Puntos clave que hay que conocer para entender

Seguidilla de renuncias en el gobierno británico en desacuerdo sobre el Brexit entre Londres y Bruselas

Brexit
15 de noviembre, 2018 - 5:54 pm
BBC / RT

La ola de dimisiones se produce después de que el Gabinete del Reino Unido aceptara el plan de Theresa May sobre el acuerdo de Brexit acordado con la Unión Europea.

Tras el acuerdo sobre el Brexit alcanzado este miércoles entre Londres y Bruselas, se ha desatado una cadena de renuncias en el Gobierno de Reino Unido. El secretario de Estado británico para Irlanda del Norte, Shailesh Vara; el secretario de Estado para el Brexit, Dominic Raab; la ministra británica de Trabajo y Pensiones, Esther McVey y la subsecretaria para el Brexit, Suella Braverman, han presentado su renuncia a lo largo de la mañana de este jueves.

El primero de ellos, Vara, presentó su carta de renuncia en disconformidad por el acuerdo sobre el Brexit recién aprobado, alegando que estarán «encerrados en un Acuerdo Aduanero por tiempo indefinido limitado por reglamentos determinadas por la UE» respecto a los cuales —considera— no tienen voz. Asimismo, señaló que de este manera no tendrán libertad para abandonar dicho acuerdo «de forma unilateral» si así lo desean.

Más tarde, el secretario de Estado británico Raab hizo lo propio y presentó su dimisión, argumentando en su cuenta de Twitter que no puede apoyar el mencionado acuerdo entre Reino Unido y la UE, porque cree que «el régimen reglamentario propuesto para Irlanda del Norte representa una amenaza muy real para la integridad de Reino Unido«. Asimismo, asegura que no puede admitir «un acuerdo de respaldo indefinido» porque —asegura— Bruselas mantiene en él un veto sobre la capacidad de Londres de salir de la UE.

 

El acuerdo «no honra» el resultado del referéndum

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Shailesh Vara, secretario de Estado británico para Irlanda del Norte.

 

En su carta a la jefa del Gobierno, Theresa May, Raab también indica que los términos del respaldo constituyen un «híbrido de las obligaciones de la Unión Aduanera de la UE y del Mercado Único», subrayando que ninguna nación democrática ha aceptado jamás regirse por un régimen de esta naturaleza.

Por su parte, McVey publicó en su cuenta de Twitter su carta de renuncia, en la que subraya que el acuerdo de Brexit «no honra» el resultado del referéndum, en el que la mayoría de los británicos votó a favor de salir de la UE.

Este miércoles, tras cinco horas de debate, el Gabinete del Reino Unido aceptó el plan de May sobre el acuerdo de Brexit con la UE, en medio de una ola de críticas por parte de los euroescépticos conservadores y del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte.

 

Las claves para entender la polémica entre entre Londres y Bruselas para la salida de Reino Unido de la Unión Europea

Reino Unido y su primera ministra, Theresa May, vivieron este jueves una tormentosa jornada política.

En realidad, un día de resaca después de que May anunciara el miércoles en la noche que su gabinete de ministros le había dado el visto bueno al borrador de acuerdo sobre el Brexit al que llegó con la Unión Europea.

El acuerdo, de más de 500 páginas, establece un periodo de transición en la relación entre Reino Unido y la Unión Europea cuando se materialice el «divorcio» el 29 de marzo de 2019.

Pero a los más radicales partidarios del abandono del bloque europeo no les gustaron los términos acordados por May y Bruselas.

Así, dos miembros del gabinete de ministros y otros altos cargos presentaron su dimisión por su rechazo a una propuesta que todavía debe ser aprobada por el Europa y el Parlamento británico.

Para tratar de convencer a los diputados, May enfrentó tres horas de preguntas en la cámara baja, en su mayoría hostiles, tanto de parte de la oposición laborista como de sus copartidarios conservadores.

«El pueblo británico quiere que lo hagamos», apeló May ante el Parlamento en alusión al referéndum de 2016, en el que la salida de la UE fue aprobada por 51,9% contra 48,1%.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, informó este jueves que los 27 miembros restantes de la Unión Europea están convocados para una reunión de urgencia el 25 de noviembre con el fin de «finalizar y formalizar» este acuerdo.

Si pasa, entonces el Parlamento británico deberá votarlo en diciembre.

El borrador no es un acuerdo comercial con la UE, sino que recoge los términos en los que Reino Unido se retiraría de esta entidad supranacional el próximo marzo. Según el documento, al día siguiente comenzaría un periodo de transición de 21 meses durante el cual se negociaría el acuerdo definitivo.

En caso de no conseguirlo, el periodo de transición podrá ser extendido una única vez, siempre que ambas partes lo soliciten en julio de 2020 como muy tarde.

Los ciudadanos europeos que lleguen a Reino Unido antes de que acabe el periodo de transición (diciembre de 2020), podrán quedarse en el país y, si permanecen allí cinco años, podrán seguir haciéndolo de manera permanente. Las mismas reglas se aplicarán para los británicos en países de la UE.

Uno de los puntos que más polémicos era la frontera entre Irlanda del Norte (que forma parte de Reino Unido) y la República de Irlanda, ya que tanto Londres como Dublín querían evitar volver a tener una barrera visible con puestos de control y aduanas en ese límite de 500 kilómetros de largo.

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Primera Ministra Theresa May

Ambos gobiernos creían que esto pondría en riesgo el proceso de paz con el que se puso fin a décadas de violencia, cuando estaba activo el Ejército Republicano Irlandés (IRA), la organización armada que apoyaba la separación de esta región británica.

Por eso, el borrador incluye una cláusula de salvaguarda (backstop, en inglés), una especie de red de seguridad que se activaría si no se llega a ningún acuerdo definitivo. La cláusula evitaría que estos territorios volvieran a tener esa frontera palpable, pero obligaría a todo Reino Unido a permanecer dentro de lo que documento llama «un territorio de aduanas único«.

Esto significa que no habría tarifas aduaneras entre Londres y la UE. Pero también, que si los británicos quieren imponerle sus propias tasas a las importaciones de países extracomunitarios, estas no podrán ser más caras que las que la UE les cobra a esas naciones. Además, los productos deberán cumplir la normativa europea en materias como controles de calidad.

En este punto hay dos posiciones encontradas. Por un lado, están los partidarios del Brexit, a quienes no les gusta la idea de estar atados a las normas aduaneras de la UE.

Por otro, están los parlamentarios conservadores del partido norirlandés DUP, aliados de los que May no puede prescindir y que no quieren que Irlanda del Norte tenga un régimen distinto al del resto del territorio británico.

A todo esto se suma el «acuerdo financiero» por el que los británicos deberán pagar el equivalente a una cifra entre US$39.000 y los US$44.000 millones por obligaciones contraídas antes de la salida del bloque.

La propuesta de acuerdo también plantea la protección de 3.000 «denominaciones geográficas» de productos, que incluyen el jamón de Parma, el queso feta, la champaña y el cordero de Gales (Welsh), entre otros.

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