Volver al 4-F

2 de febrero, 2015 - 1:37 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Veintitrés años han transcurrido desde aquel 4-F de 1992. Un hecho, una gesta, un acto de inmolación que pulverizó los cimientos del sistema político enquistado entonces en todas las instituciones de la República.

El Pacto de Punto Fijo había degenerado en un ejercicio perverso del poder asociado a un estamento económico que, amparado en el rentismo y en su financiamiento al espectro adeco-copeyano, hundió el aparato productivo del país y construyó una cultura parásita e improductiva. Esa democracia de élites que se repartía el país se vio dinamitada por el acto libertario que representó la gesta del 4-F.

Quienes en ese momento no participábamos en política pero andábamos hastiados del sopor nauseabundo que se respiraba impregnado de corrupción y servilismo, vimos con simpatía y admiración aquella hazaña. Por toda la decepción y repugnancia generalizadas, por la corruptela y pérdida de valores que azotaban la cultura ciudadana, sentíamos que aquel estado de cosas no podía seguir. Acompañamos aquel proceso hasta que en el año 1997 me incorporé formalmente al proyecto bolivariano que lideraban aquellos hombres, pero especialmente Chávez.

Durante toda la militancia revolucionaria ha ocurrido una transformación sin antecedentes en la historia nacional hacia nuevos esquemas políticos. La democracia participativa y protagónica, los cambios profundos de las estructuras de la sociedad, la construcción del socialismo del siglo XXI, han sido objetivos que se fueron agregando siempre en la senda trazada por el ideal bolivariano de los que irrumpieron el 4-F.

Sin embargo, la utopía, el arrojo, la valentía, la toma del cielo por asalto, que representaba épicamente la acción del 4-F siempre ha estado presente. Queda para el juicio histórico los desempeños posteriores pero, sin duda, la historia reciente ha demostrado que no eran gorilas que querían imponer una dictadura de derecha como las asociados con algunos expresidentes de países que por aquí se han dejado ver recientemente.

Hoy, la Constitución Bolivariana es una consecuencia de aquella gesta. El marco jurídico/político que encierra y el horizonte de país que dibuja es aceptada y esgrimida tanto bolivarianos como por la oposición. Refrendada además por la mayoría del pueblo venezolano que hizo suyos aquel sentido de dignidad y aquel ideal de sociedad hoy en construcción. El 4-F se hizo y es mayoría social. No debería olvidarlo la oposición.

A esos principios, a esos valores, a ese arrojo, a esa sinceridad que significó el 4-F debemos volver. Enlazarlo con el principio de las 3R al cuadrado que lanzó Chávez en su día. Profundizar, por ejemplo, en la misma Constitución que establece un sistema de gobierno federal y descentralizado, impulsar la hacienda pública estadal y otras muchas cosas que han ido quedando rezagadas por circunstancias de orden políticas que no viene al caso referir.
Hoy debemos hacer nuestras las aspiraciones de un mundo mejor, de inclusión, de igualdad, de respeto y reconocimiento al otro, de apego al orden legal y a la Constitución de la que se derivan.

Tips:

Excelente el inicio de obras en la Plaza Baralt en el marco del decreto que declara zona de interés turístico el casco central de Maracaibo. Una sola sugerencia: si no lo decimos y lo mostramos a la opinión pública, queda como un acto casi administrativo y clandestino, sin aprovechar el impacto de tan importante obra. Debemos decirlo y hacer sentir que gobernar es hacer. Hay quienes gobernando no hacen y, sin embargo, dicen que hacen.

El «bachaqueo» se intensifica. Las distorsiones económicas hacen que ya sea un trabajo para muchos y amenaza con erigirse como una industria. Algunos incluso lo consideran un estabilizador de la situación. En todo caso no es normal y es mucha la gente que requiere sus productos al precio que está establecido, sin tener que ser obligado a meterse en una cola infernal.

La oposición en el Zulia, pobrecita, anda extraviada, sin brújula y orientación. Cautiva del chantaje de los jinetes del apocalipsis y sin autonomía de criterios para hacer ver las especificidades de la agenda regional.

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