente recientes. Hasta la década de 1960 se mantuvo en un dígito; es a partir de la década de 1970 cuando la tasa de inflación registra valores de dos dígitos, los cuales se asientan en la estructura económica con marcada persistencia a partir del año 1986 con 12,7, y siguientes, con 40,3; 35,5; 81,0 en 1987, 1988 y 1989, respectivamente. Durante las décadas de 1950 y 1960 la inflación promedió 1,1% y 1,3%, tasas estas que fueron sustancialmente menores que las registradas por los principales países industrializados.

En cuanto a las características que rodean a la devaluación del bolívar, lo que también se conoce como el tipo de cambio, y su relación con el control de cambio, vale decir que son fenómenos sui géneris en economías rentistas o rentísticas como la venezolana. Tan es así que, tanto en gobiernos con orientación marcadamente capitalista, como el que prevaleció entre nosotros desde 1959 hasta 1998, como el vigente a partir de 1999, los desajustes y/o anomalías en la paridad cambiaria y en la inflación, acusan marcados desequilibrios.

Esta situación merece otra explicación. Luego de la aparición de la riqueza petrolera en nuestro país, el comportamiento de su economía ha pasado por una deformación estructural inocultable, por lo que debemos decir, en aras de la verdad, que los cambios estructurales que necesita Venezuela para enrumbar su economía, no puede ser, ni queremos que sea en stricto sensu, la propuesta por los 48 «notables» economistas en un documento de reciente data, todos ellos en la cuadratura neo o liberal, en razón de que ninguna responsabilidad atribuyen a la «burguesía empresarial», la misma que abandonó irresponsablemente el camino de la industrialización que traía Venezuela hasta inicios de la década de 1980.

Como señala Grisanti (2007): «El PIB industrial había mostrado un espectacular incremento de 1.400%, al pasar de 1% en 1949 a 12,9% en 1958 y al 15,2% del producto nacional en 1964, al amparo del modelo de «sustitución de importaciones», iniciado en Venezuela en 1959, manteniendo índices de crecimiento que la llevaron  a 18% en 1976 (sic). Para 1998, ese índice había bajado a menos del 8%. Esa deformación estructural agravada por el crecimiento acelerado del ingreso en los últimos años, con una producción industrial manufacturera y agroindustrial en franco deterioro, con un empresariado maula, parasitario, porque que se dedicó a vivir del erario público y de las importaciones, y embarcado en una aventura desestabilizadora imprudente, ha tenido su cuota parte de responsabilidad en la situación de deterioro actual del aparato productivo venezolano.

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