No son solo los indigentes

Zulianos van de casa en casa pidiendo comida

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13 de marzo, 2017 - 8:54 am
Francys Medrano / [email protected]

La vergüenza no existe cuando se tiene el estómago vacío. Los altos precios de los alimentos impactan el presupuesto familiar

Foto: Rafael Rivas

Maracaibo — Debido a los altos precios en la comida y productos de higiene personal —situación que impacta el presupuesto de las familias marabinas— muchos ciudadanos se han visto obligados a dejar sus casas o abandonar sus puestos en horario laboral para proveerse de los alimentos que no se consiguen diariamente en los supermercados. La gran mayoría de los ciudadanos aguantan horas de cola buscando productos regulados porque el sueldo no les alcanza para comprar comida importada.

La incertidumbre invade a los marabinos a medida que transcurren los meses, ya que cada vez más se va recortando el número de alimentos a los que pueden acceder dos o una vez al día.

Actualmente, no solo se ve en las calles a las personas comiendo y hurgando en la basura, sino que también están pidiendo en cualquier esquina de algún semáforo o de casa en casa, por esta razón el equipo reporteril del diario QUÉ PASA hizo un recorrido por diversos sectores de la ciudad para constatar la situación.

Dura verdad

En el sector La Paz un adolescente contó a este rotativo que sale de la escuela y va a trabajar como cuidador de carros en una panadería que queda cerca de su casa, para así poder ayudar a su mamá que es madre soltera «en algunos de los casos no pido que me den plata, sino uno o dos panes para llevar a mi hogar», argumentó.

Por su parte, Luis Gutiérrez, residente del sector Los Haticos, manifestó que en su vivienda cada semana un grupo de jóvenes llegan de casa en casa ofreciendo lampazos artesanales que los mismos muchachos fabrican para intercambiarlos por comida o algunas prendas de vestir en buen estado.

Mientras que Lucía Larrazábal, quien vive en la parroquia Bolívar, narró cómo hace dos semanas un hombre de aproximadamente 40 años tocó el timbre de su casa para pedir comida a las 3:00 de la tarde, «el señor muy educado tocó el timbre y me dijo que por favor le diera algo de comida. Me llamó la atención que era un sujeto bien vestido, se veía que no era un hombre indigente», resaltó.

Pero esta no fue la única vez que éste llegó a la casa de Larrazábal. La ama de casa indicó que una semana después se repitió la historia, pero esta vez una profunda tristeza la invadió. «Hace mucho tiempo nadie tocaba la puerta pidiendo comida, pero este señor una semana después volvió y esta vez me dijo con lágrimas en los ojos que lo disculpara y que no me pediría más comida, pero que no tenía cómo adquirirla».

Esta es la realidad que golpea a los venezolanos, algunos no quisieran salir y toparse con la escasez, con largas colas o la inconformidad con la que tienen que aprender a vivir cada vez que amanece.

Para subsistir el ingenio de la mayoría de los venezolanos se pone aprueba y hacen «actos de magia» para llevar el sustento a sus hogares.

Otros se ven obligados al «autoempleo» en lugar de someterse a un trabajo como asalariado, pues aseguraran que Bs. 148.638 (equivalente al salario mínimo) no es suficiente para vivir en un país que lo arropa la inflación.

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