Los militares no están solo en los cuarteles

Gaston Guisandes
14 de marzo, 2017 - 7:43 am
Gastón Guisandes López / Editor del Diario QUÉ PASA

El DIÁLOGO es el largo, laborioso y delicado camino que, obligados, tenemos que recorrer para, dentro del ámbito de la armonía, convenir las soluciones políticas, sociales, jurídicas y administrativas que demandan la paz y el orden del país: La alternativa es violencia y de la brava.

Estamos en la encrucijada del camino que nos conduce, por una vía a la sinrazón de la pasión y el fanatismo y, por la otra, a la concordia, al acuerdo, a la armonía.

Para transitar la vía apropiada, que nos aparte de la violencia, nos dé seguridad a todos los ciudadanos y partiendo de un punto conocido, nos conduzca a la meta buscada, que no puede ser otra que elecciones libres, democráticas, con la participación abrumadoramente mayoritaria de todos los ciudadanos aptos para votar y sometidos rigurosamente a las leyes que rigen la materia, tenemos que convocar al DIÁLOGO, por imperiosa e ineludible necesidad, en una suerte de porque sí, al sector militar.

Los militares detentan y ejercen, por derecho y también de hecho, el poder real en Venezuela: Oficiales generales y almirantes, de la mayor jerarquía en la FANB, ocupan importantísimos cargos en la administración pública y sus decisiones están respaldadas por el mando orgánico al máximo nivel: Ministro de la Defensa, Jefe del CEO, Comandantes de las cinco Fuerzas, con los correspondientes estados mayores que integran el alto mando militar de la República y dan, vertical organicidad al universo militar.

No concibo el Diálogo sin que los militares estén sentados en la mesa de conversaciones, escuchando y proponiendo las soluciones que conciban, discutiendo sobre ellas con el resto de los integrantes de ese conjunto de personas que aportan lo mejor de sí y de cuanto representan, para conjugar el esfuerzo de todos los sectores acreditados para llegar a las más convenientes y felices decisiones que acojan la gran mayoría de los venezolanos y los extranjeros que con nosotros conviven.

Los militares tienen que estar sentados en la mesa de conversaciones y asumir como propio lo que en ellas se convenga, así no estén de acuerdo con lo aprobado pero, que habiendo participado en las conversaciones y aprobados por mayoría los acuerdos, ellos asuman como propia la decisión de los terceros tal como lo impone la democracia y la inteligencia ordenadas al logro del bien común. De no estar de acuerdo con cuanto convengan las partes, igualmente el pueblo lo sabrá y podrá asignar responsabilidades.

Para terminar, a título de profundizar en los argumentos en favor de la participación de los militares en el Diálogo Nacional, podemos afirmar que lo aprobado entre todas las fuerzas: gubernamentales, políticas, económicas, sociales, culturales, académicas y militares, que se den cita en las conversaciones de entendimiento y acuerdos, podrá considerarse como de efectiva convicción y concluyente aplicación.

Terminado el Diálogo, en medio de los mejores acuerdos que sean capaces de convenir las partes —incluidos los militares—, sentados todos en la mesa de las conversaciones, el pueblo podrá respirar tranquilo y la paz será el signo que nos guiará a la consolidación de la libertad, la democracia y el imperio de las leyes.

 

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