LA TOMA DE CARACAS

Eduardo Mármol Archivo
29 de agosto, 2016 - 10:59 am
Eduardo Mármol

El venidero 1º de septiembre las fuerzas más retrógradas del capitalismo ultraliberal en Venezuela se disponen darle la estocada final, no a un gobierno, al que ya no reconocen, sino al pueblo venezolano en sus ideales de justicia social, soberanía, derechos humanos e independencia nacional. Es la reedición de aquella marcha del 11 de abril de 2002; sólo que el escenario y las condiciones no son las mismas.

En abril del 2002 la oposición, cipaya del imperialismo, marchó para emboscar el liderazgo de un hombre, no providencial, como sostiene la sociología esotérica, sino más bien un líder fortalecido en el conocimiento de la historia, la geografía y la política de su país. El enemigo había desatado una campaña de instigación para asesinar, física y políticamente, a Chávez.

Para aquella fecha de abril, el pueblo trabajador estaba consciente de los beneficios que le bridaba el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justica, establecido en la CRBV, y con el cual se había alzado Chávez para desmontar el viejo Estado Burgués que él seguía administrando. El veguero encantaba a las grandes mayorías que le seguían incondicionalmente, y hacía con obras y beneficios populares, lo que promulgaba su verbo seductor.

Para el 11 de abril del 2002 el imperialismo controlaba sectores de las fuerzas armadas, proimperialistas, bolivareras y dolareras, por supuesto; inferiores en número al grueso de los componentes que apoyaban al gobierno bolivariano; aquellos militares traidores  convencieron al Departamento de Estado y a la CIA, que ellos tenían la capacidad  para dar el golpe de Estado a Chávez, apoyados por una marcha de disociados que se tomaría Caracas.

Para esta ocasión, la institución militar está herida en su prestigio: la presencia de sus efectivos en el manejo de la hacienda pública, y en sus funciones de resguardo de la soberanía nacional, no han sido las más edificantes; el pueblo trabajador víctima del ataque económico imperialista, siente que no está siendo defendido frente a la incursión paramilitar que dirige la inseguridad en Venezuela  y protege el ladronismo comercial  y empresarial, y  en consecuencia,  los percibe con desconfianza.

A pesar de los efectos devastadores que el ataque económico dirigido por el imperialismo, con la complicidad de comerciantes, empresarios, y mercachifles de toda laya, ha causado en el estómago y en el bolsillo del Pueblo trabajador, la base de apoyo del proyecto bolivariano se mantiene por encima de la pobreza y la miseria, a la que nos han hecho retroceder. A pesar  de todo ese retroceso histórico, la clase obrera de la ciudad y del campo,  no está dispuesta a tolerar un golpe de Estado al gobierno constitucional que nos dimos en elecciones legítimas.

Pronto la clase obrera, en asamblea de ciudadanos, (Artículos 5 y 70) pondrá en vigencia la CRBV, que ha sido desconocida  por el ataque económico imperialista en contra de Venezuela. Al respecto han fallado casi todos los mecanismos  del Estado para hacer cumplir la constitución y proteger a la población frente a este ejército de ladrones, donde participan tirios y troyanos. Ejemplo: el defensor del Pueblo se preocupa por la destitución de los contrarrevolucionarios  en los cargos 99 dentro de las funciones públicas, pero no le abre un expediente a Mendoza por contrabandista, bachaquero, ladrón, y en general, a todos los comerciantes que a diario cometen el mismo delito en contra de los intereses del Pueblo.

El Pueblo trabajador venezolano no está dispuesto a retroceder a la IV Republica

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