Los médicos no pudieron salvarla

Así fue como un parásito mortal «come cerebros» acabó con la vida de una niña colombiana

Parasito
27 de noviembre, 2023 - 11:00 am
SEMANA

«Es un parásito que, debido a las altas temperaturas y aguas estancadas, puede vivir en áreas como piscinas o jacuzzis y se alimenta del cerebro. Los síntomas comienzan con fiebre leve y malestar general y algunas veces rinitis; ocurre, principalmente, en individuos sanos», dijo el neurocientífico William Contreras

 

Por primera vez, Tatiana González decide conversar con un medio de comunicación y cuenta la historia de su hija, una pequeña de 10 años que fue diagnosticada con una extraña infección que acabó con su vida.

La menor contrajo un peligroso parásito que arrasa con todo a su paso y se esconde en piscinas, jacuzzis y hasta en los lagos. Es un caso poco frecuente para la medicina y que tiene las alarmas encendidas en Colombia.

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El 18 de junio de este año, Tatiana viajó con su hija a Santa Marta para disfrutar de las vacaciones. Dos días después, Stefania Villamizar empezó a quejarse de un dolor en el oído que se extendió a episodios de vómito y fiebre. En un primer momento, los síntomas fueron tratados como una otitis.

Madre e hija regresaron a su casa, en Bucaramanga, y los días transcurrieron sin ningún tipo de alerta. El malestar en el oído continuó, pero su intensidad fue disminuyendo.

El 4 de julio arrancó el viacrucis. Stefanía despertó, pero no era la misma. No quería levantarse de la cama, le molestaba la luz y llamó a la empleada de servicios para que la acompañara a ducharse. Una petición que causó extrañeza en la casa. De repente, de pie, dentro del baño, comenzó a convulsionar.

La pequeña permaneció bajo observación médica y fue sometida a diferentes procedimientos. Era evidente que no se trataba de una simple otitis, pero los especialistas no sabían lo que sucedía. Desafortunadamente, 24 días después, Stefanía murió en la clínica rodeada de sus padres y demás familiares. Fue una muerte casi que anunciada. Dos días antes de su fallecimiento a la niña le declararon muerte cerebral.

El diagnóstico

El dictamen de la clínica arrojó que la causa del deceso estaba relacionada con una meningitis. Pero el caso fue tan extraño que escaló a instancias nacionales y el Instituto Nacional de Salud intervino en el diagnóstico.

Un mes después del fallecimiento y luego de realizarse una serie de estudios de necropsia, los especialistas determinaron que la niña murió por una encefalitis.

El neurocientífico William Contreras hizo parte de la investigación y reveló en SEMANA detalles de la impactante conclusión. Se trata de un protozoo ameboflagelado, perteneciente al filo Percolozoa; la transmisión se produce a través de la cavidad nasal, mediante la inhalación de polvo o aspiración de agua o aerosoles contaminados con trofozoítos o quistes, los cuales atraviesan la mucosa nasal y por el nervio olfativo se desplazan hasta el cerebro. Una vez en el cerebro, destruye los eritrocitos y las células nerviosas.

«Es un parásito que, debido a las altas temperaturas y aguas estancadas, puede vivir en áreas como piscinas o jacuzzis y se alimenta del cerebro. Los síntomas comienzan con fiebre leve y malestar general y algunas veces rinitis; ocurre, principalmente, en individuos sanos», agregó Contreras.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, las características morfológicas corresponden a meningoencefalitis amebiana, que por el patrón de lesión leptomeníngeo favorece origen ambiental género Naegleria.

NINA

Stefanía Villamizar, de 10 años, se sumergió en una piscina en Santa Marta

La madre de la niña explicó que, durante su estancia en Santa Marta, la pequeña se sumergió en la piscina de un hotel. Durante la inmersión, la niña habría contraído el parásito por la nariz y, posteriormente, desencadenó los síntomas.

Lo más preocupante es que, por lo menos en Colombia, no existe un tratamiento que combata la infección. Una vez el parásito entra en la persona, la víctima tiene un 95 % de probabilidad de morir.

Por ello, tanto la familia como los especialistas aconsejan que los establecimientos hoteleros dispongan de buenas prácticas sanitarias para limpiar los espacios de piscinas y evitar este tipo de infecciones peligrosas.

El vacío de Stefanía se siente hasta Medellín. En la casa de los ‘abues’, como ella les decía, extrañan las llamadas semanales en las que expresaba quererlos más allá del plano terrenal. «Hablamos por teléfono y le decíamos: ‘Amor, te amamos’, y ella respondía: ‘Y yo, el doble, hasta Júpiter’», relató Álvaro Villamizar, su abuelo paterno.

Además, con ‘Nía’ se fueron las tertulias llenas de risas entre una niña y su abuela. Con Carmenza tenía una conexión especial. Jugaban ponchados o a las escondidas. Sin importar las distancias generacionales, era su abuelita la que le escogía ropa para llevar en los viajes, como el de Santa Marta, sin saber que sería el último.

«Mi esposa no ha podido asimilar su ausencia. Pasamos por alguna tienda o algún lugar y todo lo relaciona con nuestra nieta, dijo: «este vestido le hubiera gustado a Stefanía», relató Álvaro.

El potente parásito se llevó a una nieta tan amorosa como inteligente. Fue esta pequeña, quien enseñó a Álvaro, de 70 años a jugar partidas de ajedrez en el computador, incluso, se ingenió un manual de instrucciones para que no olvidara como usar la tecnología en su ausencia.

«Sé que está conmigo, me siento, juego y si pierdo digo ‘Nía, nos ganaron’», relató con profunda nostalgia.

Madre e hija

Tatiana junto con su hija Stefanía

Álvaro dice con tono de resignación que perdieron a la más amorosa niña; tenista, patinadora, bailarina de ballet, que soñaba con ser gimnasta. Pero ganaron un angelito en el cielo. Está convencido que su misión va más allá de la vida.

«Que su muerte sirva para que el Ministerio de Salud y el gobierno tomen las medidas sanitarias y preventivas en todos los lugares donde haya piscinas, ríos o espacios de agua dulce, donde se desarrolla esta ameba, y que los médicos del país estén listos para atender este tipo de casos».

Si algo tenía Stefanía era generosidad. En su honor y aunque el dolor parezca ganarles muchas veces, no esconden lo sucedido.

«Contamos nuestro caso para que otros niños y familias no sufran lo que nosotros. Estamos destruidos, devastados». En memoria de Stefanía, el abuelo mandó una carta y se acercó hasta el hotel donde cree que la pequeña contrajo la enfermedad. En Santa Marta, la gerente de operaciones los atendió y se comprometió a reforzar los estándares de seguridad.

Desde el 6 de julio y hasta el 28 de ese mismo mes, este par de abuelos estuvieron al lado de su nieta en la UCI de la clínica infantil San Luis en Bucaramanga. Esperanzados en volver a compartir alrededor de una mesa, por ejemplo, un lomo a la Kasper, el plato especial que prepara uno de los tíos políticos de Stefanía, el mismo que, según relata Álvaro, se salvó de sufrir un grave accidente esquiando en Europa gracias a la protección de su nieta desde el cielo.

«Estamos seguros de que Stefanía lo acompañó ese día. Ella fue un milagro para él y ojalá lo sea para más familias».

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