Los 80 de «El Negro que habló con Dios»

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8 de junio, 2015 - 12:46 pm
Redacción Diario Qué Pasa

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¡Feliz cumpleaños! Y que se multipliquen en bendiciones.

Foto: Archivo

Hoy nuestro Francis Luther Blackman cumple 80 años, por segunda vez. Sí, y es que hasta para eso es especial. Según su cédula su nacimiento ocurrió el 8 de junio, esa es la que celebramos. Pero como bien lo cuenta, su madre le dijo que su verdadera fecha natal es el 25 de mayo, esa es la divina, solo porque viene del ser que le dio la vida y al que nunca pondría en duda.

¡Buongiorno per la mattina! Se escucha mientras la puerta de vidrio que da acceso a la redacción de QUÉ PASA se abre y entra un hombre al que todos responden con un ¡buen día señor Francis! Lo que deviene es una serie de piropos de las damas de la redacción al Hombre Negro como lo bautizó el locutor Guillermo Barrera.

Su presencia es sinónimo de gaitas y música zuliana en este pequeño espacio que comparte junto a una camada de jóvenes periodistas que lo ven como la enciclopedia a consultar cuando de hacer trabajos de mi viejo Zulia se trata.

Y es que por sus venas corre el periodismo verdadero, ese de los «tubazos» cuando sobre las teclas de una máquina de escribir los dedos bailaban una danza frenética por terminar una noticia caliente, un camino que nuestro Francis comenzó a transitar en 1964 como redactor del vespertino La Noticia.

Su vida bien podría inspirar una película y por eso se puede jactar de hablar de los grandes, esos que fueron sus amigos y con los que compartió en plena camaradería cuando pisó tierra marabina luego de llegar de los campos petroleros de la Costa Oriental del Lago.

Un ejemplo de ello es el «Bolerista de América» Felipe Pirela, cuando el maestro de las letras en la sección de deportes lo describe así: «Felipe no pudo con la fama. Fue un muchacho tímido. Era a través de sus canciones que afloraba todo lo que llevaba por dentro».

A este servidor lo saluda siempre con un «cómo estáis negrón», y para muchos me he convertido en una suerte de hijo putativo, por el cariño y el respeto que nos une y por el cual me siento profundamente agradecido.

Para los que compartimos su vitalidad o «vejentud» es un ejemplo a seguir en el que el trabajo diario se nutre con el amor y la amistad sincera que cultiva con la verdad a flor de labios.

Gracias damos por permitirnos disfrutar de sus vivencias, esas que hace un año estuvo a punto de no contarnos por un quebranto de salud que se complicó y que le sirvió de aviso para bajar el ritmo, pero lo cierto es que Dios no lo necesitaba en el róster celestial. Lo prefiere siendo ejemplo de vida y palabra con su Francis Juzga. De algo tiene que valer el título de «El Negro que habló con Dios».

Mientras tanto, la mejor descripción la hace el periodista y locutor Ramón Soto Urdaneta: La palabra escrita. La palabra tuya Francis, amarrada con tus arterias al corazón de la gaita. La palabra Francis. Abrazos.

¡Feliz cumpleaños! Y que se multipliquen en bendiciones.

Maestro, sus palabras de despedida: ¡Quedó escrito. Epa, ya está, nos vamos!

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