En Las Pulgas venden las medicinas «puyadas»

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25 de mayo, 2014 - 11:56 am
Redacción Diario Qué Pasa

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Muchos de los fármacos que proceden clandestinamente de Colombia carecen de médico, no son genuinos, aunque tienen el mismo tamaño, color y textura que los auténticos.

Las clínicas privadas y el mercado Las Pulgas se han convertido en auténticos almacenes de medicamentos de contrabando procedentes de Colombia, según los expertos. Las medicinas no reguladas se pueden adquirir a cualquier precio. En muchas ocasiones, son placebos, una sustancia farmacológicamente inerte que se utiliza en estudios médicos y solo produce efectos psicológicos que provocan en el enfermo un efecto de alivio, no una mejoría de su dolencia.

El tráfico ilícito de medicamentos no es una novedad en Venezuela y, mucho menos, en el estado Zulia. QUÉ PASA ya denunció en febrero del año 2012 el contrabando de medicinas entre Colombia y Venezuela, y viceversa. Los autores de ese «negocio» utilizan, principalmente, los pasos fronterizos colombo-venezolanos, sustancialmente  las rutas de Maicao y Cúcuta.

Las organizaciones dedicadas a esta actividad operan tanto en ciudades grandes, como pequeñas. Maracaibo es la base de operaciones por excelencia en todo el estado Zulia, según señalan los expertos.

El negocio, según explican, es ciertamente beneficioso para los ciudadanos que se dedican a esas actividades. No solo por el lucrativo cambio de pesos por bolívares, sino por el incremento de precios de los medicamentos que en el peor de los casos, han tenido que adquirir en una farmacia. El resto de las medicinas las obtienen gratuitamente en hospitales públicos o en los servicios sociales. Los más arriesgados no dudan en ir a alguna Misión de Barrio Adentro para acceder a esos productos de salud.

Sin cifras oficiales

Ninguno de los expertos consultados se ha atrevido a calcular una cifra del negocio del contrabando de medicamentos, aunque apuntan que son elevados. Tampoco se atreven a cuantificar el número de fármacos  que son extraídos ilegalmente de los hospitales públicos o servicios sociales, aunque sospechan que pueden ser muchos.

Sin embargo, en el contrabando de fármacos se ha producido un cambio radical. La escasez de medicamentos básicos en Venezuela ha provocado la importación clandestina de esos productos desde Colombia. El crecimiento de esa actividad ha crecido notablemente, según los expertos y profesionales del sector.

Pero al mismo tiempo que se ha detectado la invasión de fármacos colombianos, también se ha descubierto que muchos de esos medicamentos son falsos y solo son placebos, es decir, una sustancia farmacológicamente inerte que se utiliza en estudios médicos y solos produce efectos psicológicos que provocan en el enfermo un efecto de alivio, no una mejoría de su dolencia.

Los placebos no curan

El porcentaje de su efectividad y de éxito en un paciente depende de la personalidad del enfermo y, al mismo tiempo, de la capacidad de sugestión y encantamiento del médico que se los receta. Los placebos no curan enfermedades. Sus efectos se limitan a aliviar síntomas relativamente superficiales que pueden proceder de un desequilibrio psicológico.

Los expertos advierten que normalmente los placebos utilizados profesionalmente suelen ser simplemente caramelo (azúcar) o sueros inocuos. Es decir, sin ningún compuesto activo. Sin embargo, cualquier sustancia puede actuar como placebo, incluso un vaso de agua pura. Por ejemplo, los críticos de la homeopatía muestran estudios que afirman que los remedios de la homeopatía no son más que simple agua, aunque también hay estudios que demuestran lo contrario. Es decir, que el placebo suele ser un elemento partícipe en las discusiones sobre la eficacia de las medicinas alternativas en comparación con la convencional.

El componente principal de todo placebo es el psicológico, pero las consecuencias son físicas, como por ejemplo en la desaparición del dolor. Es por tanto un efecto psicofisiológico. De acuerdo a los estudios de Irving Kirsch, una de las mayores autoridades en el estudio del placebo. Cuando un paciente recibe un placebo y piensa que se trata de un medicamento real, su sistema nervioso generalmente reacciona segregando diversas substancias, entre ellas la dopamina, una sustancia química responsable de los efectos en el ánimo.

Pastillas de azúcar

No obstante, todavía se está investigando cuál es la relación entre el placebo y los efectos físicos resultantes que aceleran una curación o la desaparición del dolor. De hecho, el factor psicológico se evidencia hasta tal punto que las pastillas de azúcar fabricadas en tamaños más grandes surten más efecto que las pequeñas, y las de colores vivos más efecto que las blancas.

La presencia masiva de medicamentos colombianos en el estado Zulia también ha alertado a los farmacéuticos, profesionales de la medicina y a las autoridades. Los primeros no dudan en señalar que las clínicas privadas y el mercado Las Pulgas son auténticos almacenes de medicamentos, muchos de ellos falsos o simplemente placebos que se venden a un alto precio.

La escasez de medicinas reguladas ha aumentado la ya de por sí «viveza» de los zulianos. Esos «vivos» venden los fármacos clandestinamente, conocen que carecen de cualquier control de laboratorio e  ignoran las consecuencias que pueden causar a un enfermo, salvo que se trate de medicamentos auténticos y vendidos con récipes médicos.

Muchos de esos medicamentos falsos tienen el mismo tamaño, texturas y color que los auténticos. Incluso, las ampollas, que se comercializan sin componentes y por supuesto, carecen del obligado permiso que concede las autoridades sanitarias.

Disminuye la fabricación

Sin embargo, a esa situación se ha unido otra que también denunció en febrero del año 2012 QUÉ PASA. Los laboratorios venezolanos, por ejemplo, dejaron de fabricar en esas fechas 480 medicamentos regulados.

La mayoría de esas empresas son importantes  multinacionales asentadas en el país, aunque trabajan con licencia extranjera. La falta de esos fármacos  pone en riesgo la salud y vida de los ciudadanos, quienes diariamente comprueban cómo crece el desabastecimiento de medicinas imprescindibles para afrontar sus enfermedades  paradójicamente, el Ministerio de Industria y Comercio no ha revisado los acuerdos de producción con esas sociedades desde hace más de siete años.

Según han manifestado esos expertos, hay personas que llegan a una farmacia en busca de uno de los medicamentos regulados «después de haber recorrido anteriormente otras quince o veinte en busca del mismo producto y no lo han encontrado».

Señalan que muchos clientes han logrado algunos medicamentos que ya no se producen en Venezuela en la red de Misión Barrio Adentro, donde los médicos cubanos proporcionan esas medicinas de forma gratuita a la población o en las farmacias del Seguro Social.

Incremento de precio

En este sentido, denuncian que hay fármacos como la aspirina, que se ha dejado de fabricar. La empresa dedicada a su elaboración comercializa Caspirina, que no está regulado,  «pero que vale más de doscientas veces lo que cuesta una caja de aspirinas. De estas, una caja se vende a tres bolívares, la de Caspirina a más de 80. Esa es la diferencia».

Los principales afectados por la paralización de la producción de esos cerca de 480 medicamentos son los insulinodependientes, enfermos de Alzheimer, enfermos que convulsionan, cardiópatas, personas con problemas cardiovasculares, patologías específicas, como por ejemplo, aquellos ciudadanos que necesitan un medicamento para el corazón asociado a un diurético, casos de diarrea o deshidratación.

Asimismo, advierten de la práctica de algunos laboratorios para obligar a sus distribuidores o clientes a comprar, por ejemplo, soluciones fisiológicas para pacientes hospitalizados, les hacen adquirir otras soluciones que tienen menos demanda en el mercado para así poder venderle solución fisiológica regulada. «Por cada tres unidades de solución fisiológica no regulada, le vende una de la regulada. La diferencia radica en que el precio es de tres bolívares frente a más 40».

Los dólares, sin control

El Ministerio de Industria, según los expertos consultados por QUÉ PASA, tampoco controlan los laboratorios ni el acceso que tienen para disponer de dólares oficiales e importar los componentes para la fabricación de medicamentos regulados.

Según sostienen, al no existir ese control, muchos industriales farmacológicos utilizan esos dólares para importar componente de medicinas no reguladas y, de esta manera, incrementar notablemente sus beneficios.

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Fotos: Archivo

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