Crisis de percepción fragmentaria

Kaled Yorde
31 de marzo, 2018 - 10:15 am
Kaled Yorde

Kaled Yorde    

En estos tiempos duros y dolorosos es oportuno en Domingo de Resurrección reflexionar sobre el tema de la crisis de percepción fragmentaria. Pero antes un preámbulo: Vivimos en medio de una crisis muy grave fruto de las actitudes humanas cada vez más intolerantes, radicales, egoístas y funda, metalistas.

Muchos con toda la buena voluntad del mundo quieren enfrentarla para el bien de la humanidad, incluso para la sobrevivencia del hombre y el planeta Tierra. Sin embargo, a pesar de que la mayoría coincide en la ingente necesidad, no se avizoran soluciones. ¿A qué se debe ello?.

Los desastres ambientales y la creciente ola universal de crimen y violencia, de impunidad y de ausencia total de valores en el comportamiento, no ocurren de la noche a la mañana por obra del azar o sacado del sombrero de un predigistador. Todas ellas tienen un indiscutible origen que no es otro que la actividad humana negativa, destructora, provocada por las actitudes producto de lo que el Rabino Philip S. Berg denomina en su libro “EL PODER DEL UNO” (Centro de Investigación de la Cábala. Jerusalén, 1992) Crisis de la Percepción Fragmentaria”.

Berg explica que “de todas las otras crisis que enfrentan los gobiernos hoy en día, la actual deriva del hecho que estamos aplicando conceptos pertenecientes a una perspectiva mundial caduca –la fragmentaria visión de la mecánica Cartesiana-Newtoniana– a una realidad que ya no puede funcionar en esos términos”. En contraposición a la visión mecánica Cartesiana-Newtoniana, existe un nuevo paradigma holístico integrador que regirá en la actual Era de Acuario que se inició a comienzos del siglo XXI.

Como consecuencia de la globalización y su interacción masiva a través de las redes sociales, donde millones de seres humanos de diferente cultura, creencias religiosas y espirituales interactúan, está ocurriendo una especie de choque de paradigmas, o como lo acota Samuel Huntington, de choque de culturas.

“Se pretende señala Berg, con todas las buenas intenciones del mundo cambiar de paradigma construyendo una especie de puente que una las dos orillas y unifique a los hombres que pertenezcan a las distintas esferas sociales, culturales y religiosas”.

Todo eso está muy bien. Sin embargo, jamás podrá lograrse nada mientras el cosmos y la atmosfera mental de la humanidad estén pesadamente contaminados de malos hábitos, exteriorizando un acentuado egoísmo, (el padre de toda intolerancia, fanatismo religioso y político, apegos desmedidos y ansias de poder y de mando). En pocas palabras, mientras el hombre siga obrando a espaldas de Dios y a leyes Divinas.

Las crisis en consecuencia, son útiles y sirven como una especie de doloroso aguijón que punza empujando a la humanidad a la unión y  a su superación, al despertar de conciencia.

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