Retórica y fanfarria en el discurso político

16 de mayo, 2016 - 2:27 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Entre los múltiples significados que da el DRAE a la palabra «retórica», se encuentra el de «argumentos razonables que no vienen al caso», muy parecido al significado de «fanfarria» como expresión de «balandronada, jactancia o ruido musical interpretada sin estilo alguno». Este significado de las palabras que adornan el titulo del presente artículo expresan contenidos fuera de contexto sin ningún vínculo con la realidad, pero son parte del discurso político como una forma permanente para llamar y mantener fugazmente la atención de la sociedad, todo sin proponer una solución real. El discurso político de la elite dirigente del país esta impregnado de un mensaje fuera de lugar descontextualizado que no da, ni propone de manera seria y responsable soluciones verdaderas a la grave crisis político-económica que vive en la actualidad nuestro país.

Palabras huecas y ruidosas, promesas y mentiras, gimnasio de palabras con un método vació extravagante e infecundo y políticas «sabias» con nuevas formulas para resolver todo tipo de problemas (lo divino y lo humano) mediante un discurso en la política de trinchera que se desarrolla y se vive en el escenario político venezolano.

Toda la sociedad demanda y exige soluciones serias ante problemas graves, y tanto el gobierno como la oposición, deben entender las demandas planteadas debido a que las soluciones adoptadas no han proporcionado los resultados esperados y las dificultades se siguen acumulando en un círculo vicioso.

Nuestros políticos no han sido capaces de comprender que las concepciones subjetivistas existentes no se han superado de modo positivo a la aparición de necesidades desproporcionadas. La incoherencia verbal, la prepotencia y la existencia de promesas electoreras son el ejemplo mas patético de esta afirmación. «El estado – como dijo Esmein- es la representación jurídica de la nación». Pero además es su representación política. La democracia es la única forma de poder que dispone de verdaderos organismos, instrumentos y mecanismos que generan decisiones «correctas» y útiles para conocerlas y aplicarlas, aun cuando su valor y la eficacia de ellas no determina la justicia que dependerá en todo caso del ajuste de la imparcialidad sobre la base de una igualdad razonable en un país polarizado desde el punto de vista político-partidista.

Tenemos políticos demagogos en un estado inerte cargado de leyes (letra muerta) generando en el colectivo ciudadano frustración, pasividad, corruptela y complicidad. Hay que dejar de una  vez y para siempre de un lado el juego político macabro actual impuesto por la polarización ya que el mismo no garantiza nada en este momento. Se deben despejar las dudas con respecto al modelo político existente, a su respeto por la democracia a su misión humanitaria y su aspecto humano. Hay que crear las condiciones políticas de la correspondencia entre gobierno y oposición con respeto e ideas claras, dejando a un lado la fanfarria y la retórica en tales propuestas.

Si no existe en la hora actual la articulación política indispensable y necesaria, estará en riesgo permanente el espacio democrático al que se debe cuidar de los modos destructivos de ejercer y practicar la democracia. Deben aplicarse en forma consecuente los principios de un nuevo sistema de gestión económica con el fin de que  TODOS,  ABSOLUTAMENTE TODOS los sectores de la sociedad venezolana emprendan un nuevo camino de desarrollo que tenga como base esencial la libertad, la independencia y soberanía de Venezuela.

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