La libertad: Valor intrínseco del hombre

19 de mayo, 2016 - 12:31 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Foto: Archivo

«La primera de todas las fuerzas es la opinión pública». (Discurso del Libertador en Angostura)

La Cámara de Periódicos de Venezuela es una organización gremial que, en su Documento Constitutivo consagra, como definitorio de su razón de ser, la defensa de la Libertad de Expresión del Pensamiento, el pleno derecho a informar todo cuanto suceda, transmitir las noticias del hacer ordinario o extraordinario, indistintamente de quien las origine, personas, organizaciones o instituciones, públicas o privadas y proteger a los medios de comunicación, brindando especialísimo apoyo a todos los comunicadores sociales que puedan sentirse impedidos de cumplir su labor profesional, así como acoger a los editores objeto de acciones que entorpezcan o impidan, parcial o totalmente, circunstancial o definitivamente, directa o indirectamente, la misión a cumplir en el conjunto social dentro del cual ejercemos nuestra su labor.

Circunstancias difíciles para la vida activa de los periódicos, diarios, semanarios, quincenarios, etc., y demás publicaciones regulares, acogieron la idea y convocados los editores de los más importantes diarios del país, le dimos vida a la organización que hoy nos agrupa.

El problema que originó la crisis que nos aflige y causa en nosotros angustia moral, fue el suministro de papel, pues para ese momento, unos cuatro años atrás, los importadores privados, de larga tradición en nuestro medio, dejaron de recibir divisas y la existencia de los diarios quedó en un entrevero.

El Gobierno, personalmente el propio Presidente de la República y a solicitud nuestra pidiéndole nombrara una autoridad superior dentro de su gobierno que nos ayudara a resolver el problema, designó el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), adscrito a la Secretaría de la Presidencia de la República, para resolver el asunto. Sin duda alguna, Nicolás Maduro, tuvo interés en solucionar el problema.

La tarea no ha sido fácil, ni para el CEAM, ni para nosotros: Poco a poco se nos han ido cerrando los caminos y no ha sido fácil ir resolviendo las dificultades, entre estas que el CEAM, por razones estructurales, quedó como el único importador, suplidor de papel y demás materias primas ―no producidas en el país―, empleadas en la industria periodística; vale decir, cuanto atañe a la prensa impresa quedó en las exclusivas manos del Complejo Alfredo Maneiro.

La importaciones de papel por el CEAM, que comenzaron por 3 mil toneladas mensuales, fueron reduciéndose y el último lote que entre todos los periódicos distribuyó el CEAM, fue de 700 toneladas, cantidad esta que si hacemos la siguiente comparación, nos daremos cuenta de lo apremiante de la situación: Al principio la Cámara tenía unos setenta (70) miembros y hoy contamos con casi 100 de ellos, con la consiguiente obligación de atenderlos a todos en igualdad de condiciones, pero según la cantidad de papel que demandan los tirajes de cada empresa editora, cada día.

¿Qué ha pasado? La situación económica general del país y especialmente la escasez de divisas han llevado al Gobierno a recortar las importaciones de papel, obligándonos a nosotros, los periódicos, a tumbar los tirajes, rebajar páginas, concentrar zonas del mercado, aumentar el precio de cada ejemplar ―para lo cual ya no queda margen o queda muy poco―, reducir colores, etc., hasta llegar a una situación crítica y amenazante para la existencia de los diarios entre los cuales ya algunos han dejado de circular.

De acuerdo con la ley, los periódicos somos calificados como «artículo de primera necesidad», al extremo que, para proteger tal condición especialísima, el legislador estableció que antes de intentarse cualquier acción judicial contra un medio de comunicación, cualesquiera fuera la causa, el caso debe ser consultado con la Procuraduría General de la República y esta instancia habrá de pronunciarse al respecto.

Ahora bien, si tenemos la calificación indicada, reconocida así por el Estado, debemos tener el particularísimo trato que nos permita cumplir la misión tutelar que nos reserva la sociedad, informando cada día o cuando así lo requieran los acontecimientos, al pueblo venezolano.
Para información a los lectores les hacemos saber que los periódicos consumen, mensualmente, muy poca cantidad de dólares para atender todas las necesidades de materias primas que utilizamos: Con diez (10) millones de dólares mensuales, nosotros podemos trabajar, ordenada y satisfactoriamente, para importar papel y planchas.

El mandato solidario de nuestros estatutos nos obliga a asumir posición adherente y de acompañamiento, cuando nos enteramos que un periódico no circula porque no se le entrega papel o se le coacciona por su línea editorial para obligarlo a permanecer al margen de los acontecimientos. No podemos convalidar con nuestro silencio semejante realidad; igual actitud de defensa tenemos que adoptar cuando se nos reduzcan las cantidades de papel que se nos asignan aduciendo, sin prueba alguna, que hay editores que venden bobinas a terceros, cosa que de ocurrir debe comunicarse a la Cámara para que inicie la investigación y asuma la sanción del socio cuestionado.

Si un editor cometiese un delito que mereciese su enjuiciamiento, éste debe ser detenido y sometido a la jurisdicción ordinaria dentro del marco de las leyes, pero el periódico debe permanecer circulando, recibiendo el papel que necesita para imprimirlo y ponerlo en manos del público: Si ello fuera inevitable, el editor puede estar preso, pero el periódico en la calle, porque además de las razones editoriales, está otra muy humana: Somos fuente de empleos, directos e indirectos, para varios miles de venezolanos, entre ellos los profesionales del periodismo, los técnicos especializados y de alta calificación, haciendo ello posible, a nuestros trabajadores y su familia, llevar el pan a la boca de todos.

Las necesidades de papel que tengan los periódicos no pueden ser determinadas por el CEAM, para eso está la Cámara, que integrada por gente de bien y conociendo directamente las necesidades de cada empresa, puede arbitrar lo conducente al uso racional de las materias primas que se emplean.

Como punto final de esta nota editorial, debo señalar que la Libertad de Expresión no puede estar sometida, ni condicionada, bajo ninguna circunstancia, a la voluntad de ningún anunciante (algunos pretenden ejercer poder contralor sobre los medios), ni al criterio de quien pueda ejercer sobre nosotros condicionamientos sindicales, menos aún subordinarnos a las autoridades del trabajo (muy dadas a querer «castigar» a los medios que denuncian las irregularidades que en esos despachos se cometen), ni a policías, jueces, fiscales del MP, jefes de organismos oficiales, ni a relacionados particulares y, en definitiva, bajo ninguna circunstancia a nuestros proveedores.

Tenemos el nivel superior del Gobierno: el señor Presidente de la República para, denunciando ante él las arbitrariedades, logremos que se resuelvan las situaciones violatorias del espíritu y propósito de leyes que con rango constitucional, consagran la Libertad de Expresión y de Prensa.   

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