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6 de febrero, 2017 - 8:20 am
Por: Soc. Enrique Parra. [email protected] N° 034

La divergencia política es inherente al hombre, esencialmente determina a las sociedades humanas. La democracia, es el sistema político idóneo para concebir las estructuras político-institucionales de administración del poder en paz, erigiendo la mejor manera de vivir, convivir, cohabitar con la cultural divergencia política, sin que esta, cause la extinción de la vida humana.

La actual divergencia política en Venezuela, se origina con el rebelde del 4 de febrero de 1992 y su posterior consolidación, en el proceso democrático de instauración electoral de la Revolución Bolivariana en 1999. La oposición asumió ese hecho social como objetivo a derrocar —la reciente historiografía de Venezuela lo registra— en consecuencia tal reacción, les ha conducido a desarrollar una pasionaria acción política hasta los límites del odio patológico, estableciendo zanjas incomunicantes respecto de la dinámica participativa en el proceso gubernamental bolivariano.

Este comportamiento político faccioso y sectario perturba el desenvolvimiento político, económico, financiero e institucional del Gobierno y configura un ambiente sociopolítico trastocado, influido de anomia social, desde donde intenta el activismo opositor, imponer un estilo y un tono de confrontación política cruenta.

Ello explica la actitud sórdida de sectores reaccionarios en su conjura contra el diálogo nacional, iniciativa del presidente Nicolás Maduro y promovido, acompañado y exaltado por el papa Francisco con absoluta transparencia. Así como también, el alto nivel de facilitación oficiosa de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper y Martín Torrijos.

Ahora bien, el atentado político contra ese instrumento profundamente democrático, despoja a la mayoría del pueblo venezolano de las expectativas y esperanzas de alcanzar, cuanto antes, la cooperación indispensable y sin ambages de todos los sectores democráticos, para superar las angustiosas consecuencias de la crisis socioeconómica.

Finalmente, la dirigencia MUD en alianza con el cogollo obispal contra el diálogo nacional, por ahora lo rezagó; aunque al mismo tiempo dividió, aturdió y atomizó la cúpula MUD, no obstante, el Gobierno Bolivariano y la mayoría del pueblo están convencidos que es la única ruta democrática, para empequeñecer la divergencia política y reencontrar a las mayorías con la paz, el trabajo, la producción y el bienestar social. Lo otro es, fascismo.

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