Guardias Nacionales y «monitos»: ¡Culpables!

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5 de octubre, 2015 - 12:30 pm
Redacción Diario Qué Pasa

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Foto: Agencias

De acuerdo con los registros oficiales, cuando se declaró el Estado de Excepción en los municipios del Zulia, donde cerraron la frontera con Colombia, impulsados por la imperiosa necesidad de acabar con el contrabando de extracción, se obtiene una valiosísima información: dejaron de salir la cantidad 4,4 millones de litros de gasolina diarios, para reiterar la frecuencia, cada día, equivalentes a DOS MIL MILLONES DE DÓLARES POR AÑO (US $2.000.000.000 anuales), representando ello una ruinosa situación de la cual hoy tenemos la información, realidad esta que nunca PDVSA quiso informar, por lo que vemos, ni siquiera al Presidente de la República.

Correspondía a PDVSA y al Ministerio de Petróleo hacer saber, con pelos y señales, de esta gravísima situación al Presidente y hacerle saber al Gobierno nacional que la mayor parte de esa gasolina era comprada por empresas intermediarias, tres de ellas encabezadas, respectivamente, por Luis Giusti, Humberto Calderón Berti y un tercero cuyo nombre no tengo confirmado, quienes eran el puente para vender esa gasolina a ECOPETROL, la cual la exportaba a precios internacionales, cuando la recibían a precios venezolanos, vale decir, subsidiada para venderla a nuestros conciudadanos en nuestro territorio.

¿De quién es la culpa de semejante desatino, locura, despropósito y daño irreparable contra la República?

Además de estar incursos en delito los funcionarios de los despachos públicos antes señalados, sobre sus hombros lleva el mayor peso de las culpas, la Guardia Nacional Bolivariana, como suprema autoridad que es, como encargada del Resguardo Nacional.

El pueblo los señala inculpándolos y los acusa de encontrarse incursos en la comisión de los diversos delitos que se tipifican dentro del amparo, la tolerancia y el enriquecimiento ilícito que se derivan de la permisividad con el contrabando de extracción, que comenzó con la gasolina y se extendió sucesivamente a los lubricantes, alimentos, medicinas, electrodomésticos, cauchos, baterías, repuestos de vehículos, prendas de orfebrería, así como oro, plata y cuanto pueda el lector imaginar.

Al principio nadie se ocupó del asunto, excepto yo, que en diciembre del año 2000 trasmití, por mi programa de televisión, de edición diaria, de lunes a viernes y por ya 22 años, en diferentes canales del Zulia, un programa grabado en la frontera, donde se ven los camiones cisternas y los camiones de estaca, cargados de tambores de gasolina, siendo medidas las cargas con varas y, cumplido el trámite de la medición y pago al «cuaima uniformada» la «bajada de la mula», se les ve atravesando el hito fronterizo más próximo al último puesto de la Guardia Nacional.

También mostramos el chorizo de tambores de gasolina, bien trabados, unos tras otros, en fila simple y en doble fila, en cantidades impresionantes, navegando por el río Limón, rumbo a Colombia: De todo este desbarajuste dimos cuenta, como dijimos, hace quince (15) años y en muchas oportunidades hemos repetido la difusión de este programa sin que hubiese respuesta de nadie, a pesar de que, personalmente, denuncié en la Fiscalía del Ministerio Público, al General Comandante de la Guardia Nacional en el Regional No. 3 de la época.

Si la Guardia Nacional hubiese actuado conforme a su obligación y al mandato de su significativo y marcial lema: «El Honor es su Divisa», y en conjunto hubiesen respondido a la confrontación todas las instituciones de la colectividad, jamás habríamos perdido la inmensa fortuna que se fue a enriquecer a otras naciones y pueblos ¿amigos? (Colombia, Brasil, Trinidad y Tobago, Aruba, Curacao, Bonaire, etc.), a costa de la suma de males que hemos padecido.

Para terminar, una advertencia: El contrabando de extracción sigue, no de gasolina, por los momentos, pero sí de alimentos y otros rubros, en menos cantidades, pero así comenzamos hace ya años atrás. ¿Dónde está la Guardia Nacional Bolivariana y todos los servicios de inteligencia? ¿Es que a los miembros de este último servicio, indispensable, podemos llamarlos «monitos» por aquello de que no ven, no oyen, ni hablan y solo hacen maromas en las jaulas? 

Gastón Guisandes López
Editor

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