La paciencia de ser consumidor

24 de agosto, 2015 - 6:12 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Recorriendo el centro comercial Sambil pude ver la realidad de los precios de los productos en general e hice un ejercicio mental al ver la mala calidad de algunas prendas de vestir o calzado y el precio en la etiqueta, que a veces alardeaba de ser el «precio justo».

Así, una franelita, que no cuesta más de 10 dólares en algún saldo o al por mayor en otro país, al cambio del dólar saldría, sin agregarle ningún costo adicional, en 7 mil bolívares, así que pocos artículos, al sumarle los costos de operación, el «precio justo» y el componente especulativo, bajaban de los 15 o 20 mil bolívares. Por esto la gran mayoría de los locales comerciales estaban solos, con muy poco personal para atender a unos clientes que no entraban.

Si esto sigue así, y los consumidores contribuimos a aceptarlo a través del poder que tenemos, y nos negamos a comprar a lo especulativo, contribuiremos a normalizar los precios que dependen exclusivamente del valor exagerado del «dólar miseria».

Si no compramos a los precios actuales, el comerciante tiene que ingeniársela, buscando la manera de reducir sus costos y negarse a pagar el precio actual del «dólar miseria», con lo cual los comerciantes miserables de este dólar, a su vez tendrán que ver la forma de bajar su precio para poder seguir comercializándolo.

El juego del gato y el ratón, o qué fue primero si el huevo o la gallina, sí, pero por algún lado hay que empezar y estoy convencido de que los consumidores tenemos el sartén por el mango si nos decidimos a utilizar nuestro poder como elementos finales de la cadena.

No tenemos que comprar nada que no sea de primera necesidad, no, no ahorita mismo, ni mañana, después, dentro de unos meses quizás, cuando pase la crisis, pero no convalidemos esos precios que nada tienen que ver con la realidad y la crisis pasará mas rápido.

Pedro Pablo Guisandes Arria

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