«Los biopolímeros arruinaron mi vida»

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24 de julio, 2014 - 1:46 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Aunque en el 2012 legalmente se prohibieron los biopolímeros, el 2013 y 2014 cobraron la vida de tres personas maracaiberas que creyeron en cuentos de camino y por vanidad confiaron en la sustancia mortal.

«Sasha» es un travesti maracaibero de 29 años de edad, que luego de haberse inyectado biopolímeros en sus glúteos hace cuatro años vivió un verdadero infierno. Hecho del que se arrepiente y que le dejó una marca psicológica que no ha podido superar. «Ya me acepté como soy, aprendí la lección», asegura «Sasha».

Eran las 2:45 de la tarde de un miércoles del año 2010 cuando «Sasha» cuyo verdadero nombre no revelaremos para proteger su identidad, luego de aproximadamente un mes de conversación con su pareja sentimental, salió de su casa ubicada en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante con la ilusión de agrandar sus glúteos con los que no se sentía conforme y tampoco su pareja de quien aseguró haber surgido la idea del agrande de su pompas.

El homosexual se dirigió solo a la casa de «Marlene», una amiga de su pareja, quien ya había practicado el tratamiento a otros homosexuales y era conocida en la zona.

«Entré a la casa, me senté en un sillón muy grande en medio de la sala, me dio un vaso con agua y me explicó que con un marcador rayaría las zonas de las nalgas en las que iba a trabajar, colocaría 150 cc de un líquido de nombre raro en cada nalga 100% natural y que instantáneamente notaría el cambio», manifestó «Sa-sha».

Temerosa, incrédula y dudosa «Sasha» comentó que sacó de su bolsillo derecho del short de jean que llevaba puesto una estampita de la Virgen del Carmen de la que siempre ha sido devota y se entregó al «tratamiento» al que sería sometida en sus manos, mientras se acostaba boca abajo en una camilla «como la que están en los hospitales».

«Vi cuando llenó la jeringa de un líquido blanco poco espeso que sacó de un frasco pequeño que no tenía etiqueta, le pregunté de nuevo que era lo que me inyectaría, pero solo me pidió que me relajara y respirara hondo».

Así lo hizo «Sasha», en menos de media hora ya estaba de pie con el líquido inyectado —del que no supo nunca su nombre— la diferencia se comenzaba a notar, según «Sasha». Ella era feliz, había cumplido la petición de su pareja y se sentía «mucho más atractivo».

Al salir del lugar, recordó «Sasha» que habían al menos seis travestis esperando para ser atendidos. «Era la primera vez que yo iba, pero sabía por comentarios que le iba mucha gente».

Solo tres meses duró la felicidad de ambos

Transcurridos exactamente tres meses y siete días «Sasha» comenzó a vivir un verdadero infierno que hasta el sol de hoy permanece latente cada vez que se ve al espejo lamentado haber cometido aquel fatal error.

Sus glúteos cambiaron de color, se fueron poniendo de un tono oscuro hasta casi llegar a negro. Transcurridos los días se ponían calientes y un dolor de liviano a insoportable se hizo perenne así como una inflamación notoria en ambos glúteos.

«Sasha» regresó a que «Marlene», le mostró los glúteos y exigió una explicación y la devolución de los 400 mil bolívares cancelados por el tratamiento —para ese entonces—.

«Marlene» se negó rotundamente a la devolución del dinero y alegó que seguramente su cliente se había colocado otra cosa en la zona que provocó el malestar.

La situación provocó una pelea entre «Sasha», su pareja y Marlene, «nos fuimos a los golpes y decidimos denunciarla, pero nunca lo hice en realidad».

Horas más tarde la pareja se enteró que «Marlene» había huido. «Sasha» y su pareja decidieron asistir a un médico general, quien los remitió a un médico especialista en estética.

La sustancia había causado estragos. El diagnóstico: Alogenosis iatrogénica, una enfermedad provocada por la aplicación de biopolímeros causadas por procesos inflamatorios como reacción a cuerpos extraños.

Esa fue la enfermedad que se le detectó a «Sasha» luego de la realización de una serie de estudios que parecían interminables y una resonancia magnética tras también presentar dolor lumbar ya que el líquido se había esparcido por la columna. Actualmente «Sasha» goza de buena salud, pero sigue bajo tratamiento médico riguroso tras cuatro largos años de aquel fatídico día. Pasó un trago amargo que casi le cuesta la vida tan solo «por cuestión de vanidad y complacer a mi pareja, me acepto como soy y quien quiera compartir su vida conmigo deberá hacerlo aceptándome tal como soy», reflexionó «Sasha».

«Sasha» jamás colocó la denuncia respectiva ante la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), asegura que «solo Dios sabe por qué hace las cosas y dejo todo en su manos».

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Fotos: Archivo

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