Temen que el gobierno de Colombia vulnere sus garantías

Desplazados por el conflicto: «Encontramos paz en Venezuela» (+Fotos)

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16 de febrero, 2017 - 4:04 pm
Edwin Urdaneta / [email protected]

En suelo colombiano, por el temor a morir y perderlo todo, existen habitantes que están dispuestos a trasladarse a Venezuela, pero no tienen un solo peso en sus bolsillos

Foto: Edwin Urdaneta

Eje Fronterizo — Eran las 5:00 de la tarde del viernes. No hubo tiempo de hacer maletas. Había que salir rápido. «Estos tipos nos van a matar», dijeron los habitantes del corregimiento La Gabarra, cuando tomaron la decisión de desplazarse internamente hacia Colombia, pero también, hacia Venezuela, donde afirmaron encontrar la paz, en medio de una lucha de poderes guerreristas que sigue intacta en Colombia.

En medio de una asamblea, en la que recibieron ayuda humanitaria suministrada por el gobierno que encabeza el presidente Nicolás Maduro, narraron la tormenta vivida.

«Muchos de nosotros hace 17 años dejamos todo atrás, incluso los restos mortales de nuestros familiares, sin dar tiempo a enterrarlos, porque la matanza y la destrucción estaban al acecho y por eso decidimos venirnos hasta acá, donde agradecemos toda esta atención», afirmó Juan Carlos Maldonado.

El Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), desplegó efectivos de la Guardia Nacional, Ejército, Aviación, Armada y hasta la Milicia, para frenar cualquier intento de ataque. Situación que según Tito Urbano Meleán, comandante de la Región Estratégica de Defensa Integral (Redi) Occidente, está monitoreada las 24 horas, con un contingente aguardando en el lindero fronterizo del municipio Jesús María Semprún.

Marcados por la guerra
Unos 3 mil campesinos en suelo colombiano se han declarado en refugio humanitario en la Vereda La Neiva del sector Mata de Coco, expuestos a los ataques terroristas que en el pasado devastaron los poblados de La Gabarra y La Cooperativa —en 1999, año de la desgracia—, para madres que vieron morir a sus hijos, sobrinos, nietos, bajo la imposición funesta del fusil.

La alcaldesa del municipio Jesús María Semprún, Lucía Mavárez, recordó que el episodio entre el año 2000 y 2005, fue el de mayor impacto social y sicológico. En suelo semprunés fueron recibidos 5 mil connacionales. «Todos huían de la guerra, acá los recibimos con los brazos abiertos. El presidente Chávez les dio a muchos de ellos sus cédulas, hoy gozan de viviendas, de la tarjeta de Hogares de la Patria», remarcó.

Yuris Pérez, una desplazada, contó que en Venezuela se les dio la oportunidad de atención médica gratuita. «Allá en Colombia hay que pagar, si hay un hijo de un desplazado que nació en Venezuela no lo reciben, porque deben tener partida de nacimiento de Colombia y para nosotros eso es una discriminación más que racial».

Quieren venir más
En suelo colombiano, por el temor a morir y perderlo todo, existen habitantes que están dispuestos a trasladarse a Venezuela, pero no tienen un solo peso en sus bolsillos.

«Acá hemos encontrado solidaridad de sobra, nosotros nos vinimos por las canoas, por el río de Oro y no nos han cobrado ni medio, mientras que allá el pasaje para venirnos por tierra cuesta 25 mil pesos», afirmó William Rodríguez Anaya, desplazado desde hace 14 años, quien además es presidente del Festival Río Catatumbo desde La Gabarra hasta Tibú, departamento Norte de Santander.

Mientras las formalidades binacionales se cumplen en La Vaquera, donde Venezuela les ofrece techo —específicamente en el consejo comunal de Caño Lindo, donde estuvo el gobernador Arias Cárdenas, así como en Los Estanquillos, Ana María Campos, Simón Bolívar y El Cruce—, en los refugios provisionales tratarán de subsistir inicialmente con la provisión de alimentos y medicinas.

En esa zona seguirán efectuando sus jornales. Hay planes para sembrar yuca, maíz, ají y plátano. También criarán ganado bovino, aves y hasta le apostarán a la pesca.

Les preocupa que desde Colombia el Gobierno no les dé garantías constitucionales para volver a las que fueron sus viviendas, hoy amenazadas por el grupo paramilitar Las Águilas Negras.

Testimonios de vida
A William, además de la floja posición gubernamental, le preocupa que su mujer esté en suelo neogranadino y él en Venezuela. Entre los dos crían sus seis hijos entre ambos territorios, en una lucha política de deslastrarse de la desatención gubernamental del presidente Juan Manuel Santos, pues más que la paz en Colombia, la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ha simbolizado el recrudecimiento del horror, la miseria, el hambre y la pérdida de sus patrimonios, de su vida, pero nunca de su memoria.

En el refugio había una mujer sin un brazo, otra abuela de 87 años, la de mayor de edad y sobreviviente de los tres ataques de la guerra civil.

Hasta a José Verigelio Peña, que sufre de calambres, fiebre y dolor de cabeza, le proveyeron de sus «drogas» como él mismo las llamó, para seguir trabajando por el bienestar propio y colectivo. Es del Paso Cundinamarca pero el Catatumbo es su vida.
«Aquí en Venezuela es donde yo he encontrado vida, me han dado alojamiento cuando fui desplazada poco a poco pero caminamos; perdimos casa y todo», dijo Briseida González, que aunque sonriente, secó su rostro enjugado por las lágrimas de la perversión guerrillera.

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