Cualquier comunidad, por emprendedora que sea, si está enclavada en espacios urbanos caóticos, tendrá serias dificultades para alcanzar la sustentabilidad económica, cultural y social. La ambiental, debido al caos en los servicios, ya la ha perdido. Por esa razón, enclavada en ese hábitat anárquico, jamás podrá alcanzar un alto índice de desarrollo humano y su calidad de vida será mala.
Esto que afirmo, y que probablemente a muchos podrá parecer apocalíptico, es en gran medida la media que pude observar en mi reciente visita a Maracaibo. Lo pude constatar en amplios sectores del casco central del municipio zuliano y en sus extensas inmediaciones, hacia todas sus latitudes cardinales.
Por supuesto que hay excepciones, pero la regla general es que Maracaibo ha crecido anárquicamente, y esto obliga con urgencia a orientar el rediseño urbano a futuro en la «Tierra del Sol Amada», para que pueda rescatar sus merecidos espacios, que devuelvan solaz a todos los marabinos y visitantes.
La sustentabilidad como principio elemental del desarrollo, impone retos serios a la Maracaibo de los 500 años.
Energía termo solar limpia. Plantas para potabilizar el agua del Lago. La continuidad y perfeccionamiento del Metro.
Y finalmente, transformar al norte, al oeste y al sur, espacios urbanos caóticos y anárquicos, en los más hermosos parques multiculturales que nada tengan que envidiar a los mejores del mundo.
Difícil tarea con grandes metas por resolver. Un reto insoslayable al que nos debemos todos, incluido yo que soy doliente, y al que no podemos renunciar.
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