La primera gran caravana inmigrante que salió de Honduras rumbo a Estados Unidos cumplió el martes un mes de un camino escabroso y minado de amenazas del presidente Donald Trump, pero se mantiene determinada a alcanzar el sueño americano.
Los más de 6.000 inmigrantes en su mayoría hondureños que persisten desde el 13 de octubre en la marcha que salió de San Pedro Sula empezaban a llegar a La Concha, en Sinaloa, un estado con fuerte presencia del narcotráfico sobre la costa noroeste del Pacífico de México.
Tras recorrer un extenuante camino de paisajes desérticos desde Guadalajara, en Jalisco, los inmigrantes llegaban al atardecer en una mezcla de emociones: cansancio extremo, alegría por superar un nuevo tramo hacia el norte e indignación por el engaño que dicen haber sufrido por parte de autoridades mexicanas.
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Por la madrugada, el gobierno de Jalisco puso decenas de buses a disposición de los inmigrantes para llevarlos a Nayarit.
Con este sin sabor, la caravana cumplió un mes de haber arrancado. Y sin tardarse mucho en las lamentaciones, continuó su ruta a pie o pidiendo autostop a tráileres de carga, camiones de remolque y camionetas particulares.
Foto: Agencia
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