«Me enamoré de un pran» (parte I)

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2 de diciembre, 2013 - 11:26 am
Redacción Diario Qué Pasa

 

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Desiré, de 25 años, relató a QUÉ PASA las vejaciones recibidas por su pareja, un delincuente que escaló hasta llegar a ser pran de la extinta cárcel de Sabaneta. Conozca su historia en este seriado de tres trabajos.

Maracaibo — Una tarde de noviembre, bajo una mata de mango, la triste mirada de quien fue hasta hace cuatro meses mujer de un pran (siglas que en el argot criollo significan Preso Reincidente Asesino Nato), decidió desahogarse y revelar como testimonio, y advertencia a las más jóvenes, el drama que vivió al convivir siete «largos y amargos años» junto a un pran del antiguo penal de Sabaneta. «Muchos fueron los momentos buenos», afirma Desiré; sin embargo, admite que si lo hubiese sabido antes jamás habría escogido ese camino.

Desiré, de 25 años, (nombre ficticio de la mujer quien pidió resguardar su identidad por temor a represalias), se acomoda en una pequeña silla plástica azul y saca un cigarrillo de su cartera y mientras lo enciende, pregunta: ¿Por dónde comienzo?, al tiempo que escarba en su mente los recuerdos y heridas dejadas en su alma, las visitas al penal y las vejaciones recibidas por parte de pareja. Comenta Desiré que lo conoció en una tasca: «Me lo presentó una amiga, él había sido novio de su hermana», aclara. «Al principio me gustaba su forma de ser, como me trataba; eso fue lo que más me gustó de él», insistió.

Relata que luego de unos meses se fueron a vivir juntos, en casa de una hermana del pran, ésta los «ayudaba» ya que ninguno de los dos trabajaba. «Yo salí embarazada a los 15 años de mi primer hijo», recordó; «no tuve a alguien que me orientara, que me hablara de las cosas y por eso cometí errores», se justifica. «Él comenzó a andar con un tipo que lo invitaba a robar y al tiempo, ya andaba robando carros, teléfonos y atracando», reconoce que en un principio eso la asustó y no le gustaba; pero al ver el dinero, se empezó a acostumbrar a las comodidades que éste le brindaba y sobre todo el que se ganaba sin esfuerzo.

Comienzo del fin

Buscando en sus recuerdos, relató que en una ocasión su exmarido salió en un automóvil con varios delincuentes y entre ellos estaba un menor de edad, quien quería entrar al mundo delictivo; pero los «malandros» no lo dejaron bajar del auto y lo dejaron con el joven, y el futuro pran en un arranque de ira contra sus compinches sacó la pistola y al tratar de cargar el arma se le fue un disparo que paró en el pecho del menor, dejándolo muerto al instante.

«Él trató de pedir ayuda, pero nadie los socorrió», en ese momento comenzó la desgracia de Desiré: tenía que huir. «Yo no quería irme, porque me gustaba la ciudad, la rumba y eso»; no obstante, familiares de la víctima lo buscaban constantemente para cobrarle con la vida el crimen; era inevitable la partida. Los tres, el pran, Desiré y la hija mayor de ella, se fueron a un municipio para resguardarse por un tiempo, mientras resolvían la situación.

«Llegamos y conseguimos trabajo en una granja, al tiempo me di cuenta que estaba embarazada de mi segunda hija» y la primera de los dos, relató. Al cabo de unos meses en la granja «él salió y no regresó; a los días el hijo del dueño de la granja me dijo que él estaba preso». Su marido le explicó que había robado por un cáncer que sufría la mamá de él, y necesitaba dinero para las medicinas; sin embargo, cuando tenía siete meses de embarazo, murió la señora y «al segundo día del velorio de su madre ya estaba robando de nuevo», afirmó Desiré. Por ese robo purgó siete meses de prisión.

«Yo sostenía discusiones con mi familia porque no lo querían, pero yo luché por él contra todos», asegura que permaneció varios meses visitándolo en el retén El Marite, y manifestó que era duro, las colas, las visitas, las requisas y aunque sabía que ese no era dinero bien habido, no le importaba y procuraba no meterse en sus asuntos. «Cuando él salió había abundante dinero, a manos llenas», en ese tiempo la pequeña familia de Desiré dormía en hoteles y comía en la calle, esto duró varios meses.

Camino al infierno

«Él me dijo que buscara una pieza para vivir y el día que nació nuestra hija, en tres días me compró todos los corotos», sostuvo. Cuando la niña de la pareja tenía dos meses de haber nacido, su marido volvió a «caer» preso al ser sorprendido robando una casa, esta vez pagaría un año y varios meses de prisión; y comenzaría así su profesionalización en el mundo delictivo. Esta vez, en El Marite, la lejanía de su hija lo empujó a buscar la manera de que lo trasladaran al penal de Sabaneta.

«En una visita que hice a El Marite, quedé embarazada» de su segundo retoño con el pran y eso lo desesperó aún más, ya que no podía ver a sus hijos; eso lo empujó a buscar las maneras de poder estar frente a sus dos pequeños y poder tenerlos; «eso fue bastante duro, porque tenía que hacer mil cosas para poder verlo… era yo sola pa′ todo», manifestó. Es entonces cuando lo contacta un pran de Sabaneta, «le encargaron que matara a un tipo que estaba allá, que se tragó una luz en la calle y que si lo hacía se iba para Sabaneta», confesó. «En tres días, después de matar al tipo, estaba en Sabaneta», puntualizó y añadió que los pranes movieron todo y se fue hasta allá.

Conozca los detalles del infortunio de Desiré y sus vivencias dentro del penal de Sabaneta, cómo su marido escaló posiciones y el mundo de fantasías que vive el hampa, así como el terrible papel que juega la mujer de un pran, en la entrega de mañana.

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Fotos: Archivo

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