Más de un centenar de unidades están echadas al olvido de las autoridades

En dos cementerios aguardan buses de Metromara para ser reparados

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31 de enero, 2017 - 12:24 pm
Madelein Faría / [email protected]

Asombro sería poco el sentimiento que se genera al entrar a los estacionamientos donde se encuentran abandonados estos autobuses, que no tienen fecha para ser restaurados, mientras que en la calle el servicio de Metromara colapsa
Fotos: Madelein Faría

Diseño: Fabiola Ramírez

Maracaibo — Una gran flota de autobuses del Metro de Maracaibo fue hallada en un lugar desolado del sector Los Dulces, en la vía que conduce hacia Los Bucares; y otro en el fondo de la sede principal del Metro de Maracaibo, ubicado en Altos de La Vanega.

Las unidades —algunas en buen estado y otras no tanto, pero todas recuperables—, se encuentran amontonadas en el lugar y llegan allí ante la imposibilidad de que las autoridades del Metro garanticen la reparación de cualquier desperfecto que presenten.

Hallazgos como este dejan ver que aparentemente no existen talleres para la reparación de los automotores, o que se pudiera estar desvirtuando el presupuesto destinado para tal fin, sin embargo, hay quienes especulan que este «cementerio de autobuses» tiene un trasfondo que va mucho más allá de lo poco que se puede observar.

Intereses particulares

Extraoficialmente se conoció, que en un intento por «quedar bien» ante las autoridades del Gobierno nacional, el anterior presidente del Metro, Rafael Colmenárez, ordenó habilitar dicho «escondite», para solo dejar ante la vista de todos, los vehículos que se mantienen en buen estado; no obstante, dicha práctica se fue haciendo costumbre y prevaleció más el hecho de aparentar una buena gestión, que mantener la calidad del servicio de transporte para los usuarios.

No bastando con esto, Colmenárez fue acusado de esconder otros automotores y de desviar transportes de cargas de alimento hacia una hacienda de su propiedad, ubicada en el sector Los Bucares de nombre La Reina, actualmente manejada por su albacea Gualberto Peña.

Lo sorprendente de la situación es que el arquitecto Tito Meleán, nuevo presidente de Metromara, y quien también funge como presidente del Centro Rafael Urdaneta (CRU), asumió el cargo en sustitución de Colmenárez el pasado 1º de noviembre, y hasta la fecha no ha resuelto el problema del deterioro de las unidades; por el contrario, la acumulación de unidades dañadas se sigue incrementando y, como si de una cadena se tratara, prefieren utilizar aquellas que cubren una ruta para que funcionen en otra y hasta en dos a la vez.

Todo ello ocasiona un retraso en el recorrido normal de las rutas y, por ende, en la dinámica diaria de los usuarios, quienes tienen que optar por utilizar otros medios de transporte, en síntesis, afectando a la colectividad de múltiples maneras, solo por no hacerle el mantenimiento correspondiente a los buses y sistema ferrovial del Metro de Maracaibo.

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Entre un terreno enmontado yacen decenas de buses que comienzan a ser corroídos por el sol, la lluvia y la maleza

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En apariencia, algunas unidades parecieran tener daños menores y que solo esperarán uno que otro repuesto; entonces ¿por qué no se revisa caso por caso?

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Por otro lado, están aquellas unidades que fueron víctimas del vandalismo de «malandrifestantes» o simples inconscientes que acaban con el orden público

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¿Será que el presidente de Metromara no mira hacia el patio de su oficina, a través de los ventanales de cristal, para evitar ver la realidad de su flota de buses?

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En vez de circular por calles de asfalto para cumplir su servicio público, estas imponentes unidades autobuseras comienzan a fundirse con la arena

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