Foto: Alfredo Chinaleong
La más difícil de asimilar es la muerte trágica, aquella que no se espera, la que arrebata la vida a temprana edad o en muchos casos arrasa con una familia completa
Maracaibo — No es fácil hablar de la muerte, al contrario, resulta difícil explicar con palabras lo que verdaderamente significa el dolor de la muerte. Sí, de la muerte, porque la muerte duele. Penetra en los tuétanos a los que quedan vivos, aquellos que compartieron en vida con los que ya no están físicamente.
La más difícil de asimilar es la muerte trágica, aquella que no se espera, la que arrebata la vida a temprana edad o en muchos casos arrasa con una familia completa.
Disparos, asfixia mecánica y cuchilladas se encuentran detrás de una posible venganza o ajuste de cuentas, pero ¿Qué tanta culpa tienen los familiares?, en unos casos mucha, en otros poca y en su mayoría ninguna.
Lo realmente importante es que sea cual sea el panorama, igualmente duele. No solo duele el momento cuando ocurre, duele gestionar un papeleo para cumplir con los trámites que amerite el velorio y el sepelio, duele saber que otra persona —con culpa o no—, haya matado sea cual sea la razón o circunstancia, que obviamente no es justificable bajo ningún concepto, duele saber que esa persona no estará más.
Las lágrimas y gritos parecen el único drenaje de sentimientos, de culpa, imaginando que se pudo hacer algo para que ese ser querido continuara con vida, otros parecen resignarse, pero es igual; la muerte sigue doliendo, en silencio en el último caso, pero duele.
Fotos: Alfredo Chinaleong
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