En la capital zuliana hoy se cumple una semana de la intervención absoluta del casco central y otros submundos que lo integran como es el caso del mercado «Las Pulgas» que según registros, es el tercero en su clase más grande de América Latina con un total de 37 mil 92 metros cuadrados situado entre las parroquias Bolívar y Chiquinquirá con avenida 100 Libertador, calle 14.
Su infraestructura es considerada una de las más antiguas del siglo XX, creada por el antiguo Banco Obrero en 1972, con el objetivo de reivindicar a los comerciantes del mercado principal, marina y plaza Baralt cuyo desalojo se hizo necesario para dar paso a los trabajos de renovación del casco central. Este fue construido por órdenes del entonces Presidente Rafael Caldera y el mismo fue parte del plan para modernización de la ciudad, que incluyó entre otras cosas; demolición del barrio saladillo y rediseño de la basílica de nuestra Señora del Chiquinquirá.
Desde aquel entonces lo que en teoría debía de ser majestuoso se fue estructuralmente convirtiéndose en una especie de universo paralelo dividido a su vez en 12 bloques, de 250 casillas cada uno, para el albergo de comerciantes formales e informales.
Avenida 100 Libertador, calle 14. situado entre las parroquias Bolívar y Chiquinquirá.
Posterior a 46 años e incluso con el aval desafortunado de autoridades civiles, policiales y militares que de forma individual fueron cómplices a cambio del famoso «Cobro de vacunas», el paraíso se convirtió en un infierno lleno de un descontrol absoluto en la venta de mercancía seca, electrodomésticos, verduras, frutas, bestias muertas, compra y venta dinero en efectivo o moneda extranjera, cabello humano y hasta un paraje para las brujerías.
Afortunadamente el escenario antes descrito quedó inhabilitado ya que de forma sorpresiva y sin vacilación de los 3 niveles de gobierno se apretaron los pantalones y se llevaron por los «Cachos» a propios y extraños ingresando para instaurar la ley y liquidar la anarquía reinante en el sitio con la participación de comisiones mixtas de efectivos militares, policía municipal y regional al igual que, otras paramunicipales que están llevando la luz a donde había oscuridad.
La situación no se trata de un abordaje casual, por el contrario es una intervención absoluta «Duélale a quien le duela» de una locación maléfica cuyo modus operando alentaba las distorsiones con la moneda nacional y el precio de venta de los productos priorizados.
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