FRANCIS JUZGA

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2 de mayo, 2014 - 1:34 pm
Redacción Diario Qué Pasa

*** Hoy está celebrando noventa y nueve (IC) años de edad, una matrona zuliana, marabina y del sector La Lago para mayor orgullo. Se trata de doña Catalina Riera de Morillo, nacida el 30 de abril de 1915. Dios siempre la cubrió con su manto divino, porque su fe en Él fue grandísima. Hacer el bien le valió que un generación de vecinos diera paso a otra que ha sabido mantener la misma línea de amor, respeto y admiración por don de gente. Hoy —rodeada del gran afecto de su familia— sus hijas María, a quien conozco desde que estudiaba en la Escuela Anselma Pulgar, allá en Bella Vista José, Margarita, Lourdes, Julia y los ausentes Georgina y Gilberto y otro gran ausente, su yerno Jesús Contreras, amigo, alto pana de la infancia, a Marianela y con ella a todos su demás nietos. Den gracias al señor por haber sido tan bondadoso y misericordioso con todos, al dejárselas disfrutar hasta ahora. Quiera Dios que dentro de un año celebren su centenario. A las felicitaciones de Enrique y Andreína Charles, se unen las nuestras.

*** Ayer también estuvo de cumpleaños el brother Herbert. Toca dar gracias a Dios por haberme deparado un hermano como él. No recuerdo haber discutido nunca con Herbert y mi respeto hacia su persona ha sido cuestión de honor. Hay cosas dentro de mi corazón para él que seguirán en ese cofre especial para siempre y de las cuales no tengo porque hacer alarde. Dios bendiga a este mi hermano.

*** Gana la gaita con el regreso de Víctor Prada Valles a nuestra radio, esta vez por Popular Stereo. El espacio se llamará El Gaitazo Popular que desde el pasado martes se escucha de seis de la tarde a ocho de la noche. Me llama la atención la no utilización del nombre Gaita Gaitero, con el que siempre identifico sus espacios gaiteros desde que se dedicó a promocionar a la reina del folclor, sus razones tendrá para ello.

*** De acuerdo, los conductores de autos por puestos y taxistas lograron aumento en el costo de pasajes y carreras. Sabemos por todo lo que pasan —como ciudadanos ellos también pasan sus malos ratos a la hora de la comida, medicinas y repuestos—, pero hasta ahora no hemos escuchado de ningún gremio, una oferta al usuario de que no seguirán cometiendo abusos en su contra, que no maltratarán tan descaradamente al pasajero, cobrando lo que a ellos les salga por encima de lo fijado por la ley, trabajando hasta las ocho de la noche, y sobre todo, no abandonar al usuario los fines de semana.

Ellos deben disciplinarse y implementar un organigrama de trabajo para que cada quien se tome sus merecido descanso y se diviertan, pero sin olvidarse del usuario que al fin y al cabo es quien lo mantiene a él y a su familia.

*** Dos semanas atrás se fueron de este mundo dos personajes. De Puerto Rico me llega un correo que es lo más interesante que he leído en torno a la muerte tanto de Gabriel García Márquez como la de Cheo Feliciano —el autor es un colega (MECH) quien me autoriza a mostrárselo a mis lectores—, no tiene desperdicio y lo comparto con todos:

«Fue una pelea por el Premio Mundial de la Inmortalidad. En esta esquina de Puerto Rico, Cheo Feliciano, en la otra el mexicano-colombiano Gabriel García Márquez. Ayer lunes 21 de abril de 2014, le rindieron sus últimos honores póstumos a dos ilustres ciudadanos.

Uno verdaderamente popular, el otro, nacido en el barrio, salió del barrio y regresó a morir en su barrio. El otro, amigo de sus amigos y de sus enemigos. Cheo Feliciano, de 87 años de edad, de profesión cantante de salsa caribeña, natural de la ciudad de Ponce, Puerto Rico, mejor conocida como la ‹Isla del Encanto›. Gabriel García Márquez, de 88 años de edad, de profesión escribidor de sus cuentos, natural de la población de Aracataca, Barranquilla Colombia.

A Cheo Feliciano, el pueblo y sus amigos salseros y no salseros, con caras alegres, lo cargaron por las calles de su pueblo natal, hasta su última morada, al compás de una de sus famosas canciones… Anacaona, india de raza cautiva. Los ciudadanos vestidos unos formalmente, con el típico vestido de los velorios, trajes negros y corbata oscura. Las mujeres con el pelo pintado de  amarillo alborotado y los clásicos lentes oscuros, que esconden los años y las arrugas de sus ojitos cansados de tanto llorar. Otros, la gran mayoría, hediondos a ron Bacardí, a marihuana y otros polvos blancos manufacturados en Colombia… con sus  camisas floridas caribeñas de mangas cortas. Con pantalones de todos tipos. Largos  y cortos, hasta algunos con trajes de baño. Calzados los que más tienen y otros en chancletas típicas de la usanza de la isla caribeña.

A Gabriel García Márquez, en el histórico, majestuoso, pomposo y celebre, Teatro de las Bellas Artes, de la ciudad de México, lugar de lujo donde se le rinden los últimos honores póstumos a mexicanos de excepción  entre ellos, Diego Rivero, Frida Kahlo, Mario José Moreno Cantinflas, Carlos Fuentes, Octavio Paz y muchos otros. La mayoría de los asistentes con caras serias e hipócritas propias de políticos y de burócratas, vividores de la cultura formal y popular y en presencia de dos presidentes de las respectivas repúblicas de México y Colombia, Enrique Peña Nieto y José Manuel Santos Calderón.

Peña Nieto, chiquito con apariencia juvenil y elegante. Santos Calderón, viejo, maquillado, con el pelo recién pintado de tinta negra ónix de periódico y cansado de tantas mentiras en público. La ceremonia con una protocolar guardia de honor, fue irrumpida por el sonido de los vallenatos de Valledupar, cantando… «…Te voy hacer una casa en el aire…» exquisita composición del respetado colombiano Rafael Escalona (Q.E.P.D.) Hasta ese momento en el ambiente pomposo, se oía, la clásica pieza La Isla de los Muertos, de Rachmaninoff.
A Cheo, lo lloró la gente pobre de su ciudad natal, tal cual, como el decía en su canción, ‹en los entierros de la gente pobre, se llora de verdad›. Al ‹Gabo›, con poca asistencia del pueblo mexicano, se notó la asistencia de los políticos y de la gente ligada al sistema cultural de la Ciudad de México. Cada uno de los asistentes viendo para todas partes, a ver dónde estaban las cámaras y los típicos ruidos de los click de las cámaras fotográficas digitales silenciosas.

Cheo Feliciano, un portorriqueño de origen humilde, que le cantó al mundo sus canciones, cuando la salsa irrumpió allende los mares con su música, en compañía de las famosas Estrellas de Fania o en ambiente internacional, Fania All Stars. Desde su clásico, El Ratón hasta Amada Mía.

Gabriel García Márquez, un barranquillero universal, que luego de oír los cuentos de sus abuelos, se fue a la capital de Colombia y de allí al viejo continente, regresando a las américas y tomando a México, por su segunda patria, gracias al exilio que le dio la República de México. Dicen que el calor barranquillero le obstruía sus pensamientos.  De allí solo salió La Hojarasca, su primer libro. El frío de las europas, le enfrió sus neuronas, donde logró pensar en su ‹realismo mágico›, que llega a su mágica realización en la ciudad de México.
El entierro de Cheo Feliciano no costó nada. El pueblo como siempre llora a sus muertos a cero costo. Nada de protocolo. Todos sus amigos y compañeros de trabajo llegaron a San Juan de Puerto Rico por voluntad propia. Desde el panameño, Rubén Blades, hasta el el caraqueño, Oscar D′León hicieron acto de presencia, para testimoniar con su presencia física sus afectos al amigo Cheo. La música y los músicos se organizaron de inmediato y el sábado en la noche, le rindieron tremendo homenaje en la arena de San Juan. Todo improvisado. Todos son soneros de la improvisación.

El acto del ‹Gabo› costó mucho. El avión presidencial de Colombia llevó flores amarillas, mariposas amarillas de papel y a tres músicos vallenateros de Valledupar, con sus clásicos sombreros. Uno que tocaba el acordeón, otro que tocaba el clásico tambor de los mares caribeños, herencia africana, y el tercero, la infaltable charrasca. De sus instrumentos salía el sonido de Mariposas Amarillas, Mauricio Babilonia.  La esposa de ‹Gabo», ‹la gaba›, o sencillamente Mercedes, vestida de amarillo, al oír el clásico sonido vallenatero que entonaba las notas de la música popular de su querido Macondo, comenzó a reír y a celebrar la presencia de los Corraleros del Majagual.

El pasado Jueves Santo nuestra América latina siempre recordará la ida de dos grandes, uno cantante de música popular y el otro, escritor o echador de cuentos imaginarios, que todos los latinos, sin excepción podían o pueden leer. Para este humilde escribidor el ganador de la gran pelea por el campeonato mundial fue Cheo Feliciano, que lo lloraron los pobres. Para cerrar, la televisión de Puerto Rico difundió la última grabación de Cheo Feliciano cantando con los Pastores de la Salsa, un grupo de cristianos, su canción se llama Me Voy de Pesca.

De Gabriel García Márquez se oía, que había dejado una novela incompleta de nombre, Nos Vemos en Agosto y que el locutor de la tele mexicana, decía, que su publicación era una cuestión de los familiares de ‹El Gabo›… ‹Money is Money…›.

De Cheo Feliciano se oirá el famoso Pito, con Joe Cuba y su sexteto. Anacaona, Quítate Tú, El Entierro de mi Gente Pobre, Amada Mía y la clásica expresión ¡Familia!

De Grabriel García Márquez, alias ‹El Gabo›, Cien Años de Soledad (MECH)».

*** Mensaje a Roque Atencio allá en El Moján, por lo visto me sale cotizas mojaneras, casuales, de vestir y domingueras, de modo que guardé unas por allí, sospecho me harán falta.

*** Mi compadre Franklyn García también celebró sus cumpleaños ayer. Sé que en los actuales momentos su salud no está para festejos, además de que ha pasado por momentos realmente preocupantes, víctima de la inseguridad. Ya no habrá fiestas en el estadio ni nada parecido, pero vaya un consejo, aférrese a Dios. Al compadre también le he hablado de la ley de las dificultades y espero que las sepa enfrentar como buen cristiano que es.

*** La salida de Mi Vieja Discoteca de la emisora Centinela la veía venir. Suponía que la movilización hasta la sede de la misma debía significar un alto gasto en transporte —en virtud de que ninguno de los manejadores del espacio tiene auto—, esta inversión consumía —a mi juicio— un alto porcentaje del total de las ventas por concepto de publicidad. No he podido contactar a la gente que manejaba el programa. Si hay algo extra en el asunto, lo ignoro, sobre todo cuando se trata de una estación de radio de este estilo. Sepan que a partir de este domingo estará al aire por la 95.5 de nueve de la mañana a doce del mediodía. Quiera Dios que en el receso meditaran sobre los cambios que están urgidos en el programa.

*** ¡Quedó escrito. Epa, ya está. Nos vamos!

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