Fedenaga nunca supo del aumento

La carne se encarece y escasea por la especulación de los mayoristas

cocinero cortando carne de cerdo cruda
11 de noviembre, 2017 - 6:12 pm
Ricardo Serrano / [email protected]

Trabajadores del sector aseguran que tienen 15 días sin recibir mercancía debido a las regulaciones impuestas por el Gobierno. Alegan que los nuevos precios los obligan a invertir y vender a pérdida. Quienes les venden la carne al mayor, presuntamente, le incrementan cada kilo al triple de su valor desde que la res sale del matadero

Foto: Agencias

Maracaibo – Una compleja estructura de precios en espiral especulativa es la causa de fondo de la crisis en la venta de la carne de res y, por consiguiente, su repentina desaparición de los mostradores en las carnicerías de la capital zuliana.

El miércoles, la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE) aprobó los nuevos precios para el rubro. La costilla quedó en 38 mil bolívares, falda en 47 mil, muchacho en 49 mil, punta en 75 mil, hasta el lomito en 80 mil. Todos los cortes quedaron a precios regulados.

A pesar de que la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) había establecido un precio regulado para los cortes de segunda en Bs. 41.500, esa tarifa queda sin efecto tras el nuevo aumento salarial anunciado por el presidente Maduro; que se ubica en Bs. 456.507.

Tras ese impacto al poder adquisitivo de los venezolanos, aunado a la regulación unilateral de la carne sin subsidio gubernamental al sector cárnico, de un día a otro el rubro prácticamente dejó de venderse y las carnicerías del estado Zulia cerraron sus puertas durante días.

Tal es el caso de dos establecimientos consultados en la parroquia José Domingo Rus, del municipio San Francisco, cuyos dueños aseguraron a este rotativo que hasta que no se resolviera “el problema de la carne” –relacionado con la regulación de Fedenaga– estas no reabrirán sus puertas. Esos comercios comenzaron a vender el kilo de carne a Bs. 70 mil días antes de la primera regulación anunciada.

A partir de esa medida inició una reacción en cadena que infló el precio de la carne y lo llevó a un piso de al menos Bs. 70 mil por kilo hasta un exorbitante monto de 80 mil y hasta 89 mil bolívares. Tal es el caso de las 25 carnicerías que hacen vida en el mercado Santa Rosalía, ubicado en el sector El Tránsito de la parroquia Chiquinquirá, municipio Maracaibo.

Y es que la crisis de la carne llevó a los vendedores de esa zona a comercializarla a Bs. 89 mil el kilo. ¿Por qué sucede todo esto?

Cadena de sobreprecios

Según contó a QUÉ PASA un carnicero, que prefirió mantenerse en el anonimato, una vez que la res es criada por los ganaderos y sacrificada en el matadero, este último le vende cada kilo de carne a Bs. 28.800 mil  a un intermediario que se encarga de entregarla a los mayoristas.

Los intermediarios estipulan su venta a Bs. 39 mil a los mayoristas, quienes para obtener un mayor margen de ganancias luego se las venden a los carniceros a Bs. 42 mil por kilo. La fuente consultada por este rotativo asegura que el precio fijo que debería mantenerse en esa cadena es de Bs. 21 mil, lo cual, evidentemente, no se cumple en ningún eslabón.

Hasta el cierre de esta edición, la SUNDDE no se ha pronunciado ni estudiado la posible medida de realizar fiscalizaciones a los mayoristas para controlar su precio de venta al sector comercial de la carne.

El índice de sobreprecios va desde Bs. 22 mil, que es el estipulado por los frigoríficos, hasta Bs. 75 mil, que es el precio de un corte de punta trasera, el único que, según un carnicero consultado, se consigue hasta hoy en el mercado. Incluso el kilo de hueso y costilla es vendido a Bs. 35 mil cuando esa parte de la res tenía un costo bajo o nulo antes de la agudización en la venta y escasez de la carne.

Esa red de encarecimiento ha obligado a los carniceros a vender la carne de segunda a Bs. 50 mil por kilo, y el de bistec a Bs. 55 mil a pesar de que, según los comerciantes, deberían adquirirla por parte de los mayoristas a Bs. 28 mil por kilo.

Captura

¿Por qué el precio final es tan alto?

QUÉ PASA investigó el trasfondo de los exorbitantes precios del mercado con el mercado carnicero de Santa Rosalía, cuyos miembros explicaron cual es el sector de la cadena que eleva los costos del proceso.

Por cada viaje o flete que deben hacer para trasladar las reses desde los mataderos hasta sus puntos de venta, los carniceros deben cancelar a los transportistas 65 mil bolívares, aunado a que cada descarga del camión a los depósitos de la carnicería tiene un costo de Bs. 10 mil por cada res que se baja.

A esto se suma el proceso de “deshuesado”, que implica extraer toda la estructura ósea del animal para vender la pulpa. Por cada res a la que se le quitan los huesos, deben pagar Bs. 25 mil. También se halla el costo de las bolsas plásticas para de despachar el producto que tienen un costo de 30 mil bolívares el paquete de bolsas de dos kilos. El de 10 kilos a Bs. 40 mil. Otro gasto y, tal vez uno de los mayores que deben hacer, es en la adquisición periódica de las hojas de sierras que emplean para hacer los diferentes cortes de carne. Cada unidad tiene un precio de Bs. 400 mil

Otro carnicero del mercado Santa Rosalía contó que funcionarios de la SUNDEE lo obligaron a vender en su negocio cada kilo de carne a 42 mil bolívares tras haberlo comprado a 48 mil en Las Pulgas, por lo cual, habría tenido una pérdida de 6 mil bolívares por cada kilo en el que invirtió. En sus 50 años como carnicero, por primera vez tiene 15 días sin trabajar debido a que los proveedores no le han surtido reses.

El resultado de todo esto es que, en promedio, cada carnicero incurre en gastos mínimos de 547 mil bolívares en cada lote de reses que compran a puerta de canal (res despresada y colgada en dos partes). Por tal motivo, aseguran que deben vender cada kilo a Bs. 80 mil para “tratar de reponer medianamente el inventario y las ganancias” debido a que tras el proceso de desposte (extracción de huesos y cueros) la res pierde peso y por consiguiente, pierde valor, según comentó Ligia González, vendedora de carne en el mercado Santa Rosalía de Maracaibo.

Negocio redondo

Si antes los desperdicios de la res no eran valorados a un precio determinado por la alta oferta y demanda de carne que existía antes de esta crisis, ahora el hueso, el cebo, el pellejo, la costilla y las pesuñas de la vaca son vendidos junto con el traste de la res (conjunto de hígado, patas, lengua, rabo y corazón) a 260 mil bolívares. Se quedan en el matadero y revenden el traste a mercados informales, según afirma un comerciante.

Por ello, el hígado, a Bs. 50 mil; las patas, a 15 mil; la lengua, a 35 mil; el rabo, a 40 mil y el corazón, a 40 mil, son vendidos a tales precios adicionalmente al kilo de pulpa, lo cual, según las fuentes consultadas, constituye un enorme margen de ganancia para los vendedores mayoristas.

Contrabando

La fuente informó que, por medio de comunicaciones con los mayoristas, conoce la presunta situación de que los llamados “bachaqueros” compran la carne al exorbitante precio de entre Bs. 80 mil y 89 mil en el mercado Las Pulgas para luego contrabandearla hacia Maicao, Colombia, y vender en ese mercado cada kilo a un precio de 250 mil pesos y posteriormente distribuirla a Río Hacha, en el departamento colombiano de La Guajira, fronterizo con el estado Zulia, y a Valledupar, al nororiente del país vecino.

¿Qué dicen los ganaderos?

Este rotativo se comunicó con Carlos Odoardo Albornoz, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), quien nos aseguró en exclusiva que, a pesar de los precios regulados aprobados el miércoles el organismo contralor “nunca le notificó directamente a Fedenaga” que establecería nuevos precios para todos los cortes de carne.

“La SUNDDE le comunicó la medida a una distribuidora de carne, pero no se lo notificó directamente a Fedenaga, sino que mediante un comunicado de prensa anunció esos precios”, señaló Albornoz al asegurar que hasta ahora no ha habido acuerdo para esos precios entre la Superintendencia y ese gremio ganadero, que cubre la mayor parte de la cría y distribución de vacas en el territorio nacional.

Por su parte, Albornoz asegura que “no hay especulación en el precio de la carne” y que ese no es el problema de fondo, sino los altos niveles de inflación que aquejan al país y la depauperación de un salario mínimo nacional que, según dice, “representa apenas 10 dólares equivalentes a un mes entero de trabajo, mientras que en EE UU se traduce a $10 por hora”, argumenta.

“En Colombia, la carne es siete veces más barata. El ganadero colombiano vende su kilogramo de carne a puerta de corral a  1,40 dólares, mientras que en Paraguay el productor recibe 3,37. Nosotros recibimos aproximadamente 0,45 dólares por un kilogramo de carne”, precisó el gremialista.

Detalló que el rebaño en Venezuela pasó de casi 14 millones de cabezas de ganado a 9 millones 100 mil reses en 2016. “Lo que se recomienda es que haya una res por cada habitante para garantizar el mínimo necesario para el consumo”, sugirió.

En contraposición, también se obtuvo la explicación de Dixon Paz, presidente de la Asociación de Ganaderos de Machiques (Gadema), quien precisa que el precio promedio nacional del ganado en pie de corral (cuando sale de la finca) es de 14 mil bolívares, mientras que el diferencial de la res a puerta de corral (cuando llega al matadero) es de Bs. 28 mil. Sin embargo, del matadero al despacho de los mayoristas llega a un valor de Bs. 30.500, según Paz.

Por lo tanto, a pesar de que el ganado a puerta de corral tiene un precio legal de Bs. 28 mil, su precio final de venta al público termina siendo de Bs. 80 y 89 mil, el triple de su valor original.

El presidente de Gadema argumenta que el precio es incrementado por los carniceros debido a que, según dice, por cada 200 kilos de res en canal, los comerciantes le obtienen ganancias solo a unos 15 kilos de carne de esa res. Agrega que, a su juicio, el precio real de la carne debería ser el doble de su precio en el matadero, es decir, de Bs. 28 mil en esa área a Bs. 56 mil como precio equilibrado para la clientela entre un piso y un techo de acuerdo a los costos de producción de la cadena.

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