A propósito de rendir el azúcar en este tiempo

Podemos endulzar los alimentos solo con sonido

Cafe musical
29 de agosto, 2016 - 9:19 am
Herwin Godoy / [email protected]

Según estudios realizado por Charles Spence, psicólogo experimental de la Universidad de Oxford (Inglaterra), la música que escuchamos influye en el sentido del gusto.

Spence ha dedicado los últimos 10 años a entender cómo nuestro cerebro procesa la información de cada uno de nuestros sentidos.

No solo el aroma sino el sonido juega un rol destacado cuando se trata de comer, que empieza incluso antes de que el objeto de nuestros deseos toque nuestros labios”, indicó Spence.

Desde el chisporroteo de los huevos o la carne en la sartén al gorgoteo del café en la cafetera nos preparan para lo que se viene, añadió el ciéntifico, en una entrevista a la BBC.

Spence realizó junto a otros colegas y cheff,  varios experimentos para explorar cómo nuestras sensaciones sonoras afectan la percepción del sabor.

En uno de ellos, le sirvieron a los participantes una ostra dividida en dos. La primera mitad iba acompañada con sonidos marítimos, la segunda, con los de una granja.

La primera fue calificada como considerablemente más agradable.

Cuando le dieron a otro grupo helado de huevo con tocino mientras escuchaban el cacareo de gallinas y luego el chisporroteo del tocino en la plancha, éste último hizo que el sabor del tocino pareciera mucho más intenso.

«El otro lado de la moneda es que si el sonido del ambiente es alto, suprime nuestra habilidad de sentir intensamente el sabor. La prueba es la comida de avión».

Entonces, así como el ruido puede atenuar los sabores, hay sonidos que los pueden intensificar.

«Escuchando cierta clase de música o paisaje sonoro podemos realzar un sabor», señala el experto.

La idea de que diferentes tonos musicales pueden acentuar la dulzura, amargura o lo picante de los alimentos tiene nombre: sazón sónica.

Las investigaciones que Spence ha llevado a cabo han arrojado que las notas de alta frecuencia resaltan los sabores dulces y las de baja frecuencia, los amargos.

«Una vez que sabes eso, puedes buscar música que tenga esas características. Una pieza musical ‘dulce’ puede ser ‘Tubular bells’ de Mike Oldfield de 1977», sugiere el científico.

Pero si lo que quieres es amargura, ¿qué tal una de las obras corales más grandiosas y la más frecuentemente interpretada en el siglo XXI?

«Esos tonos bajos de Carmina Burana de Carl Orff hacen que, si estas comiendo algo que tenga alguna nota amarga, la podrás sentir más intensamente».

Múnich en 1959.

Eso significaría que cuando te comes un chocolate, que es amargo y dulce, su sabor puede ser distinto dependiendo de los sonidos que estés escuchando.

«Efectivamente. Suena raro y definitivamente no le sucede a todo el mundo, pero nuestras pruebas muestran que le pasa al promedio de la gente. Cuando lo experimentas, es asombroso».

«Podemos acentuar la dulzura sin añadir calorías sencillamente conociendo estos sorprendentes vínculos entre el sentido del gusto, por un lado, y el de la audición, por el otro», resume Spence.

 

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