Al rey Juan Carlos lo dejan solito

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8 de junio, 2014 - 12:21 pm
Redacción Diario Qué Pasa

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Las constantes infidelidades del Rey de España, su renuncia al trono y su salud quebrantada por amoríos y cacerías hacen que la Reina tome una solemne decisión, abandonar a Juan Carlos y el Palacio de la Zarzuela.

La abdicación de Juan Carlos I no solo ha arrastrado consecuencias políticas y constitucionales, sino que ha devastado 52 años de matrimonio. El Rey de España y su esposa, la reina consorte Sofía de Grecia, ponen fin y, al mismo tiempo, certifican una relación sentimental inexistente desde hace excesivo tiempo. Las supuestas aventuras amorosas e infidelidades del monarca, sus continúas escapadas «privadas», sus viajes extraoficiales o sus cacerías han estallado justo a pocos días de que su hijo —el príncipe Felipe— sea coronado.

La situación era insostenible. Los españoles eran conocedores de la vida desangustiada y alegre de Juan Carlos I. Sin embargo, las reacciones ante esas actitudes se convirtieron en indulgencia, condescendencia y disimulo. Era el Rey, ese hombre que no respetó la línea sucesoria del trono —le correspondía a su padre, el conde de Barcelona, don Juan— era el legítimo heredero.

El dictador Francisco Franco, sin embargo, había trazado otros planes para el futuro de España dentro de los fascistas principios generales del movimiento, una especie de constitución antidemocrática hecha a su medida para lograr de igual manera sus fines. No tuvo ninguna duda en afirmar y acuñar monedas, timbres y documentos en los que se erigió como «caudillo de España por la gracia de Dios». Hasta ahí llegó su narcisismo y vanidad. Incluso más, designó bajo esos principios todopoderosos a su heredero.

Una práctica borbónica

Desde su designación, Juan Carlos I, por cierto, nacido el cinco de enero de 1938 en la capital de Italia, Roma, conocía su destino. Y, como sucesor y usufructuario de la Casa Borbón, no podía traicionar ni desertar de las costumbres, prácticas y usanzas de esa saga familiar. Un borbón nace, crece, se desarrolla y se ajusta a las hazañas familiares, que dicen en España.

Juan Carlos I no podía ser menos. Designado por un dictador, su abuelo Alfonso XIII tuvo que huir de España cuando los republicanos ganaron las elecciones municipales el 14 de abril de 1931. Su destino o refugió fue Italia. Asumió la jefatura de Estado del país a los 16 años. Pronto, excesivamente pronto, se conoció su aparente promiscuidad sexual.

Al actual Rey de España, más o menos, le ha pasado lo mismo. Sin embargo, él ha contado con una baza que no disponía la reina Sofía. Alfonso XIII se casó con la princesa inglesa Virginia Eugenia de Battenberg. Eran otros tiempos. A esta princesa le importaban bien poco las aventuras y desventuras sexuales y pornográficas —era un gran consumidor de películas de ese género— de su esposa.

Tropezó con la suela de su zapato

Juan Carlos I, sin embargo, tropezó con la suela de su zapato. Se topó con Sofía Margarita Victoria Federica, su actual esposa y reina de España. Una mujer equilibrada descendiente de la casa real de Grecia, que es república  desde 1973, que rebosa tranquilidad, calma, sosiego y serenidad, que está absolutamente dedicada a las obras sociales y al mundo de la cultura.

Sin embargo, esa quietud se rompió hace muchos años, aunque la discreción de una incipiente monarquía requería esos esfuerzos. Juan Carlos I y Sofía de Grecia contrajeron matrimonio el 14 de mayo de 1962. Faltaban todavía 13 años más para que Franco se muriera entubado en un hospital y él fuera proclamado solemnemente Rey de España.

Ese fue, precisamente, el reinado de paz y amor que imperó en la Casa Real de España. A partir de entonces, Juan Carlos I era el rey y Sofía, su esposa y consorte. Nada más. Los dos vivían en el Palacio de la Zarzuela. Juntos, pero no revueltos. Cada uno de ellos tenía, además de su agenda oficial, su vida privada.

«La mujer del César…»

En este caso, y en contraposición con lo que dijo el emperador romano Cayo Julio César, «la mujer del César, esta no solo debía de ser honrada sino parecerlo». Aquí la situación se refiere a Juan Carlos I, a quien se le conocen, supuestamente, decenas y decenas de aventuras amorosas.

La reina Sofía, al parecer, ha decidido poner fin amistosamente a esa relación matrimonial que desde hace 13 años mantiene. De hecho, no se habla de un inminente divorcio, sino de una separación de cuerpos, una realidad física que ya mantenían en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. Esa situación, presuntamente, se ha agravado en los últimos meses y se ha escenificado en los últimos meses.

Doña Sofía abandonará la residencia marital y se trasladará a vivir al Palacio de Marivent, ubicado en Mallorca. Además, también utilizará el castillo de una prima suya que vive en la ciudad alemana de Múnich. Una incógnita que todavía no se ha resuelto, aunque todo apunta a que la reina ha optado por residir en la isla balear.

Las desavenencias entre Juan Carlos I y Sofía no son nuevas. Muy al contrario, son muchos años de desavenencias, discordancias y diferencias públicas y privadas entre ambos. No obstante, los dos superaron esa división en los actos oficiales.

El «caso Urdangarín»

No siempre, claro. La constatación formal de esas contrariedades se produjo en enero de 2012, cuando la reina se trasladó a Londres para respaldar a su hija, la Infanta Cristina y su yerno Iñaki Urdangarín sin que el Rey lo supiera. Además, para corroborar ese respaldo, la reina se fotografió con ambos, imágenes que fueron difundidas por la revistas del «corazón o prensa rosa» con mayor difusión en España. QUÉ PASA publicó esa información, «salvar a la infanta, salvar la monarquía». Tanto Urdangarín como Cristina de Borbón están imputados por malversación de fondos públicos y delitos fiscales.

A partir de entonces, las disfuncionalidades familiares han sido constantes y permanentes. Juan Carlos I Doña Sofía cohabitan en el Palacio de la Zarzuela, no conviven. Cada uno hace su vida, como si se tratara de personajes encontrados que sólo se encuentran en actos oficiales o en alguno de los hospitales  a los que tiene que ir el Rey por una de sus aventuras o cacerías.

Dos días después de la muerte de Francisco Franco, el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos fue proclamado Rey de España. Todo cambió. Trece años de matrimonio tirados por la borda. Todas las cortesanas, artistas y miembros de la nobleza se le ofrecía, según el libro La Soledad de la Reina, escrito por la periodista española Pilar Eyre.

Franco, sabiendo que iba a nombrar heredero de la jefatura del Estado español a un Borbón, ya previó un decálogo en el que estipulaba que el Rey debía «ser fiel a la Reina». Objetivo que, lógicamente, no se cumplió, como demostró posteriormente la historia.

La Reina testigo de infidelidades

«La primera infidelidad de  la que fue testigo la Reina fue en enero de 1976». Según la versión de la periodista, Juan Carlos le había dicho a su esposa que se iría a Toledo en una excursión de cacería «solo para hombres».

Deseosa de saludarlo, Sofía decidió ir por sorpresa junto a sus hijos. Pero cuando llegó a la casa y entró a su cuarto, lo encontró en la cama con una famosa actriz española, cuyo nombre nunca ha trascendido. Entre sus amantes hubo muchas celebridades. La actriz Sara Montiel es una de las que más se menciona. Novia de varios actores de renombre, «Sarita» deslumbró a Hollywoody triunfó en varios países. A pesar de ser diez años mayor que él, se cree que mantuvieron un amor clandestino.

Una larga lista de amantes

En la larga lista también figuran la condesa Olghina Micolis de Robilent, la alemana Julia Steinbuch, la actriz y conductora española Bárbara Rey y la cantante Paloma San Basilio.

Pero la que mayor resonancia tuvo en la opinión pública fue Lady Di. Colin Campbell, biógrafa de Diana Spencer, contó hace algunos años que la Princesa de Gales y el Rey tuvieron una aventura en un crucero durante el verano de 1986 y en el mes de abril de 1987.

La última novia atribuida del Rey de España es una alemana de nombre Corinna zu Sayn-Wittgenstein y es muy joven y, además, se presume, principal actora de la ruptura formal y oficial de Juan Carlos I y Doña Sofía. Incluso, viajaba con él en viajes oficiales y que organizaba sus ya conocidas cacerías en África. «Pero las anteriores sí que han sido de una edad adecuada para él», según Eyre.

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La cantante Paloma San Basilio también figura en la lista de amoríos con Juan Carlos I

Fotos: Agencias

 

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