De travesía por las aguas del centenario Canal de Panamá

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15 de agosto, 2014 - 6:26 pm
Redacción Diario Qué Pasa


Foto: AFP

Unos 22 mil obreros murieron por enfermedades tropicales durante el fracasado proyecto francés (1881-1904) y 5 mil en los siguientes 10 años de construcción estadounidense.

Ciudad de Panamá — Es mediodía y el calor no tiene piedad. Un surco de aguas verdes y calmas, entre la exuberante vegetación, encamina a descubrir una de las obras de ingeniería más sorprendentes del mundo: el Canal de Panamá.

La odisea comienza a bordo del Tuira II con 300 turistas ansiosos. Hace hoy un siglo, el 15 de agosto de 1914, el vapor Ancón pasó por allí inaugurando la ruta que, construida por Estados Unidos, unió los océanos Atlántico y Pacífico, y transformó el comercio marítimo mundial.

La embarcación, abastecida con agua, refrescos y cervezas, parte rumbo al Pacífico desde Gamboa, en la cuenca del Atlántico, en la curva de un río que alimenta al Lago Gatún, al noroeste de la capital.

Las cámaras disparan cuando el guía señala, al pie de una colina, un edificio de una planta cercado de alambres, vigilado desde tres garitas. Es la cárcel El Renacer, donde están el anciano exdictador Manuel Noriega y otros presos de «cuello blanco».

La nave se adentra por el Corte Culebra, el tramo más angosto del Canal y el más difícil de construir. Unos 22 mil obreros murieron por enfermedades tropicales durante el fracasado proyecto francés (1881-1904) y 5 mil en los siguientes 10 años de construcción estadounidense.

«Todo esto lo abrieron a pico y pala. Fue muy duro. Miles murieron para construir esta maravilla y yo hoy, 100 años después, estoy aquí», dice a AFP Cecilia López, una jubilada colombiana de 64 años, que pese al bochorno viste un poncho típico de su natal Medellín.

Entrar, subir, bajar, salir…

El trayecto continúa y todos sacan fotos al cruzarse con buques cargados de mercancías.

Cuando la nave pasa bajo el Puente Centenario, una pareja de españoles cincuentones cumple un ritual: un beso símbolo de unión pues el Canal, aunque conectó al mundo, partió América en dos.

«Tenemos tres hijos, pero eso puede aumentar», bromea Luis Carral, un experto en transporte marítimo de la Universidad de La Coruña que «tenía mucha ilusión» con conocer de lo que tanto habla a sus estudiantes.

Desde que lo hizo el Ancón, más de un millón de barcos han atravesado los 80 km del Canal. Para hacerlo, deben bajar y subir por dos juegos de esclusas, Gatún en el Atlántico y Pedro Miguel y Miraflores en el Pacífico, porque el Lago Gatún está 26 metros sobre el nivel del mar.

«No es cierto que un océano sea más alto que el otro», aclara el guía en la esclusa Pedro Miguel.

Suena una corneta y el momento culminante llega: 100 mil metros cúbicos se drenan por enormes válvulas inferiores y el Tuira II desciende 10 metros en ocho minutos.

Cecilia no para de tomar fotos. Todos, apiñados en la cubierta, sonríen para inmortalizar el momento en que abren lentamente las pesadas compuertas metálicas de 25 metros de alto, verdosas por las algas. Muchos aplauden cual si fuera un acto de magia.

…y cumplir un sueño

A un kilómetro está Miraflores con dos esclusas, una baja ocho metros y la otra los ocho restantes. Pelícanos, garzas y albatros revolotean al otro lado de la última compuerta. Buscan atrapar a los peces que, cuando esta abra, no podrán nadar en agua salada.

Poco a poco va dejando al descubierto el manto al que hace 500 años el conquistador español Vasco Núñez de Balboa llamó el Mar del Sur. Por el altoparlante, el guía dice exultante: «Bienvenidos al océano Pacífico».

A la derecha se aprecia la zona por donde irá el tercer carril de esclusas que se construye para buques gigantescos, con el triple de carga de los que actualmente cruzan el Canal.

Más allá se pasa bajo la imponente estructura metálica del Puente de Las Américas. Ya se ve el Cerro Ancón, en cuyas faldas vivieron altos mandos militares estadounidenses quienes, a espaldas de los panameños, cavaron túneles y refugios antibombas para caso de guerra.

En su cima, haciendo constar que el Canal fue entregado a Panamá el último día de 1999, ondea la bandera panameña más grande del mundo, del tamaño de una cancha de básquetbol, irónicamente comprada en Estados Unidos por no poder confeccionarse en el país.

La travesía está por concluir, la tarde empieza a morir y ya descuellan los rascacielos en la moderna Ciudad de Panamá. «He cumplido mi sueño», expresa Cecilia en la rampa del barco, antes de poner pie en tierra.

Todo esto lo abrieron a pico y pala. Fue muy duro. Miles murieron para construir esta maravilla y yo hoy, 100 años después, estoy aquí

Cecilia López, jubilada colombiana de 64 años

Curiosidades del centenario Canal de Panamá

En 1887, el luego célebre pintor francés Paúl Gauguin vivió cinco semanas en Panamá, donde casi muere siendo obrero en la construcción del Canal, y protagonizó incidentes como cuando fue multado por orinar en la calle.

Muchas son las curiosidades y anécdotas relacionadas con la colosal vía interoceánica, que, tras haber fracasado los franceses, construyó Estados Unidos e inauguró hace 100 años, el 15 de agosto de 1914.

El pintor posimpresionista estuvo grave al contraer disentería y malaria mientras, sin un cinco en la bolsa, trabajaba en las excavaciones del Canal. Se recuperó y se fue a Martinica. Tuvo mejor suerte que miles que murieron en la construcción de la vía.

Estados Unidos empleó en la construcción una fuerza laboral de 56 mil personas, unas 30 mil de las Antillas. Otras decenas de miles habrían trabajado en el intento de los franceses.

Durante la construcción, más de 27 mil trabajadores murieron, principalmente de malaria y fiebre amarilla, y por accidentes al menos 22 mil en el fallido proyecto francés y más de 5 mil en las obras de Estados Unidos.

Los franceses creyeron que las muertes eran provocadas por gases tóxicos liberados en la excavación, pues no se conocía entonces la etiología de ambas enfermedades.

El volumen de Tierra excavado triplicó el del Canal de Suez. El material extraído en la construcción equivale a unos 95 millones de metros cúbicos, suficiente para construir una réplica de la Gran Muralla China desde San Francisco hasta Nueva York.

El vapor Ancón fue el primer barco que atravesó el Canal de Panamá el 15 de agosto de 1914.

El mayor peaje por cruzarlo ha sido de 317.142 dólares, pagado por el MSC Fabienne en 2008; y el más bajo, de 36 centavos de dólar, lo pagó Richard Halliburton por pasar el Canal a nado en 1928.

Un barco que viaja de Nueva York a San Francisco se ahorra 12.668 millas si utiliza el Canal de Panamá en vez de rodear el Cabo de Hornos. Del puerto ecuatoriano de Guayaquil a Nueva York, el ahorro es de 7.540 km.

La mayor carga la pasó el buque Arco Texas en 1981 con 65.229 toneladas de petróleo.

El tiempo promedio que tarda un barco en cruzar el Canal es de 10 horas. El tránsito más rápido lo hizo el Hydrofoil Pegasus de la Armada de EE UU, en dos horas y 41 minutos.

En 100 años de operación, han cruzado el Canal más de un millón de barcos.

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