«Me retiro con la tranquilidad de haber entregado lo mejor de mí», dijo la canciller colombiana, Laura Sarabia
Laura Sarabia, presentó este jueves su renuncia al cargo por diferencias con decisiones del Gobierno, según informó en una carta dirigida al presidente Gustavo Petro.
«Mi renuncia es el resultado de una reflexión profunda», escribió Sarabia, quien aseguró actuar por responsabilidad con su conciencia y con el país. La ahora exministra agregó: «Me retiro con la tranquilidad de haber entregado lo mejor de mí».
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Aunque no lo menciona directamente, la renuncia ocurre en medio de una disputa sobre el contrato para la fabricación de pasaportes, que ya provocó la salida de dos cancilleres previos.
El conflicto resurgió esta semana, cuando el nuevo jefe de gabinete, Alfredo Saade, anunció que el gobierno firmará contrato con una empresa portuguesa, contradiciendo la decisión previa de Sarabia de extender el contrato con Thomas Greg & Sons, actual proveedor.
Una «hormiguita organizadora»
Sarabia deja la Cancillería luego de apenas cinco meses en el cargo, que asumió con apenas 30 años. Hoy tiene 31.
Ese era el cuarto alto cargo del gobierno que ocupaba por designación de Petro.
La saliente canciller pasó en pocos años de ser una persona desconocida entre la opinión pública a ser una funcionaria poderosa en la que el presidente depositó su confianza.
Que Petro le diera tal protagonismo en su gobierno despertó suspicacias, pero él justificó los sucesivos nombramientos resaltando sus capacidades.
De hecho, al reaccionar este jueves a su renuncia, dijo que Sarabia fue «vital» para su campaña presidencial por su «orden y disciplina» y la describió como una «hormiguita organizadora».
Su salida es el punto final de un distanciamiento con Petro que había empezado hace varios meses por una disputa entre facciones dentro del gobierno.
Laura Sarabia fue una figura divisiva en el gabinete.
«No me parecen (…) las actitudes de Laura Sarabia con nosotros, conmigo, que me ha tocado decirle: ‘Respéteme. Soy la vicepresidenta’», expresó Francia Márquez en un consejo de ministros en febrero mientras estaba sentada al lado de la entonces canciller.
La ex ministra de Ambiente, Susana Muhamad, por su parte, acusó a Sarabia ante los medios de «encerrar» al presidente, ya que funcionaba como una especie de filtro entre Petro y los demás altos funcionarios.
Su llegada al corazón del poder
Sarabia, quien es politóloga, creció en una familia de clase media bogotana. Su padre hizo su carrera en la Fuerza Aérea Colombiana.
Comenzó su camino profesional como asesora del entonces senador y hoy ministro del Interior, Armando Benedetti.
Cuando Benedetti se convirtió en el estratega de la campaña de Gustavo Petro en 2022, la llevó consigo.
Sarabia logró volverse indispensable para el presidente durante la campaña; tanto así que, una vez posesionado, Petro la nombró jefa del Despacho Presidencial. Ese poderoso rol le permitía manejar la agenda del presidente y coordinar a los ministros.
El «niñeragate» y otros escándalos sucesivos
A ese cargo, sin embargo, Sarabia tuvo que renunciar como resultado del escándalo que se desató cuando Marelbys Meza, la niñera de su hijo, reveló a la revista Semana que había sido sometida, presuntamente de manera ilegal, a una prueba de polígrafo dentro de la Casa de Nariño (la sede de la Presidencia colombiana).
Meza afirmó que fue «secuestrada» para ser interrogada sobre el extravío de US$7.000 en efectivo que supuestamente estaban en la casa de Laura Sarabia.
El escándalo se agravó cuando las autoridades confirmaron que el teléfono de la niñera y de otra empleada doméstica de la funcionaria habían sido interceptados por miembros de la policía, haciéndolas pasar como colaboradoras de un grupo criminal.
«Este Gobierno no intercepta ilegalmente comunicaciones de magistrados, de jueces, de periodistas, de opositores», escribió en X el presidente Gustavo Petro en su momento, anunciando la salida de Sarabia del gobierno.
Dos policías han sido condenados por las interceptaciones a las empleadas de Sarabia.
En medio del furor por el escándalo, que fue bautizado por la prensa local como «Niñeragate», se conocieron también unos audios de llamadas entre Armando Benedetti y Sarabia en los que la insultaba e insinuaba que la campaña de Petro había recibido financiación ilegal.
En abril de 2025, Sarabia denunció ante la Fiscalía a Benedetti, su exjefe y hoy ministro del Interior, por hechos relacionados con violencia verbal y violencia de género.
«¿Quién es Laura?», respondió irónicamente Benedetti a la prensa local sobre las denuncias, una respuesta que revela la tirante relación entre quienes por mucho tiempo fueron los dos alfiles más cercanos al presidente Petro.
Su regreso al gobierno
A pesar del enorme golpe reputacional que supuso el escándalo de su niñera para el gobierno, Sarabia regresó al gobierno tres meses después como directora de Prosperidad Social, una entidad que se dedica a luchar contra la pobreza y cuenta con un enorme presupuesto.
Menos de seis meses después, Sarabia cambió nuevamente de puesto, y llegó a la Dirección del Departamento Administrativo de la Presidencia, uno de los cargos más cercanos al presidente.
Unos meses después, saltó finalmente a la Cancillería, un rol que la alejó del presidente, pero le dio un brillo propio. Este viernes, por ejemplo, será quien inaugure la embajada de Colombia en Praga.
Que Sarabia llegara a dirigir el codiciado Ministerio de Relaciones Exteriores a los 30 años era una completa anomalía, según algunos analistas, que señalaron que es un cargo que suelen tener personas con una larga carrera política, experiencia internacional y estudios en el exterior, criterios que no cumplía Sarabia.
Un caso con millones en juego
El contrato suspendido por el entonces canciller Álvaro Leyva en 2023 generó una demanda por 117.000 millones de pesos (unos 29 millones de dólares). Desde entonces, el Gobierno ha cambiado varias veces de postura, sin una solución definitiva.
De mujer poderosa a salida discreta
Sarabia, de 30 años, fue una figura clave en el gobierno de Petro. Fue jefa de Gabinete, dirigió el Dapre, y ocupó el DPS, antes de llegar a la Cancillería. Su influencia fue tal que muchos la consideraban la mujer más poderosa del país.
Sin embargo, sus diferencias con figuras como el actual ministro del Interior, Armando Benedetti, minaron su poder.
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